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Todos somos el plantón morenista, hasta que la lluvia nos separe

Un día de plantón, el microcosmos de convicción ciega en quien, para casi todo el país es impresentable. Allí el "Yo te creo", no es para la mujer que se atreve a denunciar un ataque sexual, sino para quien es señalado como violador

Todos somos el plantón morenista, hasta que la lluvia nos separe

Todos somos el plantón morenista, hasta que la lluvia nos separe

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El caos en las inmediaciones del Instituto Nacional Electoral no ha parado un segundo desde que los primeros integrantes del Movimiento Regeneración Nacional, Morena, irrumpieron hace más de una semana. Muchos son originarios de Guerrero, han dejado sus municipios para plantarse frente al INE con la esperanza de que el organismo le devuelva la candidatura a Félix Salgado Macedonio, acusado de múltiples violaciones.

El bullicio se ha apoderado del pequeño campamento conformado por aproximadamente 80 casas de campaña, los integrantes van de un lado a otro, se reparte comida, agua e inclusos cigarros a los compañeros; mientras unos cubren el campamento con bolsas negras para protegerlo en caso de que llueva, los demás descansan plácidamente dentro de las casas de campaña.

Los carriles de la derecha del Periférico fueron invadidos por decenas de autos e incluso motos con proclamas escritas en cristales y carrocería: “Vamos con Toro”, “INE entiende Guerrero no te quiere”, entre otros.

Una lona de aproximadamente 2 metros tiene escrita la leyenda “Salgado yo te creo”, misma frase con la cual el movimiento feminista alude a la necesidad de creer a una mujer que acusa y es ignorada por las autoridades de procuración de justicia, tal y como paso con Basilia, la mujer de la sierra guerrerense que señaló al candidato de AMLO de haber cometido abuso sexual sin que las autoridades hayan hecho algo por esclarecer su caso; lo mismo para Paulina, Brenda y todas las demás mujeres que señalan al “Toro” de ser un depredador sexual. Andrés Manuel López Obrador ha señalado que se trata de una campaña promovida por conservadores que se oponen a la Cuarta Transformación.

De chaleco y bordado con el logo, Morena la esperanza de México, los coordinadores del plantón recorren una y otra vez el área, con libreta en mano pasan lista a los integrantes del plantón. “Van tres veces que me toman lista, ni que nos fuéramos a ir, aquí nos quedamos hasta que se haga justicia”, comenta Enrique Originario, de Chilpancingo, Guerrero, quien lleva más de un sema en plantón con la esperanza de que se restablezca la candidatura de Félix Salgado Macedonio.

En filas de dos en fondo, las casas de campaña ocupan la entrada principal del Instituto Electoral, mientras que, en medio de todo y apartados de los demás, Salgado Macedonio y Mario Delgado se encuentran dentro de un redil resguardado por sus seguidores más cercanos, quienes impiden el paso a cualquiera que intente ingresar.

Un factor climático es el encargado de dividir al grupo, la lluvia invade el plantón de los morenistas, mientras unos corren a resguardarse bajo el puente del Anillo Periférico y otros ingresan a sus casas de campaña, otro grupo de morenistas, provenientes de Atizapán de Zaragoza, se resguarda en sus camionetas GMC, Chevrolet, entre otras.

Bajo las lonas, la lluvia solo aviva los ánimos de los seguidores del Toro, gritan bajo la lluvia con la esperanza de ser escuchado por Félix Salgado, pero él, ante la llovizna, prefiere quedarse bajo las carpas de su redil. Sólo una voz que rompe entre los gritos y proclamas, “Ingeniero Macedonio, ingeniero Macedonio”, de un joven desesperado por captar la atención del candidato, logra que Salgado Macedonio abandone el redil para tomarse una foto.

“Uno de sus allegados me dijo que si le decía ingeniero, de esa forma lo más seguro es que accediera a salir”, relata después el exitoso cazador de una selfie con el político guerrerense que tiene de cabeza al INE.

Dejando de lado la lluvia, Félix cruza la calle para reunirse con el resto del campamento. “Vamos a salir victoriosos, el INE no nos puede quietar lo que por derecho es nuestro; o estamos en las boletas o esta institución de quinta se va a caer” dice a quienes lo han acompañado en su travesía. Mientras tanto, sus seguidores no pierden la oportunidad de ovacionarlo y tomarse fotos con él. El éxtasis se apodera del plantón a lo largo del Anillo Periférico, el nombre de Mario Delgado y Salgado Macedonio es coreado al unísono por más de 300 gargantas.

La lluvia no cede y los ánimos se encienden aún más en el núcleo del platón, aunque a pocos metros otros ni siquiera se inmutaban; es un grupo de morenistas capitalinos a los que el celular les resulta más llamativo que el discurso de Salgado Macedonio.

Aparece entonces un icónico personaje, quien toma el control de la tarima para dedicar palabras fraternales a su compañero. Fernández Noroña habla bajo una lluvia que arrecia y, mientras el grupo de morenistas capitalinos sigue atento a las actualizaciones de Facebook o bien se mantiene ajeno dentro de las camionetas, sólo los guerrerenses escuchan de inicio a fin el discurso del diputado. Son conminados con un “Compañero, pásese para acá", “compañero, es aquí enfrente" cuando tratan de ir bajo los toldos de las casas de campaña.

“Ya no digo nada por que luego me chingan, imagínense a mi me acusaron de violencia de genero cuando yo no hice nada”, expresa Fernández Noroña en referencia a la legisladora Adriana Dávila Fernández, a quien le dijo que era más bocona que la chingada. La audiencia frente al INE le dio la razón a Noroña.

Noroña, Macedonio y Mario Delgado, sin excepción, lanzan amenazas al Instituto Electoral que provocan aplausos y ovaciones.

Mientras que la lluvia provoca que los Morenistas capitalinos abandonen el lugar, los guerrerenses terminan de dotar de plásticos a los techos de las casas de campaña. Les queda otro día en la capital para acompañar a su despuesto candidato.

Finalmente, la tarde empieza a hacerse vieja y sólo entonces, en el sur de la Ciudad de México, la lluvia y las amenazas contra el INE comienzan a amainar, una brisa cargada apenas de humedad recorre el plantón. El Toro vuelve a su redil privado a donde llega y se quita la playera mojada, sus colaboradores le hacen casita con sus cuerpos para que el descamisado no sea visto desde afuera. Llegan las toallas y el cambio de ropa.

Quienes conforman el grueso del plantón, guerrerenses convencidos de que Salgado es víctima de una injusticia, pero que habrá de salir victorioso, quedan a su suerte de la noche capitalina, entre charcos y un sereno que les parecerá frío a estos hombres y mujeres del trópico.