Opinión

Tres opciones para la ciencia en México

Tres opciones para la ciencia en México

Tres opciones para la ciencia en México

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Adolfo Martínez Palomo*

Desde hace más de setenta y cinco años el país ha impulsado el desarrollo científico. Hoy, ante los deseos de cambio, nos enfrentamos a tres posibilidades.

1. ¿Seguir como siempre? Por un lado, se ha establecido gradualmente una infraestructura científica sólida, se ha dado continuidad a programas de becas generosos con los que se han formado miles de profesionales, se ha alcanzado liderazgo mundial en varias áreas y, sin duda, se han producido resultados positivos en la generación de nuevo conocimiento y se han encontrado soluciones que benefician a la sociedad.

Por otro lado, los apoyos han sido inciertos, irregulares, ­desiguales y en ocasiones han otorgado beneficios innecesarios a la industria. El sistema científico tiene más proyectos que investigadores; esta pulverización es consecuencia de la falta de definición prioridades nacionales, culpa tanto de las instituciones como del gobierno, incapaces hasta ahora de definir, estimular y orientar avenidas de oportunidad que podrían hacer al país más competitivo a través de la ciencia.

Hoy, ante este escenario, lo único que tenemos claro es que el nuevo gobierno no tiene contemplado seguir apoyando la ciencia “como siempre”.

2. ¿Desmantelar la ciencia? Esta segunda opción es absolutamente inadmisible ya que, de no corregir la tendencia actual de los recortes sin sentido, de las amenazas a las autonomías, de las iniciativas de autoritarismo centralizador, de la falta de diálogo con la comunidad y de continuar el menosprecio de los investigadores, lo construido durante décadas irá desapareciendo. El daño sería irreparable. No sería la primera ocasión que aparece esta amenaza. Hace años asistí a una reunión del consejo directivo del Conacyt en Los Pinos, en presencia del Presidente, en la que un secretario de Estado sugirió que todos los recursos que se destinaban entonces a la ciencia se canalizaran sólo a la industria. Ante el silencio indiferente de los otros secretarios presentes, el Presidente abandonó malhumorado la sesión… y no pasó nada, como ha sido costumbre en esas reuniones.

3. Construir una verdadera política científica de estado.  Lo hizo Corea del Sur: en pocas décadas definió objetivos comunes basados en consensos. El resultado ha sido notable: el país pasó de ser una nación pobre a ser una industrializada. Por el momento, para nosotros no ha sido buen augurio que el nuevo Plan Nacional de Desarrollo dedique tan sólo un párrafo pequeño a la ciencia. Sin embargo, hay tiempo para revertir estas señales, tal vez causadas por el deseo de encontrar una alternativa a seguir con la política del “como siempre”. Hay, sobre todo, una comunidad científica dispuesta a colaborar en la definición de los lineamientos que hagan realidad una verdadera política de ciencia y tecnología: una política en la que los jóvenes interesados en la ciencia encuentren la razón para unirse a la tarea de forjar un país mejor a través del uso de la inteligencia.

* Exdirector del Cinvestav, miembro de El Colegio

Nacional y Premio Crónica 2010 en el área de Ciencia y Tecnología