Opinión

Controlar al INE

Fue patética, vergonzosa, la exhibición de tribalismo que dieron los diputados de Morena y sus aliados ante la visita de Lorenzo Córdova a la cámara de diputados.

CUARTOSCURO

CUARTOSCURO

Graciela López

Fue la demostración más clara de la degradación que la política ha sufrido en la era de la 4T. Los oficialistas se empeñan en no escuchar al otro, en rechazar argumentos y evidencias y en apelar a la descalificación.

Lo que AMLO desea, a fin de cuentas, es controlar al INE. La decisión de la Cámara de Diputados de recortar el presupuesto del organismo electoral es un paso más para lograr ese objetivo.

Pretenden debilitar políticamente al INE y a sus representantes, pero su ataque pierde fuerza Por el hecho de que no hay evidencia alguna que demuestre que esta entidad haya actuado en algún momento fuera de las normas o que esté falseando las cifras de su presupuesto.

Dado que el recorte presupuestal que hicieron los legisladores del presidente fue más producto de un exabrupto emocional que del análisis objetivo de los argumentos del INE (que se prejuzgaron como espurios), la decisión del recorte carece de fundamento racional.

Esa forma barata y ruin de hacer política puede acarrear, lamentablemente, consecuencias catastróficas para el país. El recorte presupuestal al INE puede convertirse en un obstáculo insalvable para la realización de la revocación del mandato.

Si el INE niega, como es probable que suceda, tener los recursos financieros necesarios para cubrir los gastos de esa consulta se dará lugar a una crisis política sin precedente.

Es difícil imaginar el escenario de esa crisis, pero los costos, como siempre, recaerán, una vez más, sobre las espaldas del contribuyente y pueden repercutir incluso sobre la estabilidad política del país que cuelga de alfileres.

La democracia es una maravillosa conquista de la civilización, pero, como estamos viendo, es muy frágil. Su objetivo es impedir que la vida social se regule con la fuerza y la violencia y evitar que los hombres se destruyan unos a otros en su afán irracional de dominar a los demás.

Los mexicanos logramos, a través de largos esfuerzos, construir un sistema electoral imparcial que ha permitido que las diversas fuerzas políticas accedan a las múltiples magistraturas, pero ahora el presidente se ha obsesionado en acabar con la organización del INE y cambiar a sus actuales directivos.

Ese afán presidencial puede parecernos una barbaridad, un exceso delirante, pero es un hecho real y una conducta perfectamente explicable. El espíritu narcisista de los dictadores los induce, invariablemente, a buscar compulsivamente el incremento de su poder.

La historia está plagada de ejemplo ilustrativos de esta conducta: Hitler, Mussolini, Pinochet, Maduro, Daniel Ortega, etc. Los líderes populistas, todos, han caído en un exceso enfermizo de acumulación de poder y en esa obsesión no han dudado en atropellar leyes e instituciones. A la postre, han dejado en la ruina a sus países.

¿Quién puede detener a López Obrador en su obstinación por controlar al INE? Sólo la voluntad de los ciudadanos que. tristemente, sigue cautivada en gran parte de la demagogia y el clientelismo presidencial.