Opinión

Sí, en efecto... nos sembraron miedo y nos crecieron alas

Sí, en efecto... nos sembraron miedo y nos crecieron alas

Sí, en efecto... nos sembraron miedo y nos crecieron alas

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
Entre nuestro encuentro pasado y el presente dos personajes guardados en mi corazón cambiaron de dimensión. Uno, el Dr. Silvestre Frenk, al que la vieja guardia de la protección animal le debemos el sencillo pero contundente fundamento para lograr que los perros callejeros o de antirrábico dejaran de usarse para trabajos de investigación y académicos, simplemente con determinarlos científicamente como “cepas no homogéneas" a efectos de confiabilidad.

Que Dios lo tenga en gloria.

El otro, LUNITA, una perra pastor alemán que tras haber sido rescatada de vivir, desde su primeros meses, atada permanentemente y bajo un lavadero que chorreaba agua helada todo el tiempo, fue adoptada por la mejor persona que pudo cruzarse en su vida: Eduardo Lamazón. Ayer atravesó el Puente del Arcoíris tras un cáncer imposible, por lo que mando un abrazo enorme a mi querido amigo y mi reconocimiento a la Dra. Antonia Sánchez del Villar por haberme permitido ser parte de esa dura lucha por sacarla adelante.

En otro asunto… con referencia todavía al tema feminista les comparto que cuando tienes ya muuuuucho tiempo desenvolviéndote dentro de algún grupo vulnerable como es mi caso, al estar dedicada, preocupada y ocupada en la protección a los animales no humanos, en cierta forma te acostumbras a los diversos apelativos que te dedican, así como a las continuas descalificaciones y agresiones de que somos objeto, incluso ahora que despectivamente nos describen como “animalistas”. Siendo así mis reclamos poco reparan en ello, sin embargo, no es miel sobre hojuelas el que particularmente te devalúen por el género. Tal vez ello fue causa de que el pasado lunes de reflexión, ante la ausencia de nuestra presencia, viniera a mi mente lo difícil y duro que me resultó posicionarme como la primera mujer al frente del Zoológico de Chapultepec, para entonces, la más reconocida institución del ramo a nivel nacional, pero, totalmente coto de varones… que no precisamente todos hombres… razón por la que pagué un precio muy alto, confieso que a nivel de reto, ya que de haberme vencido de forma definitiva le hubiera cerrado la puerta a las mujeres, para entonces contratadas ahí sólo para labores de intendencia y secretariales.

No omitiré que aunque recibí constantemente descréditos e insultos desde las infanterías, a cambio conté con el apoyo de los meros meros petateros de hasta arriba, esto es, de los presidentes que me tocaron, sí, leyeron bien, pre-si-den-tes; regentes, secretarios de Estado y un Oficial Mayor que fueron no sólo generosos sino hasta empáticos con mi objetivo, consistente en mejorar las condiciones de vida de esa olvidada fauna, presente en mi alma desde la niñez. Sostenerme no impidió que algunos trabajadores siguieran refiriéndose a mi como “EL JEFAS", y eso les dará la dimensión. Aún así, topé también con colaboradores que a la primera me mostraron afinidad e incluso afecto, impulsándome a seguir. Tal fue el caso de mi General Mario Cerna Rincón, encargado del área de patología, que con su bola de menjurjes que yo le calificaba de “porquerías", me dio una muy buena y divertida salida para defender mi condición femenina. Les cuento…

Entre sus diversas y tétricas muestras en formol, el doctor guardaba un frasco que contenía un par de testículos de respetable tamaño (no recuerdo a qué especie pertenecieron) y, tras detenerme en ellos, con una mirada pícara me los ofreció para… mantenerlos justo en la esquina frontal izquierda de mi escritorio, donde permanecieron el tiempo suficiente para que se corriera la voz entre los sinvergüenzas que acostumbrados a mal llevar negocios sucios con el área, ahora se la pensarían mejor puesto que esa frágil chica a tratar, ya tenía un par de respaldos para enfrentarlos, a cada tiempo, tomando el frasco entre mis manos para ponérmelo bien fuera al lado del cerebro para pensar, a la altura del corazón para amar o ya saben a dónde para decidir. Que ellos escogieran. Se imaginarán las caras y reacciones. El caso es que aquella práctica trascendió fronteras tan lejos, como para vinieran a filmarla desde Japón. Así las cosas, recordemos que ser mujer no es fácil, pero está en nosotras resolverlo en cualquier terreno. Como sociedad civil desde casa, y desde el Estado no permitiendo impunidad.

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