Opinión

Quédate en casa, pero ¿hasta cuándo?

Quédate en casa, pero ¿hasta cuándo?

Quédate en casa, pero ¿hasta cuándo?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Cuando Jerome Adams, el Cirujano General de los Estados Unidos, comparó en magnitud la crisis que vive este país debido al coronavirus, con el ataque japonés a la base militar de Pearl Harbor en 1941, la máxima autoridad médica en el gabinete presidencial acertó. Ambos eventos son históricos, los dos desafortunados y sorpresivos. ­Washington en ninguno de los dos casos tenía plan y tampoco estaba preparado.

Ahora se sabe que antes de que el ­COVID-19 se propagara por este país, hubo un período de al menos dos meses en que las agencias de inteligencia advirtieron a la Casa Blanca, sin que nadie les prestara atención, de la crisis sanitaria que veían venir. El mismo presidente Donald Trump llamó “alarmista” al secretario de Salud Alex Azar luego de una reunión con él, efectuada el 18 de enero.

Igual ignoró la información de su consejero comercial Peter Navarro que el 29 del mismo mes le habló de una potencial pandemia que cobraría millones de vidas.

El gobierno federal no se organizó y perdió mucho tiempo. De pronto vimos un Estados Unidos que nunca habíamos imaginado, con hospitales improvisados, bolsas con cuerpos apilados en las morgues, personal médico intentando salvar vidas, exponiendo la suya, vistiendo bolsas de basura como batas de trabajo y usando el mismo tapabocas desechable por días, a falta de otro.

Al coronavirus le llevó 103 días salir de China y llegar con todas sus consecuencias a 184 países, infectando hasta el pasado Viernes Santo a 1.6 millones de personas y dando muerte a más de cien mil en todo el mundo, de acuerdo a cifras de la Universidad John Hopkins. Para principios de abril, Estados Unidos, que pudo prepararse y no lo hizo, se convirtió en la nación con la tasa más alta de muertes por el COVID-19 y con más número de infectados que los de Italia, España y Francia juntos.

Los expertos en epidemias sostienen que forzando a la gente a permanecer en sus casas y obligándonos a guardar distancia entre uno y otros cuando por necesidad nos aventuramos fuera, está frenando el avance del mal. Pero también aseguran que lo peor podría estar por venir. Y mientras autoridades como la alcadesa de Washington, Muriel Bowser, piensan que esta ciudad tendrá sus peores días de la pandemia en junio, otros urgen el regreso a la normalidad.

La paralización de prácticamente toda actividad tiene hasta ahora por límite el 30 de este mes. La pregunta es, si se extenderá como piden los científicos, o si el presidente Trump optará por ordenar el regreso al trabajo a los que no son parte de los 17 millones de personas que hasta ahora, han perdido su empleo desde que la crisis empezó.

El doctor Anthony Fauci, la voz de la experiencia en cuanto a enfermedades contagiosas, ya dijo que los niños y jóvenes sólo podrán regresar sin riesgo a la escuelas en septiembre y que nadie puede esperar que de la noche a la mañana todo será como antes. “No vamos a bajar el interruptor y de repente todo normal. Esto tendrá que ser gradual”.

Y es que despúes de todo no se ha ni siquiera seguido una misma política a nivel nacional en cuanto al aislamiento social y hay aún siete estados; Arkansas, Iowa, Nebraska, las Dakotas y Wyoming, que ni siquiera le han pedido a la población que se quede en casa.

Los opositores del mandatario sostienen que Trump esta dispuesto a sacrificar vidas para reactivar la economía y seguir con sus posibilidades de reelección. De ser así, sus seguidores estarían con él: “No paralizamos el país ni arruinamos la economía, porque gente se muere en las carreteras, entonces porque ahora sí?” ha dicho el senador republicano por Wisconsin, Ron Johnson.

A su vez el New England Journal of Medicine, ha dicho que pocos entienden que aquellos infectados son más contagiosos antes de que tengan síntomas y algunos propagan la infección, pero ellos mismos nunca se enferman. Es peligroso estar simplemente cerca de otro que no sabe que está infectado. El virus puede permancer horas en la manubrio del carrito del supermercado o en el botón del elevador.

Así, el coronavirus será seguramente parte de la vida de este y muchos otros países al menos por un año, si no es que más. Podremos tal vez regresar pronto, nerviosamente, a trabajar, a la escuela, a los bares, las fiestas y los deportes, pero todo indica que a medida que regresemos a la vida de antes, el virus regresará también.

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