Metrópoli

"¿Quieres dejar la droga? ¡No, vas a seguir y a pagar 8 mil de renta!": policías a narcomenudistas

El grupo Borus, de la SSC CDMX, toma a quienes son enviados a rehabilitación para armar redes de tráfico al cobijo de sus insignias y uniformes. Asuntos Internos investiga ya.

"¿Quieres dejar la droga? ¡No, vas a seguir y a pagar 8 mil de renta!": policías a narcomenudistas

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Un grupo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, conocido como BORU o Dragones, cobra derecho de piso a narcomenudistas. “¿Quieres dejar las drogas? No se puede, vas a vender porque nos tienes que pagar 8 mil semanales de renta”, es lo que le dicen el policía Tonatiuh Cervantes González (número de identificación 934840) y su compañero Eduardo García Campos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana a Omar N, de 24 años, luego de que el muchacho regresa de su primera visita al centro de rehabilitación para jóvenes metidos al mundo de las sustancias ilegales.

Los policías le informan que la detención, que ellos mismos han hecho, sólo tuvo el propósito de ponerlo a trabajar para ellos, pagándoles esa tarifa para que el muchacho venda droga en calles del centro de la Ciudad de México, así como para señalar vendedores rivales que quieren retirar de las calles.

Es el negocio redondo: desde la policía capitalina, a cargo de Omar García Harfuch, con uniforme o de civil, según convenga, se mueve los miembros del grupo especial Boru en la Cuauhtémoc. La de Omar no es la primera denuncia, las actividades ilegales de los Boru han aparecido incluso videograbadas y motivaron que García Harfuch debiese disculparse hace una semana, públicamente, del actuar de estos policías durante un operativo contra coyotes, en el que amenazaron a un reportero con sembrarle droga.

Esos elementos Boru fueron retirados de servicio ayer mismo, simultáneamente a que otros enrolaban a Omar entre sus vendedores de drogas que pagan comisión.

Lo llamativo es que los Boru están captando ahora a quienes el nuevo sistema de justicia penal y la 4T están tratando de retirar de la vida en las calles, evitando que su vida no gire en torno a consumir o vender droga. La forma como trataron a Omar, se enterará el muchacho después, es parte de un modus operandi.

Crónica tiene documentado el caso de Omar, las acciones, mensajes de estos policías que a la vez son los padrotes de la droga en la Cuauhtémoc. Omar fue detenido el lunes 25 de mayo hacia las 16:30 horas, con una bolsa de mariguana. A partir de ese momento, en el vehículo Dodge Visión placas H76-ALS, pasean al joven desde el parque Lázaro Cárdenas, en Eje Central, hasta las proximidades de la Avenida Cuauhtémoc.

Las cámaras callejeras ID 10500 y ID10499 captan su paso cuando se dirigen hacia domicilios de la familia del muchacho a la que han advertido que deben entregarles 10 mil pesos. Es la inauguración de la renta que pretenden cobrar desde entonces.

La familia no logra pagar y los Boru reinician la marcha en el vehículo, pero no para entregar al detenido a autoridad competente, sino para golpearlo con bofetadas o golpes al estómago para no dejar huella, sin pedir nada. Hablan entre ellos, amenazan de vez en vez, pero sus intenciones no están claras.

Regresan hasta el parque Lázaro Cárdenas y Omar entiende, por sus pláticas, que están esperando capturar a otro joven. La espera resulta infructuosa y no queda claro qué quieren hacer los Boru con su presa. Pero para entonces la familia se ha presentado a la Fiscalía de la CDMX a exigir que se presente a Omar (los Boru se habían identificado, vestidos de civil, como “policías de investigación”). La familia teme que el chico sea ejecutado.

En la reconstrucción de Crónica, queda claro que la Fiscalía se moviliza para detectar qué policías detuvieron a Omar y es cuando en las radiofrecuencias los Boru oyen que Omar ya está siendo buscado.

Después de hacer unas consultas telefónicas que al parecer están destinadas a decidir si se le entrega en MP Azcapotzalco o en MP Cuauhtémoc, el muchacho es conducido a este último. De allí, en las 48 horas para establecer su presentación ante un juez de instrucción, llegará al Reclusorio Sur. Sin antecedentes, para él era un verdadero suplicio.

Las horas de encierro y el viacrucis por el que pasará su familia terminan con una disyuntiva que es resumida a Omar por sus abogados: “Te están dando la oportunidad de que enmiendes, de que no tengas antecedentes si estás dispuesto a tratarte sicológicamente por el consumo de drogas y a no cometer ninguna falta en 10 meses… Tu detención fue ilegal, no nos cabe duda, pero es más importante que te preguntes qué vas a hacer desde ahora”, le dicen.

Omar, como muchos otros muchachos, tomará la opción de la rehabilitación, algo que desde la propia Presidencia de la República se ha impulsado como un nuevo entendimiento con los jóvenes que antes eran menospreciados por los gobiernos en turno y captados por el negocio de la droga como carne de cañón. Un camino de rehabilitación difícil de cumplir.

Omar escuchó con atención, en videojuicio oral (por motivos del Covid), que la Juez a cargo de su proceso le advertía, una vez más, la necesidad de que se tomara en serio el acuerdo por el que una eventual sentencia en su contra se suspendía a efecto de darle tiempo de enmendar camino.

Omar debió esperar aún mucho para recuperar su libertad. La tramitología penitenciaria marca varias horas de espera. El muchacho tuvo ocasión de pensar en los dos años desde que torció el camino al dejar la escuela. Ahora tenía 10 meses para probar que podía vivir de otra manera. O eso pensó. Luego de ser liberado el jueves pasado, fue a enlistarse en los cursos de atención sicológica que le fueron asignados. El día se va sin novedades.

Es el viernes cuando los policías le grupo Boru reaparecen. Nuevamente algunos de civil, otros con uniforme. Es cuando le indican que su detención había tenido desde un principio la intención de enrolarlo con otros muchachos en la venta de droga aprobada por ellos, con renta semanal y bajo la estricta vigilancia de estos elementos policiales corruptos.

Lo de la rehabilitación no cuenta, la usan ellos como fachada para que sus muchachos anden en la calle. Es el modus Boru de operar el nuevo sistema de justicia penal y las intenciones de la 4T para abrir caminos en los que antes sólo el narco se fijaba.

Omar acepta hablar con Crónica y contar su historia después de saber que en efecto esos policías son ubicados por sus amigos, aquellos con los que comparte la vida en la calle, que siempre rondan el lugar y hacen detenciones que no terminan en MP, sino en arreglos. Le enseñan las páginas de Facebook en las que aparecen las extorsiones de los elementos policiales a cada vendedor de calle.

Omar pide, a través de este diario, que la institución comandada por García Harfuch le brinde garantías para denunciar, mismas que en primera instancia aceptan autoridades de la Secretaría de Seguridad Ciudadana contactadas para tal efecto. En la noche de este viernes, la denuncia es levantada con apoyo de Asuntos Internos de la Secreatría de Seguridad Ciudadana.

La denuncia de Omar derivará en una investigación conjunta entre asuntos internos de la propia Secretaría y al Fiscalía de la Ciudad de México.

Omar ha tomado una decisión, mantenerse en el plan de rehabilitación. Su vida en la calle está acabada después de su detención y sabe que lo que ha hecho hasta ahora no basta para convertirlo en un delincuente irremediable. Aun más, sabe que si acepta ser lacayo de Boru, ya no podrá librarse de sus cadenas. Es eso lo que le han dicho en estos días que han cambiado su vida o que, de acuerdo con su deseo, debería cambiarla.