Cultura

Un reto es evitar que la ciencia se separe cada vez más de la vida cotidiana

“Como sucedía hace ya muchos años, en que la mayoría no sabía leer ni escribir, salvo algunos pocos, ahora somos analfabetas científicamente, incapaces de entender y de tener la capacidad de participar en esta nueva búsqueda del saber”.

“Como sucedía hace ya muchos años, en que la mayoría no sabía leer ni escribir, salvo algunos pocos, ahora somos analfabetas científicamente, incapaces de entender y de tener la capacidad de participar en esta nueva búsqueda del saber”.

Un reto es evitar que la ciencia se  separe cada vez más de la vida cotidiana

Un reto es evitar que la ciencia se separe cada vez más de la vida cotidiana

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La forma en que el desarrollo de la ciencia y la tecnología afecta nuestro modo de vida, es evidente. En la actualidad el número de teléfonos celulares es enorme y lo que éstos representan para niños y jóvenes que batallan para vivir cuando carecen de conexión a internet, demuestra que la falta de telefonía puede convertirse en un problema gravísimo, afirma Jaime Urrutia Fucugauchi, integrante de El Colegio Nacional.

El ingeniero geofísico sostiene que las innovaciones, hallazgos y descubrimientos de la humanidad, han sido el factor de cambio de las sociedades a lo largo del milenio; la ciencia y la tecnología son elementos de transformación.

“El cambio en las sociedades se ha dado a ritmos más acelerados cada vez”. La última gran transformación que se dio fue la Revolución Industrial con el advenimiento de las máquinas de vapor, y en los últimos 70 años, el ritmo de descubrimientos ha sido cada día más acelerado. Este aceleramiento, da lugar por ejemplo, a que usemos un teléfono, pero ignoremos cómo funciona”, sostiene el colegiado, quien en febrero de año en curso dictó la conferencia En la búsqueda del saber.

Lo que denominamos ciencia, en realidad ha sido la forma en que las sociedades se han desarrollado. “Si analizamos la historia desde el punto de vista de las innovaciones, nos damos cuenta del poder que tiene lo que hoy llamamos ciencia para el desarrollo social”.

El ingeniero geofísico, especializado en paleomagnetismo y geofísica nuclear, asevera que a diferencia de ciertas leyes hechas por el ser humano, a las leyes de la física no se les puede “dar la vuelta”, No importa qué se opine, o si se vote a favor o en contra.

La ciencia no debe ser vista como un gasto, sino como una inversión para el futuro, porque la ciencia, la innovación y la tecnología son la base de la sociedad del conocimiento, enfatiza.

Al hacer referencia a las distintas etapas históricas, Jaime Urrutia Fucugauchi, menciona el descubrimiento del fuego, su control y los diversos usos aplicados, así como al desarrollo de la agricultura, la domesticación de los animales y el progreso de los primeros centros humanos, a partir de que las personas dejaron de ser nómadas, como parte del proceso en el avance del conocimiento.

Para el colegiado, entre los retos actuales se encuentra evitar que la ciencia se separe cada vez más de nuestra vida cotidiana. “Como sucedía hace ya muchos años, en que la mayoría no sabía leer ni escribir, salvo algunos pocos, ahora somos analfabetas científicamente, incapaces de entender y de tener la capacidad de participar en esta nueva búsqueda del saber”.

Evitar el analfabetismo científico es el desafío actual de las universidades que deben pasar de ser escuelas que enseñan los conocimientos aprendidos, a ser colegios con la capacidad de desarrollar conocimiento, “que su objetivo principal ya no sea enseñar, sino, precisamente generar el nuevo conocimiento como pilar fundamental”.

Si bien hay todavía muy pocas universidades con dicha característica, también es cierto que existen limitantes de índole económico, subraya el geofísico, quien agrega que a mayor Producto Interno Bruto, un país posibilita una mayor capacidad de innovación y creación. En este esquema, advierte que México tiene una capacidad muy limitada de generar conocimiento, “y corremos el riesgo de irnos todavía más abajo”.

Como ejemplo del esfuerzo para generar conocimiento con capacidad de estructura y de organización a partir de una visión clara y estratégica, Jaime Urrutia Fucugauchi menciona a China, país que en un par de décadas pasó, de ofrecer al mundo objetos baratos de mala calidad, a constituirse en uno de los principales países productores de conocimiento.

El geofísico, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009, destaca que sólo ocho países producen el 85% de la ciencia en el mundo, y el resto, el 15%. De éstos, 163 pertenecientes a la Organización de Comercio y Desarrollo Económico (OCDE), producen el 2.5% de ciencia. En América del Sur, Brasil es el que cuenta con mayor número de investigadores, seguido, sólo por Argentina y México, que en materia de calidad de educación para la investigación, es extremadamente deficiente.