Opinión

Virus social

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El valor de la nación no es otra cosa que

el valor de los individuos que la componen.

John Stuart Mill

En 1969, Philip Zimbardo, profesor de la Universidad de Stanford, realizó un experimento que consistió en abandonar dos autos, de las mismas características, en zonas económicamente opuestas en los EUA. El primero en el condado del Bronx (NY), sin matrículas y con las puertas abiertas, fue inmediatamente vandalizado y, a los pocos días, no quedó en él nada de valor. El otro auto, colocado en una zona rica de Palo Alto, California, seguía intacto al cabo de una semana. Entonces, Zimbardo lo abolló un poco a martillazos y el resultado fue que, al cabo de un rato, el auto quedó tan desvalijado como el del Bronx.

Este experimento social dio paso a la llamada Teoría de las Ventanas Rotas (Wilson y Kelling), según la cual si en un inmueble la gente advierte un desperfecto (concretamente una ventana rota) que no se repara rápido, lo más probable es que el deterioro se multiplique, es decir, que la gente rompa más ventanas. El mensaje fue uno y muy contundente: con independencia de la capacidad económica de las personas y otros factores, si no hay quien vigile o cuide algo, si nadie garantiza que la norma se cumpla, pues sencillamente se antoja incumplirla.

A casi un mes de distancia del primer caso detectado en México por coronavirus (COVID-19), se han implementado diversas medidas de prevención, que van desde reforzar los hábitos de higiene, hasta la limitación de la libertad de tránsito de personas sanas en posible contacto con el virus y de otras susceptibles de contraerla.

En este mes se han suspendido clases presenciales en todos los niveles, cierres, cancelaciones y suspensiones de todo tipo de encuentros sociales que aglutinen personas y, en varios centros laborales, cada vez los más, se ha implementado el trabajo en casa o home office.

Como consecuencia del aislamiento social y de un futuro incierto, numerosas personas han caído en una especie de psicosis colectiva. Las hemos observado en compras masivas de productos alimenticios y de higiene que han provocado que un mayor número de personas se una, sin darse cuenta, a la histeria.

Como ha ocurrido en otras ocasiones, ante la propagación de alarmas sobre reclusión total y desabasto de víveres o de medicamentos, algunas personas suelen aprovecharse de la situación para arengar a otras que, amparadas en el tumulto, el anonimato y el caos, realizan “saqueos”.

Desde la semana pasada, en el Estado de México, se han reportado sucesos como éstos en supermercados, tiendas de ropa y otros establecimientos mercantiles, en los que además de sustraer alimentos, tuvieron lugar múltiples robos de aparatos electrónicos, de línea blanca y hasta joyería. Estos saqueos no tienen justificación por ningún lado, son delitos lisos y llanos.

Tan sólo en redes sociales, basta con escribir la palabra para encontrar publicaciones que convocan a sumarse a estos eventos, bajo el pretexto de suministrarse lo que el gobierno no es capaz de proveer. Esto es lo que en materia penal se denomina apología del delito, es decir, la mera incitación a cometer un delito constituye ya un delito y si, por ejemplo, además ocurre un robo o daño a la propiedad, entonces se habrán cometido dos delitos diversos que ameritarán cada uno la sanción respectiva.

Me preocupa que, sin haber tocado fondo aún, el gobierno se vea rebasado en el abastecimiento y administración de bienes y servicios indispensables para enfrentar la contingencia y que, en tal escenario, así como en las ventanas rotas, se propaguen otros virus —estos sociales— quizás más peligrosos, que inoculamos sin siquiera darnos cuenta. La desinformación (chisme) y la falta de confianza en las autoridades propician que el miedo se esparza, el temor da excusa para el vandalismo, robos y, en general para replicar comportamientos ilegales que no harán sino comprometer más nuestra fortaleza comunitaria y dar cuenta de la vulnerabilidad y alto grado de volatilidad social en eventos en los que justo se pone a prueba la civilidad, solidaridad y entereza de toda una nación.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

@capastranac

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