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Reflexiones sobre la segunda dosis, un texto de Gerardo Gamba

Una entrega más de la gran Bitácora COVID del científico Gamba y su seguimiento detallado a la pandemia

Reflexiones sobre la segunda dosis, un texto de Gerardo Gamba

Reflexiones sobre la segunda dosis, un texto de Gerardo Gamba

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Estamos enfrentando uno de los retos más grandes que haya visto la salud pública jamás. Vacunar en tiempo récord a toda la población adulta del mundo. La tarea es titánica, pero en los últimos días han aparecido algunas publicaciones que sugieren que podrían modificarse los programas de vacunación para alcanzar una mayor cobertura en menos tiempo.

Nos enfrentamos a una enfermedad que, si bien tiene una tasa de mortalidad relativamente baja, ha cobrado muchas vidas por que es altamente contagiosa. Un porcentaje alto de quienes contraen COVID son asintomáticos o hacen cuadros leves a moderados que se curan solos, pero no tenemos la claridad para predecir a quien le va a dar la enfermedad grave. Si supiéramos eso, podríamos dirigir las campañas de vacunación a esas personas. Sabemos que mientras más edad, mayor probabilidad de un desenlace fatal, por lo que se ha priorizado la vacunación de las personas de la tercera edad. Sin embargo, hay por supuesto excepciones en ambos extremos. Por un lado, hay gente joven que desarrolla las formas graves y, por otro lado, en muchos adultos mayores la enfermedad ha tendido un curso leve. Adicionalmente, al no contar con un medicamento útil para cambiar el curso de la enfermedad, lo único que tenemos por el momento, además de las medidas como la sana distancia, el uso de mascarillas y evitar aglomeraciones, es la vacunación para prevenir los contagios y hay que hacerlo, al menos, en toda la población adulta.

En menos de un año de reportado el primer caso de COVID-19 ya se habían iniciado las campañas de vacunación en algunos países. Las primeras vacunas que fueron desarrolladas y probadas en los rigurosos estudios clínicos que se requieren, fueron la de Pfizer/BioNTech, la de Moderna, ambas con base en RNA y la de AstraZeneca, con base en adenovirus. En los tres casos los estudios se realizaron con la aplicación de dos dosis, con 21 días de diferencia. Otras vacunas que surgieron después han seguido un esquema similar. Sin embargo, artículos publicados en los últimos días sugieren que se podría retardar por más tiempo la segunda dosis.

En una carta publicada en la revista The Lancet (doi.org/10.1016/S0140-6736(21)00448-7) se presenta la experiencia que se ha obtenido con la vacunación del personal del Centro Médico Sheba en Israel con la vacuna de Pfizer/BioNTech. En este reporte se analizó lo que ha sucedido con 9,109 trabajadores de la salud en los que se inició la vacunación el 19 de diciembre y el reporte abarca hasta el 24 de enero. Para esa fecha 7,214 empleados habían recibido una dosis y 6,037 dos dosis, de los cuales, en 5,505 la segunda dosis fue a los 21 días de la primera. En ese tiempo hubo 170 casos de COVID, de los cuales 99 manifestaron síntomas. De los 170 casos, 89 (52%) ocurrieron en personal aún no vacunado, 78 en el que recibió la vacuna después de la primera dosis (46%) y solo en 3 después de la segunda dosis (3%). Sin embargo, de los 78 casos que ocurrieron después de la primera dosis, 55 fueron en los días 1- 14 después de la vacuna y solo 26 en los días 15 - 28. La tasa de infección por 10,000 personas – días, fue de 5 en los no vacunados, 2.8 en los días 1 - 14 días de la vacuna y 1.2 en los días 15 – 28. Con estos resultados se calculó que la efectividad que se alcanza con la primera dosis es del 85 %.

En otra carta al New England Journal of Medicine (10.1056/NEJMc2036242), se reanalizó parte del ensayo clínico controlado que reportó la eficiencia de la vacuna de Pfizer y se vio un resultado similar. De 21,669 sujetos vacunados, 39 desarrollaron COVID después de la primera dosis, pero antes de la segunda dosis. Sin embargo, analizados por períodos de 7 días, hubo 21 casos en los días 1 a 7, 16 casos entre los días 7 y 14 y solo 2 casos después del día 14, por lo que la eficiencia de la primera dosis fue de 69 % después de 7 días y 93% después de 14 días.

Un artículo publicado la semana pasada en el New England Journal of Medicine (DOI: 10.1056/NEJMoa2101765) muestra el primer análisis de vacunación masiva en Israel en el que comparan lo sucedido con 596,218 personas ya vacunadas, en contraste con otras 596,218 no vacunadas, que fueron pareadas por múltiples parámetros como la edad y factores de riesgo. La efectividad de la vacuna para prevenir la enfermedad sintomática, la hospitalización y la muerte en los días 14 a 20 de la primera dosis fue de 57, 74 y 72%, respectivamente, entre los días 21 a 27 de la primera dosis fue de 66, 78 y 84 %, respectivamente y después de siete días de la segunda dosis fue de 94, 87 y 95%, respectivamente. La alta eficiencia observada a los pocos días de la segunda dosis se piensa que está más bien relacionada con la primera dosis.

Por último, en el artículo que reporta el análisis final del ensayo clínico controlado de la vacuna de AztraZeneca, publicado en The Lancet (doi.org/10.1016/S0140-6736(21)00432-3) concluyen que la eficiencia de la primera dosis es bastante buena y que, a diferencia de lo propuesto originalmente, retrasar la segunda dosis cuando menos tres meses parece ser mejor que aplicarla a los 21 días.

Estos reportes en conjunto lo que sugieren es que una sola dosis de vacuna, puede ser que sea suficiente para alcanzar un alto nivel de efectividad. Con estos datos puede ser razonable considerar el retrasar la segunda dosis lo más posible, para poder aplicar la primera dosis a más personas en las siguientes semanas. Si estos resultados se van confirmando en diferentes poblaciones, quizá entonces, la segunda dosis podría retrasarse hasta que se haya aplicado la primera dosis a toda población, con lo que en la mitad del tiempo planeado se podría tener una protección razonable, que se incrementaría posteriormente al aplicar la segunda dosis.