Opinión

¿Señora Presidenta? no por ahora

¿Señora Presidenta? no por ahora

¿Señora Presidenta? no por ahora

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Relegada a segundo plano, pero la carrera por la nominación demócrata por la Presidencia sigue aquí y este martes hubo elecciones primarias en los estados de Arizona, Florida e Illinois. Sin embargo, lo que empezó hace un año con el más amplio y diverso grupo de contendientes, entre ellos seis mujeres, terminó reducido a un par de varones, ambos cercanos a los 80 años de edad y los dos de raza blanca. Esto en un partido que presume de representar la diversidad, lo que ellos mismos llaman “el verdadero Estados Unidos”.

De hecho, queda una mujer en la contienda, Tulsi Gabbard, congresista por Hawái, pero las posibilidades de que triunfe por sobre el exvicepresidente Joe Biden, de 77 años, y el senador por el estado de Vermont, Bernie Sanders, de 78, son completamente nulas. Nadie sabe por qué sigue en campaña sin que se le tome en serio.

Apenas la semana pasada, Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts, la otra mujer que seguía compitiendo y que en algún momento se pensó podría resultar nominada, retiró su precandidatura. Días antes lo había hecho Pete Buttigieg, el primer aspirante a la Casa Blanca abiertamente homosexual en la historia del país, y ya se habían ido los contendientes de color y las otras mujeres.

Después de que Hillary Clinton fue la nominada demócrata, y que de hecho ganó el voto popular por más de tres millones de sufragios contra Donald Trump en 2016, mucho se hablaba de que esta vez la clave para que ese partido recuperara la Oficina Oval era una candidata mujer.

Sin embargo, de las aspirantes mujeres, la senadora por Nueva York, Kirsten Gillibrand, se retiró muy pronto y su campaña en realidad nunca despegó. Kamala Harris de California empezó muy bien y momentáneamente se colocó a la cabeza, pero no por mucho tiempo; y Amy Klobuchar, de Minnesota, terminó por darle su apoyo a Biden. La sexta, Marianne Williamson, una activista y líder espiritual, fue tomada siempre como una broma.

Así, es claro que la elección presidencial programada para noviembre, será entre dos hombres, casi seguro el exvicepresidente Biden, quien ha prometido tener una mujer como compañera de fórmula, pero también podría ser el socialista Sanders, en contra de Donald Trump, otro septuagenario, que busca reelegirse.

En todo caso, resulta difícil de creer que una democracia como ésta que se las da de perfecta, la segunda más grande en el mundo por el número de electores después de la India, no logre colocar una mujer al frente. Las mujeres aquí están en todos lados, pero no han logrado llegar a la Casa Blanca, en otro papel que no sea el de esposa. Nunca se ha considerado a éste como un país machista, pero falta mucho para que entre a ser parte del ya no tan exclusivo club de naciones gobernadas por una dama.

Actualmente, 23 países tienen una mujer al frente: Alemania, Bangladesh, Noruega, Croacia, Namibia, Nepal, Las Islas Marshall, Myanmar, Taiwán, Estonia, Serbia, Singapur, Nueva Zelandia, Islandia, Trinidad Tobago, Barbados, Etiopía, Georgia, Eslovaquia, Dinamarca, Bélgica, Bolivia y Finlandia, en esta última Sanna Marin, electa apenas el pasado diciembre, destaca por su juventud, tiene sólo 34 años de edad. Desde luego la más conocida, más querida y más respetada es la canciller alemana Angela Merkel, considerada la mujer más poderosa del mundo hoy día.

Para la analista Elie Mystal, de The Nation, el electorado estadunidense sí anhela tener una mujer en la Presidencia, pero quieren una candidata que sea “fuerte, pero a la vez dulce, dura pero sensible, brillante pero accesible, de carácter feroz, pero muy maternal y que además sea guapa y atractiva, pero no tanto como para que su belleza sea una distracción”. Todo eso junto y al mismo tiempo, porque dice, no se puede negar que la política en este país es sexista.

Warren, quien evitó no hablar de sexismo en campaña, sí centraba sus discursos en mujeres prominentes de la historia, defendía asuntos como las guarderías y prometía reducir la desigualdad de salarios entre los sexos, al retirarse dijo que aquí la lucha de las mujeres continúa y que sus sueños no mueren, pero se lamentó diciendo que todas esas niñas que en Estados Unidos necesitan el gran ejemplo de una Madame Presidenta, tendrán mínimo que esperar cuatro años, si no es que más.

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