Opinión

Transformar desde el corazón

Transformar desde el corazón

Transformar desde el corazón

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Hablar del corazón es hablar de nosotros mismos, es una parte muy íntima y protegida del ser, que no a cualquiera le damos fácil acceso, incluso es como una zona natural protegida, casi como un santuario, donde yacen los manantiales más puros del sentir humano. Sin embargo, cuando no se tiene el cuidado necesario o las circunstancias de vida son adversas a la paz, pueden gestarse los más horrorosos y crueles sentimientos como es el odio, el rencor y la venganza, los cuales son capaces de generar acciones exterminadoras, nocivas, torturantes, inhumanas, incluso autodestructivas. Hablar del corazón no es tarea fácil, sin embargo, en la sabiduría de la psique colectiva, sabemos que cuando tenemos un sentimiento de amor, admiración, sorpresa, alegría, gratitud o preocupación, de forma natural llevamos las manos al corazón para compenetrarnos más con nosotros, a través del mismo tacto, para abrazar esos sentimientos.

El corazón además de tener la función de bombear la sangre a todo el cuerpo, influye en la presión sanguínea y se encarga en producir hormonas fundamentales. Los nuevos descubrimientos neurocientíficos están dando a luz nuevos conocimientos que develan al corazón como un órgano autónomo e inteligente. Para las culturas ancestrales, el corazón es de vital importancia, se le otorga un lugar privilegiado para la toma de decisiones. El Dr. Miguel León Portilla, en su labor de recuperar la filosofía náhuatl, menciona que “el sentido del corazón es señalar el dinamismo del yo“, “el corazón (yollotl –voz derivada de yoli, “él vive”-), significa literalmente “vitalidad”, es decir aquello que confiere dinamismo al yo. El yollotl entre otras funciones posee la de anhelar algo, algo que aparece buscando la poesía y el saber. Para San Francisco de Asís, quien recupera “los derechos del corazón”, reconoce que es el lugar central que da al sentimiento y a la ternura que se da en las relaciones humanas y cósmicas. Para Brihadaranyaka y Chandogya, dos de los más viejos Upanishads del misticismo hindú, consideran que `el corazón’ es la región donde reside el ser trascendental encarnado.

El neurocardiólogo J. Andrew Armour descubrió que el corazón contiene un sistema nervioso, con 40.000 neuronas, es decir un 60% de células nerviosas son idénticas a las del cerebro, así mismo también tiene neurotransmisores, proteínas y células de apoyo, por lo tanto el corazón tiene la capacidad de aprender, recordar, procesar, sentir y percibir de manera autónoma, almacenando información en la memoria de corto y largo plazo. El Dr. Armour por este descubrimiento fue quien acuñó el término Heart Brain, cerebro del corazón.

El campo magnético que genera el corazón llega a expandirse varios metros alrededor del cuerpo, también sincroniza diversas funciones orgánicas para que operen en armonía. El corazón envía más información al cerebro de la que el cerebro le envía al corazón.

Como podemos comprender, hay muchas cosas que desconocemos del corazón, sin embargo la intuición puede ser la mejor guía para descubrirlas. La inteligencia meramente racional, fría y calculadora, se ha desvinculado del corazón y nos ha llevado a vivir “en cierta paz” por temor a la guerra, sin embargo es una falsa paz, puesto que las bombas atómicas, nucleares y todo el desarrollo bélico, nanotecnológico y ahora con los drones, ponen en jaque la evolución de la inteligencia humana. Por ello surge esta necesidad de buscar otras inteligencias, como es la inteligencia emocional y la inteligencia del corazón, para que realmente generemos la transformación y renacer.

Se recomienda hacer meditaciones sobre la compasión y bondad, así como respiraciones centradas en el corazón, para ejercitar esa inteligencia que yace en cuando uno de los corazones.

El planeta no tolera más infelices, enfermamos(as) y degenerados(as) mentales nosotros(as) mismos(as) ya no podemos seguir permitiendo o que se engendren seres humanos sin corazón, sin sentimientos, sin empatía, sin compasión, sin bondad y sin amor. Esos seres humanos que asesinan y torturan a sangre fría a mujeres, hombres, jóvenes, señoritas, niñas, niños, bebés; como sucedió recientemente con Ingrid Escamilla y la pequeña Fátima. Sino entendemos que hemos errado como mexicanos, más allá de cualquier corriente de derecha o de izquierda, ¿entonces como podremos rectificar? Este mundo requiere personas felices, que se amen, se quieran, se escuchen, que se platiquen para llegar a puntos de convergencia y que se aplique todo el peso de la Justicia.

Ejercitemos el corazón, sanémoslo y aprendamos de su inteligencia.

Con amor desde el amor.

Escrito con mi compañera de vida Martha Adriana Morales Ortiz “witzilin”.

Twitter: @CésarG_Madruga
madrugacesardaniel@gmail.com