Opinión

Todos toman, nadie pone. Las pensiones

Todos toman, nadie pone. Las pensiones

Todos toman, nadie pone. Las pensiones

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Hay “cosas” públicas que deben visualizarse a largo plazo, 30 a 50 años por lo menos. Este es el caso de las pensiones. Zedillo y Calderón llevaron a cabo la reforma de seguridad social —IMSS e ISSSTE— Por otro lado, Fox no pudo o no quiso cambiar nada en el ISSSTE por su alianza con el magisterio, en específico, con la profesora Gordillo, quien colonizó ese organismo de seguridad social durante su sexenio.

La reforma de seguridad social, que comenzó en 1989 con la garantía de un salario mínimo general para cualquier pensión —antes era de un tercio de esa cantidad—, continuó con la nueva Ley del Seguro Social y concluyó en 2007 con la nueva ley del ISSSTE, se concibió como una respuesta a la crisis del sistema de reservas colectivas, que eran insuficientes para cubrir el compromiso de pago de pensiones en curso, lo que lo había convertido en un sistema de reparto.

En palabras más sencillas, las cotizaciones de los trabajadores en activo no se convertían en ahorro para pagar sus pensiones, sino que financiaban las pensiones de los trabajadores jubilados, que no eran necesariamente los más pobres. Había muchos adultos mayores sin pensión porque no habían alcanzado los tiempos de cotización, ni la permanencia en el trabajo al momento de cumplir la edad de jubilación.

El sistema de pensiones de 1943, el Cardenista de Téllez Cruces, había servido para mejorar las condiciones de vida de un grupo de trabajadores, pero no era suficiente para atender las condiciones de marginalidad de los mayores de 60 años que habían vivido en la economía informal, es decir, no beneficiaba a más del 65% de la población.

Además, el sistema de prestaciones definidas, no vinculadas con las cotizaciones, generó un pasivo laboral enorme, cuyo crecimiento se contuvo con el cambio al sistema de cuentas individuales, bajo el principio de que el ahorro para la pensión es propiedad de los trabajadores.

Esta reforma de seguridad social convirtió en gasto público las pensiones provenientes del modelo cardenista, que hoy representan alrededor del 20% del presupuesto, y aumentó la deuda pública (bonos del ISSSTE). Este impacto disminuirá en 15 años, siempre y cuando se cambie el sistema pensionario de las universidades públicas.

En 1997 y 2007, se aumentaron los tiempos de cotización y la edad de retiro. Esto disminuyó el efecto negativo en las finanzas públicas. Los contribuyentes pagan menos de lo que hubieran desembolsado, ya que las pensiones se cubren con el presupuesto, con los impuestos de todos.

Carlos Noriega, actual Titular de la Unidad de Pensiones de la SHCP, conoce perfectamente esta historia. Él participó directamente en las nuevas leyes del Seguro Social, del Infonavit y de los sistemas de ahorro para el retiro y fue presidente de la AMAFORE. Sabe que desde 1997 se debieron subir las cuotas para que el ahorro fuera suficiente para pagar pensiones equivalentes a los salarios y bajar las comisiones. Esto último se ha logrado, pero no ha sido suficiente. Hay que “abaratar” todavía más el manejo de los fondos pensionarios, es decir, que cueste menos.

Arturo Herrera y Gerardo Esquivel, como economistas de El Colegio de México, bajo la escuela de Víctor Urquidi, saben que las pensiones deben pensarse como un asunto de largo plazo, tanto individual como colectivamente y, por lo tanto, defienden el aumento de la edad de jubilación, los tiempos y los montos de cotización.

Quienes analizamos el tema desde hace años sabemos que es necesaria una segunda ola de reformas, cuyo eje sea la universalización de la atención médica y las pensiones. Hay una propuesta fallida de Peña Nieto en el 2013, que ni siquiera se discutió en las Cámaras cuando se hicieron las cuentas.

Mientras continúe la actitud de los políticos de no moverle, encabezados por el Presidente que corrigió públicamente a su Secretario de Hacienda, la estrategia se reduce a todos toman, hasta que alcance, y nadie pone de su salario. Éste es el camino más rápido a la siguiente crisis de seguridad social y a un mayor endeudamiento.

Las cantidades en pensiones se miden en billones de pesos y pretender solucionar el problema con reglas de austeridad es un engaño. El gobierno debe ver a largo plazo. Hay que reformar el sistema de pensiones y desvincularlo del salario —la propuesta de grabarlo al 15% es inviable y generaría más outsourcing, subdeclaración y no registro de los trabajadores al IMSS o ISSSTE. El número de personal por honorarios en los gobiernos es escandalosa y parte de una doble moral, en la que el sector público evade y el privado es perseguido por imitarlo.

Muy bien por Herrara y Esquivel. Muy mal por el Presidente. ¿Cuándo serán excluidos del círculo de Palacio Nacional? Al tiempo.

Carlos Matute González

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I

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