Semejante atracción. Hasta abril 5. Galería Le Laboratoire. www.lelaboratoire.mx

Ilán Lieberman (CDMX 1969) explora la formación de toda representación a través del color en una exposición curada por Víctor Palacios, la cual reúne pinturas, dibujos, esculturas y una instalación realizadas entre 2012 y 2019; obras que alternan su larga reproducción manual —punto por punto— de fotografías en offset con la exploración de geometría, redes y líneas que producen color a través de capas y transparencia, difuminados, degradaciones o contrastes.

Más que una dimensión histórica de los hechos o el arte propia de Gerhard Richter, Lieberman indaga el vínculo entre afectividad, efecto sensorial y la construcción de la memoria o credibilidad de las imágenes a través del pasado inmediato, basándose en fotografías, videos e incluso sueños, como en la serie Piezas Soñadas, 2007, donde recrea obras que soñó, de otros artistas, así como en imágenes mediáticas, muchas impresas, como en las series La Muerte de Colosio, 2004-05, Desperdicio, 2005, Niño Perdido, 2005-2009 o Foto Real, 2010-13. En A la Memoria de mi Padre, 2002, Ilán dibujó 16 veces una foto de su padre basándose no en la foto, sino en cada sucesivo dibujo, lo cual resultó en rostro y memoria paterna deformados y distantes. En Disculpen la Molestia, 2012, estudió la variabilidad “literaria” en los volantes de grupos indígenas que piden dinero en el Metro.

Lieberman es muy cercano a artistas como On Kawara, Roman Opalka, Vija Celmins o Peter Dreher y su serie, Day by Day, Good Day, iniciada en 1972 y que lleva hasta hoy 5,000 pinturas que representan al mismo vaso de vidrio, conjunto que evoca los doce cuadros de la serie de Lieberman, Pasto, 2002-03. Estas diferencias y paralelismos nos recuerdan cómo en México se tiene un fragmentario entendimiento y legitimación de artistas en activo como Ilán Lieberman, ya que los museos mexicanos, negligentemente, rara vez hacen revisiones con catálogos bilingües de artistas locales de mediana carrera.

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