Opinión

¿Se han desquiciado los del INE?

¿Se han desquiciado los del INE?

¿Se han desquiciado los del INE?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

No es normal. No es lo que quisieron los electores mexicanos en 2018. Alguien no está respetando la voluntad del “pueblo” en el Congreso, ése que debiera ser el órgano de su representación por excelencia. La actual mayoría absoluta en el Parlamento no es tal y sólo llegó a serlo mediante añagazas, torceduras a la ley y —en definitiva— defraudando la letra de la Constitución.

Alguien debía decirlo y es de agradecer que, desde hace bastante tiempo, el Consejero electoral del INE, Ciro Murayama, haya sido quien documentó —por escrito, con voluntad explicativa y en público— esa gran anomalía que la Cámara de Diputados y de Senadores deberían corregir, pues sus mayorías de hoy, en realidad, cuentan con muchos más legisladores que los votos recibidos (aquí puede consultarse https://www.nexos.com.mx/?p=45100).

Es una deformación, una violación a las reglas, a un principio y a un mandamiento democrático básico: “Tendrás tantos diputados como votos hayas obtenido”. Se llama representación, proporcionalidad, reflejo de la voluntad popular. Dicho en simple aritmética: si tienes el 10 por ciento de los votos, te corresponde el 10 por ciento de los representantes en la Cámara. Si te han votado el 38.5 por ciento de los electores deberás contar con el 38.5 por ciento de los legisladores.

Bien. Ése es el principio, el ideal, pero en México no lo hemos alcanzado porque mantenemos un sistema “mixto” que suele producir, siempre, una no correspondencia entre votos y escaños. Precisamente porque se sabe, que esa no correspondencia ocurrirá en cada elección, dado nuestro imperfecto sistema, la Constitución de la República fija un límite, un tope a la sobrerrepresentación en su artículo 54: “Nunca podrás tener un 8 por ciento de diputados más al porcentaje de tu votación recibida. Si tienes el 38.5 de los sufragios, podrás ocupar el 46.5 por ciento de los escaños como máximo”. Punto y claro.

El problema que ya ha causado alarma y que debiera estar en el primer lugar de cualquier agenda de reforma electoral es que en la Legislatura actual, nuestro partido Morena tiene ¡18 por ciento diputados más que su votación realmente recibida! pues incluso sumando sus votos a los votos de sus partidos aliados alcanza apenas el 43.6 por ciento, y sin embargo tiene el 61.6 por ciento de los escaños. ¿Cómo fue esto posible?

El viejo truco de los cachirules. En una operación que no es digna de una fuerza democrática, Morena colocó militantes propios en las listas de otros partidos que se prestaron a la artimaña. Y así, los electores que votaron de modo diferenciado (quisieron que ganara el presidente López Obrador, pero al mismo tiempo, quisieron diputados y senadores de otros partidos) se vieron simplemente defraudados. La cifras no son menores: 5.5 millones de ciudadanos votaron por AMLO pero por un partido diferente a Morena en la Cámara de Diputados, y 5.3 millones hicieron lo propio, para el caso de la Cámara de Senadores. Mediante esta acción de tan poco decoro, el partido del gobierno se hizo de la mayoría en el Congreso (que no obtuvo en las urnas) y casi, se hace de la mayoría calificada (el 66 por ciento necesario para aprobar, él solo, una reforma constitucional). Y es esto lo que debe ser corregido en las conversaciones y en la posible ronda de reformas electorales por venir (el IETD ha propuesto ya una agenda inicial (https://tinyurl.com/soh44ej).

¿Lo ven? No es que “los del INE estén muy molestos o estén desquiciados”, como dijo —deplorable— el presidente López Obrador en su conferencia de prensa, el jueves pasado. Es que hay una grave anomalía real, antidemocrática, una violación constitucional directa en el Congreso: una mayoría que no respetó y sigue sin respetar a pie juntillas, los votos y la voluntad del pueblo.

ricbec@prodigy.com.net
Twitter: @ricbecverdadero