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Un poco de fuerza para seguir la vida

Juanita, como la llaman los vecinos, renta un diminuto cuarto en la periferia de Tláhuac, por 600 pesos al mes, “porque la dueña es muy buena gente y me ha dejado quedar”.

Un poco de fuerza para seguir la vida

Un poco de fuerza para seguir la vida

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Doña Juana González no sabe ni qué edad tiene. “Setenta y tantos, por ahí debe andar mi papel”, responde ante la insistencia y entre apuros, porque ha estado enferma los últimos tres días.

Los ojos llorosos, la fatiga y la voz áspera reflejan su malestar, pero cómo podría ella, sin ningún apoyo, desorientada, indispuesta y sin dinero, confirmar o sobrellevar el posible contagio de nuestros días.

Si habría de describir la soledad sería su nombre… Su esposo murió hace ocho años y aunque tuvo cinco hijos, perdió ya la cuenta de las últimas visitas.

Juanita, como la llaman los vecinos, renta un diminuto cuarto en la periferia de Tláhuac, por 600 pesos al mes, “porque la dueña es muy buena gente y me ha dejado quedar”.

Vive de la venta de ropa, zapatos y otras mercancías usadas. Todos los días monta su puesto en un muro aledaño a su pieza de alquiler, pero no lo ha podido hacer en estas jornadas de enfermedad.

“He comido los frijolitos que tenía guardados, o lo que alguien me acerca, sólo le pido a Dios que no tenga el virus y que me dé fuerza para poner mi puestecito y seguir la vida”...