La marcha de ultras armados hasta los dientes en torno al Capitolio de Richmond, capital de Virginia, se celebró ayer sin incidentes graves por la fuerte presencia policial, pero supone un desafío al intento de la dos cámaras del congreso estatal (por primera vez en un cuarto de siglo con las dos controladas por los demócratas) de endurecer las leyes para un mayor control de armas.

El presidente Donald Trump aprovechó la marcha armada para arremeter: “El Partido Demócrata en la gran Virginia está trabajando duro para eliminar los derechos de la Segunda Enmienda. ¡No dejen que ocurra, Voten republicano en 2020!”

Las autoridades temían un posible estallido de violencia, similar al ocurrido en agosto de 2017 en Charlottesville,Virginia, donde un neonazi mató a una persona durante las protestas por la decisión de la Alcaldía de retirar una estatua en memoria de la Confederación.