Este domingo que es la Octava de Pascua, la Iglesia Católica celebra una de las fiestas litúrgicas que cada día cobra más fuerza, y está dedicada a la Divina Misericordia, celebración que fue proclamada en el Vaticano por San Juan Pablo II el 30 de abril del año 2000, y quien su segunda encíclica fechada el 30 de noviembre de 1980, la dedicó a este tema.

El origen de esta celebración nos remite a Santa Elena Faustina Kowalska (1905-1938), de nacionalidad polaca, una gran mística que tuvo varias revelaciones aceptadas por la Iglesia Católica, y que dejó testimonio de ellas en su Diario, redactado en seis cuadernos, por una orden de su director espiritual y confesor, el padre Michal Sopocko. El libro, de más de 650 páginas, refleja su poca preparación académica ya que ni siquiera terminó la primeria, de modo que contiene faltas ortográficas y de sintaxis, sin embargo, tiene gran profundidad teológica al punto de que inspiró un gran movimiento entre los fieles del siglo XX.

El tema central del libro es la misericordia de Dios que está por encima de su justicia, lo que constituye, la vidente, en la última tabla de salvación para la humanidad.

Sor Faustina también recibió el encargo de que se pintara una imagen de Cristo –como ella lo vio- y en la que se ve a Jesús que tiene un brazo en alto en señal de bendecir, y con la otra mano, entre abre un poco sus ropas a la altura del corazón, del cual salen dos rayos luminosos: uno azul pálido que simboliza el agua del bautismo, y el otro rojo, que representa a su sangre derramada. Debajo de la pintura hay un letrero que dice: Jesús, en ti confío. Esta imagen se encuentra prácticamente en todos los templos católicos del mundo.

Una de las frases de su Diario, por ejemplo, señala: “a las almas que propagan la devoción a mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas juez, sino el salvador misericordioso”

“Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte, ni justificarte… que la fiesta a la Divina Misericordia sea un refugio y un amparo para todas las almas, y especialmente, para los pobres pecadores… mientras más grande sea un pecador, más derecho tiene a mi misericordia.”

Ella ingresó como religiosa a la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia de Polonia en 1925, y a lo largo de su vida estuvo en varios conventos desempeñando trabajos muy sencillos, como el de portera o en la cocina.

Después de haber permanecido como monta durante una década, Sor Faustina falleció el 5 de octubre de 1938, y fue beatificada por Juan Pablo II el 18 de abril de 1993, y canonizada en Roma el 30 de abril en el Jubileo de la Encarnación, en el año 2000.

Este domingo, como las demás fiestas religiosas, a causa de la pandemia de Covid 19, las medidas sanitarias serán muy estrictas, pues se espera que haya un incremento de fieles a los templos.