Opinión

Y la culpa sí es nuestra

Y la culpa sí es nuestra

Y la culpa sí es nuestra

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Afortunadamente, Karen regresó a su casa y con su familia. Desafortunadamente, nada se aprendió.

No se celebra el que la historia no acabara en un feminicidio más, sino que se cuestiona la vida privada de una mujer. Los medios publican fragmentos de los videos de una mujer en un bar y resaltan, como lo más relevante de la nota, que primero se le ve platicando con un hombre, luego con otro, e, incluso, que salió del bar con este último.

Claro, que se le queme en la leña verde del clamor social porque su búsqueda implicó y “desvió” el uso de recursos públicos. Que lluevan los memes que satirizan la situación y se burlan de su físico. Normalizar y perpetuar esta dinámica de cuestionar el comportamiento de una mujer, es justamente hacerlas, a todas, culpables, precisamente, por el lugar en el que estaban, por la forma en que vestían.

Los datos publicados por el INEGI el 21 de noviembre, con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, son alarmantes 1. Siete de cada diez mujeres (66%) en México, de 15 años y más, “han experimentado al menos un acto de violencia de cualquier tipo ya sea violencia emocional, física, sexual, económica, patrimonial o discriminación laboral”. Cinco de cada diez, ha enfrentado agresiones de su pareja a lo largo de su relación. En 2018, 3,752 mujeres fueron asesinadas, 10 mujeres diariamente, el mayor registro en los últimos 29 años. El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dio a conocer que, en el mismo año se clasificaron 861 casos, como feminicidios. Es muy poco probable que sean todos los casos de asesinato ocurridos por razón de género, pero incluso, no siendo así, implica que, al día, murieron dos mujeres; por eso mismo, por ser mujeres.

Esos datos deberían de estar tambaleando a nuestra sociedad. Tendrían que ser motivo de vergüenza para los hombres porque, de los 46.5 millones de mujeres mayores a 15 años, 30.7 millones, han sido violentadas. Pero, no. Hay más indignación por la pinta de monumentos que por leer y releer esta realidad en sus números.

Desde luego que el mayor grado de violencia es un feminicidio. Es el intento de homicidio de una mujer a batazos mientras dormía. Es un juez, hombre, que libera al agresor porque “solo” era violencia intrafamiliar y la víctima que, por ello, termina siendo asesinada. Por cierto, no es el caso de la ex esposa del ex CEO de Amazon, es el caso de Abril Pérez Sagaón. Es ese cabeceo y la narración de las noticias alrededor de la figura masculina, lo que debe cambiar. Es cualquier grado de violencia de un hombre hacia una mujer, lo que debe de desaparecer. Es la masculinidad de la sociedad mexicana la que debe cuestionarse para ser replanteada.

Si la historia y la cultura han determinado los patrones y las conductas de lo que entendemos bajo el concepto de “hombre” hoy, y eso ha colocado a las mujeres en la realidad que se ha descrito, es necesario encontrar un nuevo conjunto de atributos que lo defina. Un concepto de hombre como aspiración, como objetivo, que guíe y que escuche las demandas de las mujeres. Que sirva como parámetro y que salirse de éste, sea motivo del escarnio social.

Una masculinidad en la que los hombres de la casa no se esperen a que la mujer les sirva la comida, que entienda que un piropo sin consentimiento no es piropo: es acoso. Una en la que, por la forma de manejar de alguien, no exclame que “seguro es vieja”. Que no minimice el enojo de una mujer porque “seguro está en sus días”. Esa masculinidad en la que los papás de los niños, los hagan conscientes y responsables de que, lamentablemente, tienen ventaja por haber nacido hombres. Una que no haga “más hombre” al que tiene una vida sexual activa con muchas mujeres o que va a “divertirse” al table y “muy puta” a la que también la tiene con muchos hombres, o va de “buscona” a un bar. Una masculinidad que no sea consciente del lugar de las mujeres en una sociedad porque “todos tenemos una mamá o una hermana”, sino porque verdaderamente entiende y se hace cargo de la situación de discriminación y desigualdad histórica que viven y han vivido.

Por supuesto que, como lo refieren Estefanía Vela y Erika Smith, el derecho a la no discriminación y a la igualdad, no solo protegen a las mujeres, sino a cualquier persona, ya sea por su raza, por sus creencias o por su orientación sexual. Pero permitir y reproducir los casos y los estereotipos de género como los que se han descrito, “perpetúa que las mujeres se queden en los roles y espacios a los que tradicionalmente han sido asignadas: castas, calladas, sometidas a un hombre y fuera de lo público” 2.

Desde luego que el Estado debe proteger los derechos de cualquier persona, pero es evidente el grado de desventaja, de vulnerabilidad, de violencia, de impotencia en el que se encuentran las mujeres. Basta repetirlo: 10 mujeres asesinadas al día en 2018. Es ahí donde no cabe que una mujer que exige paz y libertad con la pinta de monumentos sea una “feminazi”. Donde no hay ni un grado de libertad para justificar que un grupo de niños se burle del grito de guerra de un movimiento de mujeres porque “son unos inmaduros de 17 años”.

Hoy los muros y timelines de las redes sociales son foros de discusión en los que se encuentran grandes reflexiones, pero también muchos reflejos de la masculinidad y el machismo impregnado en la cotidianeidad de la convivencia diaria. Una disculpa por la primera persona, pero la empatía que esto exige, eso, lo exige. Leo en algunos de estos espacios que el performance del colectivo chileno Lastesis, hoy es un canto de exigencia que les pertenece a ellas. Justamente eso. Entendámoslo así, escuchémoslo así, recibamos el reclamo y hagámonos cargo, asumamos el problema como nuestro, como perpetuadores de lo que las ha colocado ahí, seamos autocríticos de nuestro actuar y conscientes de lo que diariamente decimos y hacemos, identifiquemos qué de ello, sigue siendo parte de lo mismo. De lo contrario, somos y seguiremos siendo culpables.

Twitter @GianGdno

1. INEGI: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2019/Violencia2019_Nal.pdf, (21 de noviembre de 2019).

2. Vela, E., & Smith, E. (2015). La violencia de género en México y las tecnologías de la información. Recuperado de: http://estefaniavelabarba. com/wpcontent/uploads/2015/12/Violencia-de-g% C3% A9nero-en-l% C3% ADnea-paper. pdf.