Opinión

¡Salvemos a la tortuga blanca: un gigante entre las tortugas de México!

¡Salvemos a la tortuga blanca: un gigante entre las tortugas de México!

¡Salvemos a la tortuga blanca: un gigante entre las tortugas de México!

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
Luis Antonio Muñoz Alonso * y Nora López León ** 

El planeta se encuentra en un estado crítico de conservación, debido -entre otros factores-, a las actividades humanas tales como la destrucción y perdida de hábitat, la extracción de recursos y las actividades productivas no sustentables que han llevado a que en las últimas décadas se sugiera que el planeta se encuentre inmerso en una crisis ecológica global.

Los reptiles no son la excepción en esta crisis de biodiversidad, aunque muchas especies han sucumbido a los cambios que se han generado a la largo de la historia de nuestro planeta, un grupo muy especial ha sobrevivido ¡hasta ahora! a esos cambios. Estamos hablando de las tortugas, un grupo de reptiles que evolucionó abruptamente hace unos 220 millones de años y que se han mantenido sobre la faz de la Tierra hasta nuestros días, incluso soportaron la extinción masiva del Cretácico (hace 65 millones de años) cuando los dinosaurios desaparecieron. Sin embargo, el Antropoceno, la época actual que se caracteriza por la huella humana sobre los ecosistemas, podría ser el punto final de su larga historia.

Un grupo de expertos a nivel internacional indicó en un artículo publicado en 2013 sobre el estatus de conservación de los reptiles del mundo, que de todos los grupos de vertebrados, las tortugas, especialmente las dulceacuícolas, se encuentran mayormente en peligro de extinción. En el mundo existen aproximadamente 356 especies tortugas, entre marinas, terrestres y de agua dulce; México es el segundo país con el mayor número de tortugas en el planeta, contamos con 49 especies, 7 son marinas, 11 terrestres y 31 dulceacuícolas. En otras palabras, estamos en la cumbre del mundo en cuanto a diversidad y riqueza de tortugas, sobretodo de las clasificadas como dulceacuícolas, que son aquellas que viven en los ríos, pantanos y lagunas de nuestro país.

Una especie que sobresale entre las tortugas mexicanas, por ser impresionante y magnífica es la tortuga blanca, que los biólogos llamamos científicamente como Dermatemys mawii. Es una de las tortugas dulceacuícolas más grandes de Mesoamérica y la más grande de México, vive en grandes, caudalosos y profundos ríos del sureste de México, llegan a alcanzar un tamaño de 65 cm (solo de caparazón) y un peso de 22 kilogramos; algo así como el tamaño y peso de un perro bulldog. Su caparazón es rígido, ancho y aplanado, de color verde olivo, la parte ventral de su concha es blanca o de color crema, de allí proviene su nombre de tortuga blanca. La cabeza es grande, el hocico es largo y algo puntiagudo, los machos adultos tienen la cabeza amarillenta, lo cual indica que ya tiene edad para reproducirse. Todo su cuerpo está adaptado para la vida acuática, sus patas son fuertes y aplanadas y tienen amplias membranas entre los dedos, que les permiten nadar ágilmente. Aunque esta tortuga es un nadador rápido y utiliza secciones de ríos con corrientes rápidas, suelen concentrarse en los estanques profundos donde hay abundantes troncos de árboles sumergidos, a diferencia de los demás quelonios no salen a tomar el sol sobre algún tronco o roca, prefieren quedarse bajo el agua por largo tiempo, gracias a que tienen papilas en la laringe que les permiten filtrar oxígeno del agua.

La tortuga blanca es herbívora, a lo largo de su vida se alimenta de una gran variedad de vegetación acuática, hojas, semillas y frutos caídos de la vegetación de la ribera. Por sus hábitos alimenticios es considerada como un ingeniero del ecosistema, ya que controla y limita el crecimiento de las plantas acuáticas con lo que favorece que el agua de las lagunas y ríos donde vive se oxigene, además, es un gran dispersor de semillas de plantas y árboles importantes de las selvas.

Aunque esta especie también es llamada tortuga Tabasco —como es lógico, únicamente por los tabasqueños— vive a lo largo y ancho de las tierras bajas del sureste de México. La podemos encontrar desde el río Papaloapan en Veracruz hasta el río Grande al sur de Quintana Roo, a lo largo de la costa del Golfo, pero principalmente se localiza en la cuenca del río Usumacinta en los estados de Tabasco y Chiapas.

Actualmente, la mayor amenaza para la especie es el ser humano, ya que es altamente cotizada en el mercado ilegal por la calidad de su carne, lo que ha fomentado una explotación incontrolada y poniendo en riesgo su conservación. Debido a su consumo excesivo y la destrucción de su hábitat la tortuga blanca está en la categoría de en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para Conservación de la Naturaleza (IUCN) y clasificada como en peligro de extinción por las leyes ambientales de nuestro país.

Hace 50 años sus poblaciones eran abundantes, se tienen datos que en Veracruz y Tabasco los pecadores cazaban en solo días cientos de individuos para su consumo y venta, pero desde los años setenta las poblaciones en Tabasco ya se encontraban escasas, por lo que los cazadores de tortugas tuvieron que buscarlas en un área más grande. Las cantidades de capturas en dicha época ascendían era de 1,000 a 2,000 tortugas por lago anualmente; encontrándose las poblaciones más abundantes en el área del río Lacantún, en Chiapas. En los 80 en el río Tzendales en la Selva Lacandona era posible capturar de 40-50 adultos en cinco días y se llegaban a confiscar hasta 100 ejemplares capturados ilegalmente. Sin embargo, para los 90 el doctor Richard Vogt, biólogo especialista en tortugas no observó más de cinco individuos en un mismo sitio, por lo que este descenso fue aludido a la caza ilegal y a la destrucción de las selvas donde se encuentra.

Actualmente, las poblaciones de la tortuga blanca presentan densidades bajas en todo México, incrementando con esto el riesgo de extinción para la especie, ya que en algunos casos la recuperación no es posible. Sin embargo, no todo está perdido, recientemente un grupo de investigadores de Ecosur localizamos poblaciones silvestres y abundantes de esta espectacular especie en áreas poco accesibles y alejadas de la civilización dentro de la Selva Lacandona. ¡Estas poblaciones podrían ser reservorio y fuente de material para repoblar sitios donde ahora está casi desaparecida!

* Luis Antonio Muñoz Alonso Técnico Académico de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur).**
Nora López León co-autora de este texto, fue una bióloga incansable y comprometida con la conservación de las tortugas. Nora además trabajaba en la reproducción de la guacamaya roja en el parque ecoturístico Los Aluxes en Palenque, donde lamentablemente fue asesinada el pasado 21 de agosto de 2019.