Opinión

Volver al pasado

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Una formulación central de Roger Bartra en Regreso a la jaula es que el presidente López Obrador no mira a futuro sino al pasado. El aspira a resucitar el viejo modelo presidencialista y autoritario que se creó hace 80 años.

El mundo actual se mueve aceleradamente bajo el impulso de nuevas y revolucionarias tecnologías, como la robótica, la ingeniería genética, las energías limpias, los autos no tripulados, la inteligencia artificial, la agricultura automatizada, las nuevas tecnologías para el estudio del cerebro, etc., etc.

Ese es el futuro verdadero y a eso hay que hacerle frente --claro sin nunca perder de vista que aspiramos a construir una sociedad basada en la democracia y la justicia social. Lo que México no puede hacer, sin poner en riesgo, su futuro desarrollo, es mantenerse al margen de esas transformaciones tecnológicas.

El Supremo no mira la industria moderna o la agricultura moderna. Su visión es estrecha y siempre se vincula a intereses políticos y clientelares. Le interesan los campesinos pobres y le interesa la población humilde de las ciudades, el pequeño comercio y la pequeña industria.

Sus políticas se inspiran en el pasado. Hablar de “soberanía energética” fue algo valioso y heroico en los años treinta del siglo pasado. Volver a ese discurso y esa política hoy, cuando la economía del mundo está globalizada, es una patética repetición de la historia.

Hoy sabemos que comprar gasolina a Estados Unidos puede ser más barato y más cómodo que reconstruir una empresa hundida en ruinas como PEMEX y cuya salvación se hace a costa de que el país pierda miles de millones de dólares, en una época en que la industria energética cambia de paradigma, abandona las energías fósiles y emigra hacia las limpias.

La orientación retrospectiva del presidente le impide ver que lo importante no es la autosuficiencia de México en tal o cual producto, sino contar con una población muy bien educada y con masas críticas de ingenieros y tecnólogos de excelencia que faciliten la apropiación por el país de las nuevas tecnologías.

El recurso más valioso y que debería absorber el interés de AMLO son los seres humanos. Pero él ha mostrado ser incapaz de ver esta realidad. Por el contrario, suele guardar distancia con los mexicanos que poseen altas calificaciones, como los expertos, los doctores, los intelectuales, etc. Desprecia a las clases medias ilustradas.

Las políticas públicas de estos dos años están muy lejos de fundarse en criterios de racionalidad o de gestión moderna. Con frecuencia son disparates y ocurrencias. Eso sucedió con la decisión de acabar con el proyecto de Aeropuerto de Texcoco, con la rifa del avión presidencial, con la decisión de descentralizar al gobierno federal, con la Constitución Moral y con la forma errática con que se ha gestionado la pandemia.

Disparates y ocurrencias con efectos catastróficos para México. Las barbaridades que hace este gobierno y los efectos de la pandemia, combinadas, están hundiendo al país, poco a poco, pero inexorablemente, en una crisis económica, social y cultural, sin paralelo en la historia.