Opinión

Restauración ecológica de bosques y selvas: más que sembrar árboles

Restauración ecológica de bosques y selvas: más que sembrar árboles

Restauración ecológica de bosques y selvas: más que sembrar árboles

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Cada año al final de la temporada seca, los bosques y selvas están en llamas. Durante este año, que coincide con el fenómeno de El Niño, la época seca es más severa y prolongada y casi 290,000 hectáreas de masas forestales en México se convirtieron en cenizas. Esta superficie equivale a casi 40,000 canchas de futbol o casi dos veces la superficie de la Cuidad de México. Los incendios representan solamente una de las causas de deforestación o degradación de los bosques y selvas. A nivel mundial, aproximadamente tres de cada cuatro hectáreas es alterada por el ser humano, con más del 33% de la superficie mundial dedicada a la agricultura y ganadería. De esta manera, en tan solo las últimas dos décadas del siglo pasado, 100 millones de hectáreas forestales se arrasaron, de las cuales 42 millones están en América Latina; por otro lado el área urbana se ha duplicado desde el 1992. Se estima que hoy en día, 1,000,000 de especies están en riesgo de extinción.

No obstante, la vida como la conocemos hoy en día depende en un alto grado de tener suficientes ecosistemas saludables, más en específico su biodiversidad y servicios ambientales. Se estima que la degradación impacta directamente el bienestar de mínimo 3.2 mil millones de personas. Por tomar el ejemplo de la agricultura; mantener a la creciente población mundial requirió triplicar la producción agrícola desde el año 1970 pero el 23% de las áreas utilizadas están en degradación con una reducida fertilidad. Además, la pérdida de insectos polinizadores por ejemplo pone en riesgo una cosecha anual equivalente a aproximadamente 577 mil millones de dólares. Otros servicios básicos que procuran los bosques y selvas incluyen la captura de carbono y regulación del clima, filtración de agua de lluvia, provisión de productos maderables, fertilización y estabilización de suelos.

Lo que se destruye o degrada en cuestión de horas durante un incendio o tala con motosierras, puede tardar de 60 años (ecosistemas húmedos como las selvas) hasta  siglos (sistemas áridos o templados como los bosques de encino-pino) para recuperarse. La restauración ecológica es la disciplina científica que busca entender, posibilitar o acelerar la recuperación ecosistémica. Aunque la restauración de un bosque o selva en muchos casos incluye la siembra de los árboles; representa solamente una pequeña pieza del rompecabezas necesario para recuperar un ecosistema dañado. En primer lugar, cada sistema natural se formó en algún momento por sí solo, mediante un proceso llamado “sucesión natural”. Una restauración eficiente buscará rescatar la máxima cantidad de elementos o procesos aún existentes de esta sucesión y minimizar así las intervenciones humanas y el costo de la restauración. Por ejemplo, podemos sembrar árboles producidos en vivero o podemos usar o introducir la fauna local para que ellos dispersen las semillas de la vegetación remanente por su cuenta. Esta última estrategia no solo es más económica, sino garantiza que el sitio sea reforestado con especies locales mejor adaptadas a las condiciones climatológicas y ambientales locales. Algunas actividades auxiliares pueden ser necesarias, como obras de descompactación, protección o introducción de suelo o colocar temporalmente sombra artificial para reducir la radiación solar excesiva. La selección de especies a introducir es importante y se deben de priorizar las especies que más contribuyen a la sucesión natural. Éstas incluyen las especies nodrizas (que mejoran las condiciones micro-ambientales y favorecen así una regeneración espontánea, por ejemplo la gobernadora o Larrea tridentata en el desierto) o especies clave (cuya presencia contribuyen proporcionalmente más al funcionamiento ecosistémico y sostienen una alta biodiversidad asociada, como los encinos en los bosques de encino y/o encino-pino).

Sin embargo, de nada sirve sembrar un árbol si el día siguiente es nuevamente talado. Si bien la vegetación introducida puede morirse por causas naturales como la falta de lluvia, en la mayoría de los casos interfiere más con procesos sociales, económicos o políticos. Una restauración eficiente requiere una colaboración de los actores y sectores que interfieren en el sitio a restaurar. Cuando el uso de suelo y tenencia de la tierra del sitio a restaurar no está garantizado en el futuro, se aumenta el riesgo del área de perder su vocación forestal a favor de fines agropecuarios industriales o urbanos. El sistema actual de gobernanza también obstaculiza la restauración a gran escala. Opiniones institucionales o políticas son frecuentemente fragmentadas entre diversas dependencias o niveles de gobierno, desde la asamblea local hasta el senado nacional. Programas de restauración fracasan con más frecuencia cuando estos niveles no logran alinearse o cuando existe una extrema centralización del poder en una región a restaurar.

Por otro lado, involucrar a la población local en la toma de decisiones aumenta la probabilidad de éxito. Son los primeros beneficiarios de los servicios ecológicos que se desean restaurar, siempre y cuando la restauración no interviene con las actividades económicas o agrícolas existentes. En específico en las zonas rurales y/o indígenas de México, las personas locales pueden contribuir en diferentes sentidos a la restauración al tener un conocimiento detallado de la biodiversidad local y definir y reproducir especies locales, organizar brigadas para realizar obras de protección de suelo o vigilar los riesgos de degradación y dar mantenimiento a la vegetación introducida. De esta manera, un programa de restauración puede crear empleos locales y fortalecer la identidad cultural local. Muchas culturas ancestrales en México manejan también técnicas agroforestales que incluyen algún manejo de restauración que no requiere ninguna intervención externa.

Es así que una restauración ecológica no se debe visualizar como el establecimiento de plantaciones, sino más como un programa multifacético, similarmente a un programa de combate a la pobreza. Estos programas involucran elementos ecológicos, pero también sociales, económicos, culturales y políticos. Si bien esto requiere cierto financiamiento, se estima que su inversión es 10 veces menor que el costo que trae la degradación como la pérdida de fertilidad o las inundaciones en zonas con mayor escorrentía debido a la deforestación. También, el costo de la restauración aumenta conforme más tiempo, así que es hora de arremangarse y meter manos a la tierra.

* * *

Los números citados en este texto provienen de dos informes recientes de las Naciones Unidas, del cual el primero fungió David Douterlungne como co-autor.

IPBES 2018. The IPBES assessment report on land degradation and restoration. Montanarella, L., Scholes, R., and Brainich, A. (eds.). Secretariat of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services, Bonn, Germany. 744 pages.

IPBES. 2019. Global assessment report on biodiversity and ecosystem services of the Intergovernmental Science- Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services. E. S. Brondizio, J. Settele, S. Díaz, and H. T. Ngo (editors). IPBES Secretariat, Bonn, Germany.

Dr. David Douterlungne

Catedrático Conacyt

Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, A.C. (IPICyT)

Ciencias Ambientales

david.d@ipicyt.edu.mx

Tel. (444) 834 20 00 Ext. 3205 / cel. 444 438 65 55

http://www.ipicyt.edu.mx/curricular/DavidDouterlungneRotsaert