Metrópoli

Reabren restaurantes en la CDMX; circuito Roma-Condesa luce desierto

Restaurantes y fondas capitalinas aprovecharon las concesiones que el Gobierno de la Ciudad de México les dio para reiniciar operaciones durante el semáforo rojo epidemiológico y comenzaron a trabajar con cortinas cerradas, venta en línea, entrega en el punto e instalación de mobiliario en las banquetas.

Reabren restaurantes en la CDMX; circuito Roma-Condesa luce desierto

Reabren restaurantes en la CDMX; circuito Roma-Condesa luce desierto

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Volvieron a abrir los restaurantes en la Ciudad de México pese a que continúa el semáforo rojo de alerta sanitaria. Después del cacerolazo y las protestas realizadas durante los días pasados, la industria restaurantera se hizo escuchar y su campaña “Abrir o morir” ilustró perfectamente la gravedad de la situación, ya que después de pasar meses cerrados al principio de la pandemia y por las posteriores limitaciones debido al aumento de contagios, muchos locales se encuentran agonizando y en peligro de quebrar.

La semana pasada, los restauranteros aseguraron, en una carta dirigida a Alfredo del Mazo y Claudia Sheinbaum, que han cerrado alrededor de 13,500 establecimientos en la Zona Metropolitana del Valle de México, este último año derivado de la crisis y los cierres que ha ocasionado la pandemia. Hoy, algunos locales hicieron uso de las banquetas y los estacionamientos frente a sus negocios para acondicionar el lugar, de acuerdo a lo que estableció el Gobierno de la CDMX.

En el pacto entre restauranteros y la administración de Sheinbaum, se dijo que para abrir deberían tener terrazas o espacios al aire libre; sin embargo, quienes no contaran con ello podían usar áreas comunes como banquetas, parques y estacionamientos para incrementar la circulación del aire entre los comensales y así evitar un mayor riesgo de contagio.

Además, las mesas deben estar a 1.5 metros entre una y otra, no podrán atender a más de cuatro comensales por mesa y todos los que entren deberán acatar el sistema de control mediante el código QR. Estas medidas aplican hasta las 18:00 horas, ya que a partir de esa hora solo se podrá ofrecer el servicio para llevar y a domicilio.

Esta mañana, con cubrebocas, caretas y las mesitas en el paso de la calle acordonadas por cada establecimiento, los restauranteros se dispusieron a esperar a sus clientes después de más de una semana cerrados. Sin embargo, aunque la ciudad continúa viéndose llena, pocos se animaron a salir a comer.

“No quisiera arriesgarme o a mi familia, mi papá es de alto riesgo y por eso continuamos encerrados. Todavía nos da mucho miedo salir normal”, relata una chica que esperaba su orden para llevar a las afueras de un comercio.

Los locales encontrados en el circuito de Roma-Condesa lucieron completamente desiertos este lunes, a pesar de que ahora las calles se ven con más vida que en los últimos meses con las mesitas y sombrillas ocupando el paso peatonal. Pero también ahora es más evidente el contraste con los anuncios de venta y renta de todos los locatarios que ya no resistieron más el desgaste económico que ha dejado la pandemia por COVID-19.

Los cafés, casas de té y otros establecimientos gastronómicos distribuidos entre la Condesa y la Roma en los que antes siempre se veían grupos de amigos y familias, ahora, en el mejor de los casos, se encuentran con sólo un par de sillas ocupadas. En cambio, los puestos ambulantes que se encuentran alrededor de paradas de transporte público se encuentran repletos y con personas amontonadas en espera de recibir sus pedidos.

“La verdad quiero llegar rápido a mi casa, voy saliendo del trabajo. Seguido como en la calle y no me he contagiado”, aseguró un joven.

En Santa María la Ribera, colonia de la Cuauhtémoc también famosa por sus variadas opciones de comida, el caso es el mismo. La gente pasa frente a los negocios, pero no se detiene a comer, aunque algunos se muestran sorprendidos al ver que han abierto de nuevo.

Las hostess y meseros se muestran aburridos por la falta de comensales; sin embargo, también se les nota preocupados por la falta de clientes. “Nos hemos esforzado por cumplir todas las medidas para poder brindarles el mejor servicio y, al mismo tiempo, poder sacar el trabajo para alimentar a nuestras familias. Hay mucho en juego, sabemos que aún hay gente a la que le da miedo contagiarse, pero si no abrimos vamos a tener que cerrar y ¿de qué vivimos?”, declara un trabajador.

A pesar de todo, tienen esperanzas de que el negocio se estabilice poco a poco y la gente se anime nuevamente a salir.