Opinión

AMLO, tremendo bache de bateo

El presidente no puede salir de su mala racha. Durante la primera mitad de su sexenio se metió, él mismo, en muchos callejones, pero por su ingenio y vitalidad siempre encontraba una salida que lo regresaba rápido a las calles arboladas. Ya no es así. Perdió el toque o por lo menos lo puso en pausa. Usando la jerga beisbolista que tanto le agrada, cayó en un bache de bateo del que no puede salir.

noticiasnrt.com

noticiasnrt.com

Ahora sus operativos de control de daños no alivian nada, lo complican todo. La mala racha arrancó, me parece, con su segundo contagio de Covid. Se profundizó después con el cateterismo, maniobra médica que puso al descubierto su frágil salud y la posibilidad real de que su vida esté en peligro, ante lo cual el presidente reveló que tiene preparado un testamento político para asegurar la continuidad de su proyecto político.

Siguió con la fallida intentona de convertir a Salmerón en diplomático, que dio lugar a un encontronazo con Panamá. Después se conocieron las encuestas que revelan una caída significativa en sus niveles de aceptación y el episodio patético del Penacho de Moctezuma que, como se dijo en estas páginas, no es penacho ni es de Moctezuma, lo que ocasionó un roce con Austria.

El trago más amargo fue el escándalo de las casonas de Houston que llevó al presidente a repartir golpes a periodistas. Después soltó esa ocurrencia de “pausar” las relaciones con España, que puso en aprietos mayúsculos al canciller Marcelo Ebrard que puso pies en polvorosa y a la senadora Olga Sánchez Cordero que se enredó en sus explicaciones de los inexplicable.

El resultado es que el presidente llega a este viernes sin ningún avance. Lo de Houston está enquistado y lo de España tiene a muchos países preguntándose en manos de quién estamos. El gobierno de España, que aguantó varios meses, ya respondió oficialmente y lo hizo de manera vigorosa, lo que llevó a la relación bilateral a su nivel más bajo en décadas, al borde del rompimiento.

Si se trató de una intentona de distracción, fracasó. Esta mañana el presidente no solo tiene el problema de Houston sino también el de España, que es un país importantísimo para los mexicanos cultural y económicamente. Ya se recordó que empresas españolas están en la construcción del Tren Maya y andan por todos lados, comenzando por la banca donde son dominantes.

El presidente ha fallado en procesar los casos de Houston y España porque se mueve por resentimientos. Sabe que está atorado. Ha dicho varias veces que la gente no debe tener la aspiración de tener más zapatos si ya tiene un par, ni estar pensando en tener más ropa que la indispensable, una austeridad franciscana que la casona de Texas con la inmensa alberca pone en verdadero ridículo. Si les prestaron la casa, sospechoso; si la estaban rentando en el equivalente a cientos de miles de pesos, peor; si la consiguieron a cambio de favores de Pemex, catastrófico.

El presidente le exigió a Carlo Loret decir cuánto gana y quién le paga su sueldo por trabajar. Loret reviró diciendo que lo primero es saber cuánto gana el hijo del presidente por no trabajar. No hay salida. Esto se sabe en Palacio Nacional y por eso el pésimo humor de los últimos días. Lo de España es mucho más peligroso, porque inversiones que no vengan o inversiones que se retiren afectarán a muchas familias mexicanas, que no tienen la culpa de que el presidente no pueda exorcizar sus fantasmas personales.