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Su necedad de irse a trabajar pudo más que cuidarse; el COVID lo manda al hospital

Tras cuatro meses de confinamiento, Don Chayo, un chófer de transporte público, regresó a trabajar sin imaginar que el coronavirus lo acompañaría de regreso a su domicilio.

Tras cuatro meses de confinamiento, Don Chayo, un chófer de transporte público, regresó a trabajar sin imaginar que el coronavirus lo acompañaría de regreso a su domicilio.

Su necedad de irse a trabajar pudo más que cuidarse; el COVID lo manda al hospital

Su necedad de irse a trabajar pudo más que cuidarse; el COVID lo manda al hospital

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

“Su necedad de querer irse a trabajar pudo más que cuidarse y estar en casa, pero ahora aquí están las consecuencias, tronándonos los dedos con angustia esperando que se reponga pronto, pero mire lo que una salidita a la calle ocasionó. Él había estado en casa durante estos meses de cuarentena y el día que sale el coronavirus se le pega quien sabe de dónde o quién se lo contagió, pero ya pa’ que lamentarse, Primero Dios regresará pronto a casa”, comentó a Crónica Juanita, esposa de Don Chayo, quien desde el pasado 20 de julio está internado en el Hospital de las Américas afectado por el COVID-19, donde a decir de la familia, los médicos que lo atienden les informaron que su estado de salud es de pronóstico reservado.

Don Chayo, de 76 años y diabético, es un chofer del transporte colectivo en una de las rutas del municipio de Tecámac, en el Estado de México, que cubre el trayecto de Santa María Ajoloapan al Metro Martín Carrera. Después de cuatro meses de confinamiento obligatorio por causa de la pandemia, este chafirete, vecino de la colonia San José, no soportó más seguir en casa, por lo que el pasado 19 de julio le pidió las llaves de la camioneta a su hijo, que junto con él la trabajan y tras minimizar el riesgo que corría su salud, de manera desafiante salió a trabajar como asiduamente lo hacía hasta antes de esta crisis sanitaria.

“Una presiente cuando algo puede salir mal. Ese domingo, me acuerdo bien, yo me sentía como preocupada y él se levantó tempranito, almorzó con mis hijos y los nietos y ya pasadas las 11 de la mañana le pidió las llaves de la camioneta a mi Güicho, (su hijo mayor que también trabaja el transporte colectivo) y le dijo que se iba a ir a dar unas vueltas para ganarse unos pesos y a desentumirse, ya que no quería estar en casa sin hacer nada y nadie le dijo nada, ya que si lo contradices o le pones peros en sus decisiones se encanija y lanza maldiciones. En la combi llevaba su gel y su cubrebocas y sólo nos encomendamos a Dios para que le fuera bien”.

Juanita relata que su esposo regresó de trabajar pasadas las 8 de la noche y luego de que guardaron la camioneta en casa cenaron con él y les platicó que el día estuvo algo pesado, ya que ya tenía meses sin andar en la carretera, pero de eso ninguna novedad.

“Eran casi las 11 de la noche, recuerdo bien porque estábamos viendo una película de caricaturas que les gustan a mis nietos, cuando Chayo dijo que si le daba un poco de Vaporub, ya que sentía que tenía tapado uno de los hoyos de la nariz y no podía respirar bien. Le di el Vaporub pero no se le quitó y me espantó más cuando me apretó del brazo y me dijo que le dijera a mi Güicho que sacara la camioneta y que lo lleváramos al médico, ya que sentía que tenía atorado algo en la garganta. Pensé de inmediato que a lo mejor un trozo de la cena se le había atorado y le di unas palmadas en su espalda, pero no hubo mejoría y nos fuimos a buscar un médico, mientras mi nuera se quedó con mis nietos y dos de mis hijas”.

La esposa de Don Chayo señala que lo llevaron al Centro de Salud urbano Tecámac, pero sólo estaba el vigilante, quien les recomendó mejor llevarlo al Hospital de las Américas, ya que ahí era seguro que los atendieran, pues era difícil encontrar alguna clínica abierta a esa hora.

“Pues llegamos al hospital como a las 12 de la noche y mi hijo pidió en urgencias que lo ayudaran, ya que su Papá venía enfermo y no podía respirar. A los pocos minutos salieron dos personas con trajes blancos hasta la cabeza y con mascarillas y en una camilla lo metieron. Ya como a eso de las 3 de la mañana nos dieron informes y nos preguntaron si tenía alguna enfermedad crónica, su edad y si había tomado algún medicamento antes de llegar al hospital y todos esos datos que te piden. Les dijimos que es diabético y que medicina toma para controlarse y se metieron otra vez sin decirnos nada”.

La mujer comenta que fue hasta las 7 de la mañana cuando salió un médico y voceó su nombre, por lo que nos acercamos a ver qué pasaba y fue cuando nos dijo que le hicieron la prueba del coronavirus y dio positivo, por lo que se quedaría en el hospital en el área donde tienes a los enfermos afectados por este virus.

“El doctor nos dijo que estaba estable pero no nos dijo más, si tenía puestos esos tubos que les ponen o si le estaban dando medicina o inyecciones, nada. Yo sentía como un escalofrío en todo el cuerpo y aunque hacía sol y calor a mí me entró mucho frío y angustia, pues lueguito pensé lo peor, que se me podía morir y ahora que voy a hacer”.

Juanita, con un nudo en la garganta que le impide hablar de manera más fluida, comenta que los médicos del hospital les entregaron las ropas de su esposo y les pidieron el número telefónico de alguien de la familia para darles informes sobre la evolución de Don Chayo, para que no estuvieran afuera del nosocomio, aunque lo dejaban a su decisión si querían estar en el exterior del hospital en espera de noticias.

“Mi viejito ya lleva más de dos semanas hospitalizado y lo único que nos dicen es que sigue estable y en observación, pero no me he atrevido a preguntar si lo tienen con esos tubos que les dan oxígeno, ya que según he escuchado en las noticias que cuando las personas están así, conectados con mangueras o todo eso es seguro que no la libran, por lo que no quiero imaginármelo siquiera que mi Chayo está así”.

La mujer, sin ocultar su desesperación por lo que está pasando su familia en este momento, como si se encomendara a una divinidad, dice que “ojalá y ponto ya esté mi viejito con nosotros en casa, aunque no sé si estoy enojada conmigo misma al no haber sido dura con él y no dejarlo salir de casa. Mira ahorita, lo que ocasionó una salidita a la calle y que nos tiene a todos con angustia y sin saber si mi chaparrito volverá con nosotros”.