Metrópoli

Tlatilco, la ciudad de las vías: drogas, asaltos y ni un policía en 26 años

“Hace 26 años entraron elementos del Ejército y hasta la fecha no se ha visto a un policía ni cerquitas”

“Hace 26 años entraron elementos del Ejército y hasta la fecha no se ha visto a un policía ni cerquitas”

Tlatilco, la ciudad de las vías: drogas, asaltos y ni un policía en 26 años

Tlatilco, la ciudad de las vías: drogas, asaltos y ni un policía en 26 años

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Es la ciudad de los rieles, el campamento Tlatilco en la alcaldía Miguel Hidalgo. Se ha expandido, en los últimos tres años, de seis a nueve vías de trenes. Aquí habitan 700 familias de las que no es fácil conocer su rostro, a menos que sea uno invitado.

Su modus vivendi ­transcurre en la violencia. Asaltos a mano armada, adentro y afuera. Colinda con calzada Camarones y avenida Cuitláhuac, y con salida a Salvador Xochimanca, en Azcapotzalco, por donde la delincuencia encuentra su escapatoria.

Los homicidios son de lo más frecuente, dicen sus lugareños.

Hace 26 años entraron elementos del Ejército. Se acordó con los habitantes de los vagones de lo que alguna vez fueron trenes que al lugar podía entrar la policía del entonces Distrito Federal para atender las denuncias por los delitos que se cometen dentro y fuera de este desvencijado ­“ghetto de exferrocarrileros”.

Nunca más ha vuelto la policía, pese a que desde hace 26 años existe un acuerdo para que ingresen a la zona.

Y acá tampoco han vuelto a poner sus pies los políticos-candidatos de todos los colores, incluido Morena, que fueron a pedir el voto de los lugareños a cambio de tacharlos en las boletas electorales. Los dejaron, como siempre, a su suerte, lamentan.

“En todo lo que nos rodea se permite todo. Hay venta de droga, adentro y afuera. Asaltos, adentro y afuera, y homicidios, adentro y afuera. Y ni adentro ni afuera hay presencia policiaca.

“Salvo por una balacera que duró más de media hora, el pasado miércoles, entre Plan de Ayala y Plan de Agua Prieta es que volvimos a saber que andaba por aquí la policía”, dice Hortensia Correa Paz, que desde hace 45 años vive en el campamento.

Cuenta una joven, de aproximadamente 18 años, durante este recorrido que hace Crónica con vecinos, que se corrió la versión de que este enfrentamiento se dio entre elementos de seguridad capitalina y sujetos que perseguían al conductor de un vehículo. “Se lo querían quitar. Los balazos fueron muchos. Creíamos que estaba ocurriendo aquí en las vías, pero no salimos. ¿Para qué”, dice y pide no citarla por su nombre.

Eso es común afuera, pero también es frecuente que adentro entre pasillos laberínticos se vea a jóvenes, principalmente, que corren tan aprisa como pueden.

Venta de droga y alquiler de “cuartos" para los chavos de la Unitec

"Los ladrones también salen de aquí, la delincuencia habita aquí, en cualquiera de los vagones. Hay distribución de droga, renta de vagones que han sido acondicionados como cuartos para que los estudiantes de la Universidad Tecnológica (Unitec) se metan a consumir drogas que les vende una mujer”, cuenta Hortensia.

Se recorre el espacio, se le mira, de reojo, por fuera. Hay unas lonas rojas que hacen de cortina.

“Deberías venir cuando es periodo escolar. Hay filas de  chavitas u chavitos. Esos cuartos funcionan como pequeños hoteles. Por media hora se les cobra 80 pesos. Pueden tener sexo, beber cerveza y fumar su churro (mariguana).

Se camina un poco más de kilómetros. Dos, el de ida y el de vuelta. No es todo, claro, pero es por precaución.

El campamento colinda con dos alcaldías: Azcapotzalco y Cuauhtémoc

“Entonces, no es fácil saber de dónde penetran los que también vienen a robar a los vagones, a nuestras casas”.

En esas casas el hacinamiento es el denominador común, hasta 16 miembros de una familia. El bebé, los hermanos, el papá, la mamá, los abuelos y uno que otro tío. Además de infaltables gatos y perros.

Hay hedor en el aire. Palomas muertas, ratas. “Antes nos venían a dejar cabezas de vaca o de león. Era por la santería”, dice otra mujer que saluda amablemente a nuestra anfitriona, y con la que nos detenemos para secundar a las guía.

“Quién nos va a hacer caso de lo que aquí vivimos.  Víctor Hugo Romo ya repitió aquí. Ni siquiera focos puede facilitarnos. Ni antes ni hoy. Para qué nos piden voto los candidatos locales si es zona federal”, reflexiona la señora.

Los vecinos pagan 780 pesos de luz por “recibo ilícito”, así lo tiene reconocido la Comisión Federal de Electricidad.

Bajo la ley del más Fuerte

Los habitantes de aquí viven bajo la ley del más fuerte. Y ese es Sergio Sifuentes, alias El Checo. Se ha apoderado de vagones, se ha expandido con violencia. Vende estupefacientes, quienes se dedican

al robo le rinden cuentas y siempre

está armado.

En diciembre cerró su local de “perreo”. Mataron a tres chavitos y ahí se acabó la fiesta.

La guía debe irse. Nos acompaña a un taxi, para evitar cualquier riesgo, que se percibe a cada paso.