Opinión

Y el oro se convirtió en carbón: las decepciones en la NFL

Y el oro se convirtió en carbón: las decepciones en la NFL

Y el oro se convirtió en carbón: las decepciones en la NFL

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Cuenta la tradición que si existe un tesoro enterrado pero éste es tratado de sacar por una persona a la que no le corresponde hacerlo, por tal o cual regla del destino, todo el oro se transformará en carbón y se perderá para siempre.

La realidad es que lo anterior no está nada lejos de la verdad si vemos la manera en que el talento de seis equipos pasó de ser una promesa a una triste decepción en la temporada 2019 de la NFL.

Antes de enumerar a los equipos que nos han dejado un muy mal sabor de boca por su desempeño, valdría la pena preguntarnos si se trató de todo un conjunto o de una sola persona dentro de una organización, porque tal como señala el inicio de esta columna, bien puede ser que alguien no es el indicado para estar ahí y ha dado al traste con todo.

LA LISTA DEL DESEO

Mucho antes de iniciar la temporada 2019 de la NFL, seis equipos estaban en la parte alta de la tabla de contendientes, algunos por lo hecho un año atrás, otros por su talento y algunos más por las altas expectativas creadas.

Dallas, Filadelfia, Cleveland, Los Angeles Rams, Chicago y Atlanta robaban los elogios de la prensa, de la afición y la esperanza de sus seguidores. Ahora a cuatro semanas de terminar la campaña, la realidad ha sido más cruel que el desengaño y lo importante es saber qué pudo haber ocurrido para demoler de manera tan contundente esos sueños.

A pesar de que los seis conjuntos citados han sido realmente inconsistentes, resulta irónico que dos de ellos con un nivel de media tabla aún estén en la pelea por el título divisional y nos referimos a los Vaqueros y las Águilas. En el papel, Dallas contaba con una defensiva muy sólida y quizá con el mejor grupo de linebackers de la Liga con Jaylon Smith, Sean Lee y Leighton Vander Esch. A la ofensiva una poderosa línea frontal y un trío de campeonato con Dak Prescott, Ezekiel Elliott y Amary Cooper, además del regresó del ala cerrado Jason Witten. Ahora, a un mes de terminar la temporada tienen un pobre récord de 6-6 con el que penosamente están como líderes divisionales dada la inconsistencia de su sector que es el más débil de toda la Liga, la División Este de la NFC.

El responsable de lo anterior es sin duda su coach, Jason Garrett, quien por años ha sido consentido y sostenido por Jerry Jones, el dueño. Muchos se preguntan qué sería de este equipo con un entrenador innovador y con mayor carácter.

Le sigue Filadelfia, que durante toda la campaña no ha podido encontrar su habitual nivel, ¿o mejor dicho, desde que Carson Wentz es el titular indiscutible? Eso suena fuerte, ¿no? Y es que el nivel de coacheo de Doug Pederson no está a discusión, el plan de juego ahí está, y aunque han sufrido de lesionados clave como DeSean Jackson o Darren Sproles, hay que señalar que el hombre que no ha podido llevar al equipo es Wentz, quien desde la temporada de 2017 no ha vuelto a ser el mismo, cuando iba que volaba para ser el MVP de ese año pero la lesión del ligamento cruzado lo marginó. Ahora es un mariscal inconsistente.

Hace unas semanas un comentario de Orlando Scandrick, esquinero que fuera cortado por Filadelfia, encendió las alarmas al asegurar que el problema del equipo es que siguen viviendo de su triunfo del Super Bowl LII, además de tachar de egoístas a algunos. Puede ser que tenga razón de alguna manera, pero lo cierto es que si el hombre más importante (el QB) da resultados o falla, se verá reflejado en el equipo, eso es notorio. Un ejemplo, basta mirar a los Patriotas con Brady. Con él siempre son contendientes.

TEMPORADA DE PESADILLA

De Cleveland, por la manera en que cerró la temporada anterior, se esperaba una campaña de playoff, después de todo la ofensiva ya estaba lista con Baker Mayfield, Jarvis Landry, Odell Beckham, Nick Chubb y más aún con la adición del corredor Karem Hunt, pero la decisión que dio al traste con eso fue el nombramiento de Freddie Kitchens como entrenador en jefe. Kitchens es de esos casos donde como coordinador es excelente pero ya como coach general pierde su sello. Si hubiese conservado su cargo sólo al ataque y hubiese llegado otro entrenador en jefe, seguro la ofensiva de los Browns ya estaría lista para hacer su debut en postemporada.

Con los Carneros y los Osos la razón de su estrepitosa caída ha sido para ambos el claro retroceso de sus pasadores. Tanto Jared Goff como Mitch Trubisky, respectivamente, son los más directos responsables de que sus equipos no estén el playoff en 2019, porque el igual que con las Águilas, sus entrenadores, de tendencia ofensiva, han mantenido la calidad de su plan de juego, más no así el hombre clave que lo ejecuta. De Goff sabemos que desde siempre ha sido como una marioneta del coach Sean McVay, quien aún hasta el año anterior le dictaba instrucciones y le descifraba las defensivas antes de que se cortara la comunicación entre ambos 15 segundos antes de salir la jugada.

De Trubisky, es evidente que perdió la confianza para dirigir la ofensiva de Matt Nagy, quien fuera nombrado Entrenador del Año la temporada anterior. Si ese ataque funcionó tan eficientemente en 2018 y llegó hasta playoff fue por la ejecución del pasador, quien apenas hasta el final de esta campaña parece reencontrar su estilo de juego, aunque ya parece demasiado tarde.

SIN RESPUESTA

Finalmente están los Halcones de Atlanta, donde el hombre clave del fracaso no está ahí, se les fue. Si, era el coordinador ofensivo, Kyle Shanahan, ahora entrenador del San Francisco y quien fue el creador del letal ataque liderado por Matt Ryan, Devonta Freeman y Julio Jones. Sin embargo, lejos de llorarle a Shanahan, el señalado debe ser el coach Dan Quinn, quien ha sido ineficaz en su tarea de encontrar a otro cerebro ofensivo para exprimir las pocas gotas de jugo que aún le queda a su explosivo trío de ataque. Dirk Koetter se encarga de coordinar la ofensa, y la realidad es que su aportación ha sido tan escasa como lo fue al dirigir a Tampa Bay hace unos años, donde no hizo nada para destacar.

De esta manera, nos damos cuenta de que, a pesar de que podría enjuiciarse a más de uno por la caída de un equipo, siempre existe un elemento que es el culpable de que ese oro en el campo no brille y se transforme en negro carbón.