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Tras 9 años de tocar puertas fundamos la primera Escuela de Perros Guía para Ciegos en AL

Nuestra institución cuenta con las instalaciones adecuadas para la crianza de estos perritos que tienen la misión de ser los ojos de las personas ciegas, señaló a Crónica Silvia Lozada Badillo, directora y fundadora de este centro. Con el apoyo del Club Rotarios de la Ciudad de México, de mis compañeros de la preparatoria y de mi familia pude ir a la escuela Leader Dogs for the Blind en Rochester, Michigan, en EU, donde me dieron a mi primer perro guía en 1982.

Tras 9 años de tocar puertas fundamos la primera Escuela de Perros Guía para Ciegos en AL

Tras 9 años de tocar puertas fundamos la primera Escuela de Perros Guía para Ciegos en AL

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Segunda parte

Después de nueve años de tocar puertas de las autoridades y de empresas privadas a las que presentamos nuestro proyecto de fundar una Escuela de Entrenamiento para Perros Guía para Ciegos, finalmente el 4 de noviembre de 1997, y tras varios obstáculos que enfrentamos, se inauguran nuestras instalaciones, que cuentan con 40 perreras, un jardín para recreo canino, un hospital veterinario, una área de rehabilitación para personas con discapacidad visual y otra área de dormitorios, en donde las personas que vienen por un perro guía viven por 28 días mientras se familiarizan con el perrito que será su guía y compañero.

Nuestra institución cuenta con las instalaciones adecuadas para la crianza de estos perritos que tienen la misión de ser los ojos de las personas ciegas, señaló a Crónica Silvia Lozada Badillo, directora y fundadora de este centro, quien compartió los desafíos que ha enfrentado desde niña, así como sus metas.

En su oficina se siente calidez y tranquilidad, sobre una de las paredes destaca un cuadro con la frase: “La palabra IMPOSIBLE no está en mi vocabulario”, al que rodean decenas de reconocimientos y diplomas entregados a la directora y a la escuela, por su dedicación en esta misión de ayudar y aportar herramientas a las personas que por alguna situación perdieron la vista.

—¿A partir de qué momento inician los desafíos de Silvia Lozada?

—A partir de los tres años de edad pierdo la vista. Mi mami se mueve del campo (Atotonilco el Grande, en el Estado de Hidalgo) hacia la Ciudad de México para buscar atención médica y al saber que la ceguera era irreversible decide inscribirme en la escuela para niños ciegos, donde hice el kínder y la primaria. Ahí aprendí el sistema braille, a cocinar, lavar, planchar, tejer, jugar, a cantar, a tocar un instrumento musical, y todo eso me permitió después integrarme a una escuela secundaria regular y posteriormente a la preparatoria de la UNAM y luego a la Universidad para estudiar la licenciatura en Derecho. Además, con el apoyo de mi mami aprendí a tener el carácter para fundar la Escuela de Perros Guía para Ciegos.

—¿Como estudiante enfrentó discriminación?

—Sí, cuando salí de la primaria para ingresar a la secundaria, en muchas escuelas no me permitieron inscribirme por ser una niña ciega, hasta que encontramos una escuela privada que quedaba a una hora de distancia de mi casa. Afortunadamente la UNAM síi es una universidad accesible y por lo mismo pude entrar a la preparatoria 2 y luego continué con la licenciatura en Derecho.

—¿Cómo llega a usted su primer perro guía?

—Yo estaba en el primer año de la prepa, tenía entonces 19 años y me desplazaba con el bastón desde mi casa a la preparatoria, pero yo quería mejorar mi movilidad; sabía que había perros guía, pero sin internet en aquel momento para conseguir datos no fue fácil. Afortunadamente, encontramos la información y logramos, con el apoyo del Club Rotarios de la Ciudad de México, de mis compañeros de la preparatoria y de mi familia ir a la escuela Leader Dogs for the Blind en Rochester, Michigan, en Estados Unidos, donde me dieron a mi primer perro guía en 1982. Era una pastor Alemán de nombre Duches, muy inquieta, muy inteligente que tenía una capacidad enorme de movilidad, se desplazaba muy rápido y yo también me sentía libre al tener a esa perrita. Cuando uno siente esa independencia y esa libertad consideras que es importante que también otras personas ciegas tengan un perro guía, por eso después decidí fundar la institución.

—¿Tuvo algún problema con su perrita guía entrenada en Estados Unidos para adaptarse a las calles en la Ciudad de México?

—Sí, un perrito que es entrenado en otro país tiene que pasar por un proceso de reentrenamiento y adaptación al clima y a todos los distractores que hay en la calle. La persona ciega que tiene el apoyo de un perro guía debe ser muy capaz de resolver cualquier situación para que el perro pueda desplazarse adecuadamente y ser paciente, porque se trata de un ser vivo que tiene que adaptarse a los obstáculos que hay en las calles mexicanas.

—¿En qué momento decide fundar esta escuela para perros guía?

—El 1 de agosto de 1988 inicio el proyecto de la primera escuela de entrenamiento de perros guía para ciegos en América Latina. Yo era voluntaria de una institución que se llama Discapacitados visuales IAP, y fue en ese momento cuando inicié el proyecto tocando puertas de diferentes autoridades para encontrar un terreno donde construir la escuela y después de encontrar el terreno en 1995, tocar la puerta del Nacional Monte de Piedad para que nos apoyara con el financiamiento de la construcción. El 4 de noviembre de 1997 finalmente se inauguran nuestras instalaciones que cuentan con 40 perreras, un jardín para recreo canino, un hospital veterinario, un área de rehabilitación para personas con discapacidad visual, un área de dormitorios, en donde las personas que vienen por un perro guía viven por 28 días, y un estacionamiento.

—¿Con cuántos perritos empieza la escuela?

—Con cinco que fueron donación de la gente y que seleccionamos con ese fin. Esos perritos de entrenaron y graduaron en mayo de 1998.

—¿En los 21 años que tiene la escuela cuantos perritos han formado?

—Hemos entrenado como 300 perros, pero se han graduado 125 binomios. Eso significa la integración de una persona ciega con su perro guía.

—¿Cuántos perritos han entregado para ser guías de personas ciegas fuera de México?

—Cuatro, dos en Guatemala, uno en Costa Rica y otro en Chile.

—¿Cómo se mantiene esta escuela para seguir con su misión?

—Nuestra principal fuente de ingresos es el hospital veterinario que tenemos en la escuela, además de que contamos con donaciones de importantes empresas que confían en nuestra labor. Aunque tenemos pocas donaciones y hemos hecho llamados a la comunidad a apoyarnos: si mil personas donaran 200 pesos al mes, nuestra escuela crecería más y ampliaríamos nuestros objetivos que es auxiliar a las personas que llegan con nosotros en una nueva etapa de su vida para ser autosuficientes.