Opinión

La consulta a los maestros

El proyecto SEP para renovar planes de estudio de educación básica es una formulación ideológica y sectaria. Repite, puntualmente, el argumento político principal de AMLO: que la sociedad mexicana está dividida entre una minoría rapaz (las élites) y una mayoría víctima de la explotación de la minoría (el pueblo).

CUARTOSCURO/

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Galo Cañas

Lo que hizo la SEP fue traer a la educación ese discurso belicoso. Para ello inventó la idea de que existen dos modelos educativos que sirven a intereses antagónicos: 1) El modelo de educación nacional que ha existido hasta ahora y que sirve a los intereses empresariales y 2) El modelo de educación comunitaria que creó la SEP y que estará, dice, al servicio del pueblo explotado y demás grupos oprimidos.

La revolución educativa que propone la profesora Delfina Gómez y colaboradores, cayó de súbito, como rayo en el desierto. Se diseñó en un corto lapso (6 meses): no se consultó con tiempo y con seriedad, a los maestros, no se hizo una evaluación previa del estado de la educación nacional ni se revisaron reformas educativas exitosas en otras partes del mundo, no se ponderaron los productos más recientes de la investigación educativa, y tampoco se puso a prueba, o se piloteó, el nuevo modelo en las escuelas. Los nuevos planes de estudio –en los que se impone el nuevo modelo educativo—salieron exclusivamente de la mente creativa de los expertos que acompañan a la maestra Delfina.

Todo lo hicieron a la carrera. Los planes de estudio se presentaron apenas el 31 de enero de este año. Hace menos de tres meses. Se presentaron vía digital 17 documentos para que el profesorado los leyera.

La promesa de AMLO de que durante su gobierno no se realizaría ninguna reforma educativa sin la aprobación de los maestros, o bien fue una mentira presidencial o bien la SEP traicionó la palabra del presidente.

Una verdadera consulta a los docentes de educación básica (una población de más de 1.3 millones de personas) constituye una tarea delicada, difícil y sumamente compleja. No se trata de un proceso “democrático” sino de construir un diálogo genuino entre la autoridad y el magisterio y edificar gradualmente un consenso nacional alrededor de las ideas principales.

Una consulta de esta naturaleza requiere una logística que movilice a los maestros de todas las escuelas (que son, sumando preescolar, primaria y secundaria, 223, 961), que se sustente en materiales cuidadosamente preparados y haga posible la intervención reflexiva de los maestros.

Pero la SEP nunca pensó en hacer este trabajo pormenorizado y fatigoso. Prefirió repetir el expediente inventado en el siglo pasado por el presidente Luis Echeverría de consultar al magisterio por la vía fácil y rápida de asambleas estatales. La organización de esas asambleas corrió a cargo de las autoridades locales que se apresuraron a convocar al personal más cercano a la autoridad.

En las 32 asambleas que realizó la SEP (presididas todas ellas por el señor Marx Arriaga, director de materiales) participaron en realidad pocos maestros y los asistentes fueron en su mayoría funcionarios, jefes de sector, directores de escuela, inspectores, etc. de los tres niveles educativos. La identidad de los participantes es fácil de comprobar en las grabaciones de los debates que se encuentran en Youtube.

Esas grabaciones ofrecen también evidencia inobjetable de la baja calidad intelectual de las discusiones y la nula relevancia de las “preguntas orientadoras” que se propusieron. En las reuniones tuvieron presencia abrumadora los rollos de retórica hueca de personajes que, ostensiblemente, no leyeron --o no comprendieron--, los documentos oficiales y que sólo buscaban hacer acto de presencia ante las autoridades (decir “aquí estoy”) y lanzar elogios gratuitos a planes de estudio que no conocían.

La retórica servil que abunda entre maestros burócratas o con aspiraciones políticas es inconfundible. La conocemos bien. Se expresan como si fuera un milagro, como si fuera la primera vez que lo hacen. Agradecen la oportunidad que le brindan de expresarse, oportunidad que les fue negada por autoridades anteriores, enseguida parlotean sin sentido, y concluyen prodigándose en adulaciones para los nuevos planes de estudio y para las autoridades autoras del milagro. Puro rollo puro. Tal fue el contenido de todas las asambleas.