Opinión

Una consulta (laboral) que sí es relevante

Una consulta (laboral) que sí es relevante

Una consulta (laboral) que sí es relevante

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Está prevista, para los días 17 y 18 de agosto, una consulta que, a primera vista, parece ser de un problema meramente local, pero que resulta mucho más relevante. Se trata de la votación entre los trabajadores de la planta General Motors de Silao, para ver si consideran legítimo su contrato colectivo de trabajo.

La votación estará a cargo del sindicato titular del contrato (el Sindicato Miguel Trujillo López, adscrito a la CTM) y las autoridades de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Sin embargo, estarán presentes como observadores, representantes del INE, de la Organización Internacional del Trabajo (que vienen de distintas partes del mundo) y, también, de sindicatos de Estados Unidos y Canadá.

El asunto se inscribe dentro del acuerdo de nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, que tiene entre sus elementos la promoción de la democracia sindical y la libre decisión de los trabajadores respecto a los contratos que definen sus condiciones de trabajo, sus salarios y sus prestaciones.

El alegato es que el contrato colectivo en esa planta de la General Motors no está legitimado por los trabajadores, y es el caso típico de un “contrato de protección” entre un sindicato no representativo y la empresa.

De hecho, esta es la segunda vez que se intenta hacer la consulta. La primera, en abril, terminó con disturbios que orillaron a suspenderla. De ahí, la participación ahora de observadores nacionales e internacionales.

La planta de GM en Silao no es cualquier cosa. Se trata de una inversión multimillonaria. Ocupa más de 200 hectáreas de terreno y a 6 mil 500 trabajadores, que trabajan en tres turnos y ganan entre 5 mil y 20 mil pesos mensuales, según el nivel técnico. Está robotizada en buena parte. Produce cerca de 400 mil vehículos al año: más de mil al día. Es una de las fuentes más importantes de empleo en la zona y, también, una fuente importante de divisas para el país.

Es evidente que el interés, tanto de la empresa como del sindicato titular y la CTM, es que el contrato sea validado por la mayoría de los trabajadores. Y tanto el sindicato como la central han dejado claro que no les gusta la idea de la consulta (el sindicato ha pedido una nueva posposición, que no le fue concedida). El líder sindical, Tereso Medina, priista, ex senador y actualmente diputado electo, se opuso desde el principio, a la reforma laboral reciente y a los apartados laborales del T-MEC. El de Silao es uno de los muchos contratos laborales que maneja.

Y también es evidente que el interés de los sindicatos de Estados Unidos y Canadá es que la mayoría decida que el contrato no es legítimo. Durante décadas han argumentado que los bajos salarios de los obreros mexicanos son una de las razones principales por las que las empresas emigran de las naciones ricas de América del Norte, y debilitan al sindicalismo en sus países. El hecho es que los trabajadores mexicanos ganan entre cinco y ocho veces menos que sus contrapartes, por trabajo similar.

Lo que estamos viendo es un efecto de la globalización, de la internacionalización de los procesos de producción y trabajo. Recordemos que, desde hace más de tres décadas, los procesos productivos se han disgregado: distintas fases se realizan en diferentes países. Mientras que las nuevas generaciones de técnicos especializados y trabajadores intelectuales ingresaron al mercado de trabajo en los países desarrollados, en las naciones que se integraron al sistema mundial de manera subordinada -como México- se dio un proceso de abaratamiento relativo de la mano de obra. Al mismo tiempo, se acabaron los “años de oro” para los trabajadores manuales en los países ricos.

Al irse agotando, social y económicamente, este modelo dual, surgen las presiones políticas para revertirlo. Eso no es algo sencillo, porque las empresas buscarán siempre reducir los costos laborales. Pero es ahí donde se inscriben tanto la nueva normatividad laboral mexicana como la inclusión del tema en los acuerdos comerciales multinacionales.

Es en esa tensión entre las nuevas condiciones y las viejas prácticas, usos y costumbres, que se realiza la votación en una de las plantas más emblemáticas de la transformación de los últimos años. Una tensión, platican quienes siguen de cerca el proceso, que se respira en el ambiente.

Mientras que la defensa del contrato colectivo vigente es abierta, los opositores -algunos organizados; otros no- lo hacen de manera soterrada. Unos cuantos tienen relación con los sindicatos del norte, en la lógica de que la internacionalización del capital llama a que los trabajadores hagan algo similar. La reacción esperable de la CTM es acusar a las organizaciones sindicales extranjeras de presiones indebidas.

Independientemente del resultado de la elección -pero más si el contrato colectivo es rechazado-, debe quedarnos claro que las transformaciones en el mundo productivo están provocando ya una metamorfosis en el mundo sindical, al menos, por ahora, en las grandes empresas ligadas al sector exportador.

Será cada vez más difícil que, en esa materia, México siga siendo una especie de isla intocada. Y eso no es poca cosa.

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