Cultura

Traducir una obra te obliga a dar saltos al vacío, dice Nuria Barrios

Entrevista. “Cuando se dice que la traducción supone una reescritura, ésta tiene el doble sentido: uno vuelve a escribir lo ya escrito y uno tiene que recrear partes que no tendrían sentido si sólo se volcaran de forma literal del otro idioma al del traductor”, indica la autora de Todo arde.

Traducir una obra te obliga a dar  saltos al vacío, dice Nuria Barrios

Traducir una obra te obliga a dar saltos al vacío, dice Nuria Barrios

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Nuria Barrios (Madrid, 1962) lee las obras del irlandés John Banville y Benjamin Black como si fuera un mecánico que observa el motor de un coche para entender la función de cada pieza. Así describe la autora el trabajo de traducción al español que hace de las novelas del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2914 y Premio Franz Kafka 2011.

Crónica presenta una entrevista con Barrios a propósito de su participación en dos foros del Hay Festival Digital Querétaro 2020, a celebrarse del 2 al 7 de septiembre (https://www.hayfestival.com/queretaro/inicio)

“Defino la traducción como una mezcla de trabajo artesano. Hay que tomar decisiones lingüísticas para expresar lo que quiere decir el autor al que uno traduce. No existen las traducciones literales, tienes que encontrar otra forma de expresarlo, siempre muy fiel al sentido que él ha expresado, eso te obliga a dar saltos en el vacío”, comenta Barrios.

La también autora de Ocho centímetros y Todo arde, ha traducido gran parte de las 16 novelas escritas por John Banville, y de las 11 obras que el escritor irlandés ha firmado con el seudónimo Benjamin Black. Entre éstas, destacan La guitarra azul, La rubia de ojos negros y Muerte en verano.

“Cuando se dice que la traducción supone una reescritura, ésta tiene el doble sentido: uno vuelve a escribir lo ya escrito y uno tiene que recrear partes que no tendrían sentido si sólo se volcaran de forma literal del otro idioma al del traductor”, indica.

—¿Hay un límite para la libertad del traductor?

—El hecho de que sea escritora hace que sienta un inmenso respeto hacia la novela que tengo que traducir porque sé el trabajo que supone escribir una novela. Lo sé por experiencia propia, sé las horas que uno echa para encontrar la frase adecuada. Parto de ese respeto.

“Ser escritora me permite esos saltos al vacío, esa parte de audacia creativa que me da seguridad. Trabajo con el lenguaje y entonces tengo ahí un entrenamiento, el instinto y mi propia intuición desarrollada. Eso me permite tomar decisiones muy difíciles con un margen grande de seguridad”, responde.

Barrios expresa que traducir tiene mucho del proceso que siguen los actores para adentrarse en un rol.

“Cuando inicias a traducir, normalmente para mí, las primeras fases son más difíciles porque tengo que entrar en el molde de otra forma de escribir, de expresar, tengo que encontrar el camino, pero llega el momento en que ya estoy dentro de Banville o de Black, ya he agarrado la onda, estoy en sintonía con su lenguaje”, comparte.

Los traductores encuentran soluciones en el propio cerebro, agrega. “El traducir tiene un componente de trabajo de pico y pala, y otro de descubrimiento, lo inesperado del lenguaje. Eso hace este trabajo tan interesante”.

—¿Los premios a escritores también son un reconocimiento a los traductores?

—El trabajo del traductor cada vez es más reconocido, antes los traductores no aparecían en la portada de los libros, no estaba su nombre, aparecían dentro en un cuerpo de letra tan pequeño que casi no se encontraba. Eso ha cambiado.

“Las editoriales, al menos en Alfaguara que edita a Banville y a Black, tienen la política de colocar el nombre del traductor siempre en la portada, en un lateral. Sobre los premios, me alegro mucho por él porque no sólo le tengo una gran admiración como escritor, sino le tengo una enorme simpatía como persona”, señala.

—¿Banville y Black tienen alguna relación especial con el español?

—Personalmente diría que no saben español, pero sí tiene muy buenos amigos hispanohablantes y le pasa lo mismo con otros idiomas, él pregunta y se fía mucho de lo que le dicen cuando le comentan que la traducción se lee muy bien.

Nuria Barrios asevera que su trabajo de traducción es una escuela para escribir.

“Banville me ha enseñado a observar un texto con mucho detalle. No hay un lector más atento que un traductor. Siempre he leído sus textos como si fuera un mecánico ante el motor de un coche que tiene que ver cada una de las piezas que hacen que el motor funcione. Personalmente es valiosa la importancia que siempre le al paisaje en sus novelas, a la naturaleza y al cielo. Eso, de alguna forma, sí lo he incorporado en mi escritura”, destaca.

—¿Te gustaría traducir a otros autores?

—Las traducciones las selecciono porque soy escritora y la traducción es un trabajo que lleva mucho tiempo, tengo que organizarme muy bien para poner cada cosa en el tiempo que le corresponde. Banville es un autor tan prolífico que tampoco me deja mucho tiempo para traducir a otros.

Por último, Barrios comenta que actualmente escribe sobre el momento en que inició la pandemia. “El mundo se ha convertido en un lugar muy extraño, estoy escribiendo lo que significó el inicio del confinamiento, la incertidumbre”.