Opinión

Un modelo cultural para México (primera parte)

Un modelo cultural para México (primera parte)

Un modelo cultural para México (primera parte)

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Esta semana participé en un coloquio sobre políticas culturales en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, una iniciativa coordinada por el escritor y gestor cultural Nicolás Alvarado.  Con el tema “Grandes modelos de política cultural”, en el espacio de una hora que destinamos a la conversación apenas nos dio tiempo de esbozar algunas ideas. Comparto aquí, con mayor amplitud, mi intervención.

Cuando pensamos en un modelo ejemplar de política cultural en el último siglo, la del Reino Unido se presenta como una historia admirable.

Difícil imaginar que la gran potencia imperial que dominó el planeta a lo largo del siglo XIX, con no pocos desplantes de violencia; el país que patentó la explotación capitalista; el país del conservadurismo victoriano, que hizo de la guerra,  la esclavitud, la piratería y el saqueo las principales fuentes de su riqueza en los dos siglos anteriores, y que se involucró en las dos guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX, sea ahora, ante los ojos del mundo, un modelo internacional en materia de políticas culturales.

Dos elementos, entre muchos otros, ayudan a explicar esta transición: la creación oportuna de instituciones culturales en los últimos cien años, que habrían de evolucionar y consolidarse a lo largo de las décadas; y la lectura oportuna de su tiempo histórico, es decir, la construcción de una narrativa diferente a la del pasado para explicar a los demás —y para explicarse a sí mismos— el papel primordial de la cultura, esto es, de lo “británico”, en la conformación de una nación y de una sociedad.

Distingo al menos cuatro momentos clave a lo largo del siglo XX que explican el ascenso del Reino Unido ya no como la potencia imperial y expansionista que fue, sino como el país constructor de un modelo de política cultural exitosa, cuyo ejemplo ha nutrido las experiencias de otros países:

1.

La creación de la BBC en 1922, recién terminada la Primera Guerra Mundial, es el primero de estos momentos clave del siglo cultural británico. La BBC, como ejemplo de un medio de comunicación de propiedad pública, resume en casi ya un siglo de historia la evolución tecnológica de los medios de comunicación y el papel que desempeñan como entidades productoras de cultura, identidad y conocimiento. La BBC produce cultura desde hace un siglo y la pone en circulación por todo el mundo, así de simple y así de crucial su aportación cultural.

A la vuelta de una centuria la BBC se convirtió en una plataforma multimedia con presencia global;  pasaría de la radio a la televisión, y de la televisión analógica a los contenidos digitales; incursionaría más tarde en la producción cinematográfica; en la producción de muy diversos contenidos educativos, culturales científicos y de entretenimiento; se consolidaría como una agencia de noticias con presencia en todo el globo, y como un referente mediático  que ratifica la pertinencia de un medio de propiedad estatal, que puede a su vez transitar a esquemas mixtos de propiedad (pública y privada), con altos niveles de rentabilidad, y sin dejar de ser en toda esta evolución una de las grandes instituciones culturales del Reino Unido.

2.

La fundación del British Council en 1934, en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, en pleno ascenso del fascismo, los nacionalismos exaltados y los totalitarismos políticos que amenazaban a la democracia  en Occidente.  Su creación fue la respuesta del Reino Unido para con­trarrestar las amenazas que se cernían sobre el planeta con las herramientas de la cultura y la educación en un periodo de extrema emergencia.

Ya en plena guerra, y mientras Londres era intensamente bombardeada por la aviación nazi, en 1943 se abrió la oficina del British Council en México, en un contexto donde las relaciones británico-mexicanas se habían dañado sensiblemente tras la expropiación petrolera de 1934. Al término de la guerra y a partir de la década de los cincuenta, el British Council dio a su vez un giro fundamental al ser el encargado de traducir en clave de cooperación educativa y cultural los retos que enfrentó la etapa británica poscolonial. Éste es el giro en las narrativas de lo nacional y de lo cultural al que me he referido líneas arriba.

El viejo imperio británico, en sus postrimerías, debía encontrar nuevos lenguajes y nuevos esquemas para establecer una relación diferente consigo misma, pero también con sus antiguas colonias y  con el resto del mundo. El British Council ha sido pues un modelo paradigmático de la transición de la lógica imperial y expansionista del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, a los modelos de la cooperación internacional para el desarrollo que se impusieron tras los horrores y estropicios de dos guerras mundiales y una violenta etapa poscolonial a nivel planetario.

A poco más de ocho décadas de haberse creado, el British Council es probablemente la organización cultural  y educativa más grande del planeta, con representación en 120 países y una gigantesca operación global que, sorprendentemente, sólo recibe el 25 por ciento de su presupuesto mundial del erario británico.

Es una organización mayoritariamente autosustentable, que ha encontrado en el idioma inglés una herramienta extraordinaria para generar recursos, a través de la enseñanza de la lengua, los exámenes de acreditación y un muy variado portafolio de servicios y esquemas de colaboración en los que participan la comunidad creativa y las instituciones culturales de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte, en diálogo con el resto del mundo.

3.

Cuando la BBC organizó en 1967 la primera transmisión satelital en vivo,  que conectó en una misma señal a buena parte del planeta, con 400 millones de televidentes en 31 países —entre ellos México—, y cuyo segmento estelar lo protagonizaron los Beatles cantando All you need is love, el Reino Unido y sus políticas culturales ratificaron en ese momento histórico al menos tres atributos innegables: su liderazgo mundial en materia de telecomunicaciones; su capacidad para propiciar un nuevo diálogo intercultural en plena Guerra Fría; y su enorme poderío como creador y protagonista de la nueva cultura icónica mundial, con los Beatles a la cabeza.

El Reino Unido ha sido una fábrica incesante de productos y manifestaciones icónicas para el paisaje cultural del siglo XX. En diversos momentos, como el 25 de junio de 1967, sus políticas culturales han entendido esa riqueza, la han fomentado, multiplicado y proyectado al mundo entero. De nuevo, una narrativa diferente, compleja, cosmopolita e innovadora, con la cual mirarse al espejo de la cultura contemporánea, y al mismo tiempo proyectar dicho reflejo al resto del planeta, ha sido un elemento clave del modelo cultural británico.

Frente al flematismo victoriano de la era imperial, la carismática aparición por cadena global de cuatro jóvenes de Liverpool entonando un himno al amor y a la paz, hasta convertir a su canción en el anatema de toda una generación.

4.

Ya por cerrar el siglo XX, en 1998, el Reino Unido dio a conocer el mapa de sus industrias creativas, el primero de su tipo en toda la historia. Se trataba del primer estudio en el mundo que arrojaba información puntual sobre el aporte de la cultura al desarrollo económico del país: 8 por ciento del PIB británico en aquel año.

NESTA, la organización encargada del estudio —creada ese año con dinero público proveniente de la Lotería Nacional—, sentaría las bases de una nueva manera de entender  la cultura y  las políticas culturales en el mundo entero.

De nuevo se presentaba aquí un cambio fundamental de paradigma: tras los años dolorosos de la transición posindustrial  en la era de Tatcher, la economía del Reino Unido tenía que reconvertirse por completo y  es en ése  momento que la economía de la cultura,  a lo que entonces se le llamaron  “industrias culturales” y hoy reconocemos como el “ecosistema de la economía creativa”, pusieron al Reino Unido y a su producción cultural en la ruta de la creatividad, la innovación y la revolución digital del siglo XXI. (continuará)

edbermejo@yahoo.com.mxTwitter: @edbermejo