Opinión

Al corazón del capitalismo le falta sangre

CARTA DE WASHINGTON

Concepción Badillo

Concepción Badillo

Estados Unidos, la nación más rica del mundo, con los más grandes consumidores del planeta, un país que entre sus atractivos para los visitantes extranjeros eran las compras, hoy tiene sus tiendas semivacías, con la administración del presidente Joe Biden intentando dar solución a un problema que, sin embargo, los expertos aseguran se volverá peor.

Los estantes de artículos básicos como papel higiénico y pañales están completamente desiertos. No hay abundancia de ropa de invierno, ni de muebles, faltan hasta autos y libros. Con las fiestas de fin de año a la vuelta de la esquina, se da por hecho que no habrá suficientes juguetes y tampoco arbolitos y adornos de navidad para todos. Algo hasta ahora inimaginable en este país.

Productos como lavadoras, refrigeradores y computadoras requieren meses de espera para ser entregados y los empresarios advierten que la falta de productos en los supermercados y farmacias se extenderá mínimo hasta el segundo trimestre de 2022. Pero mientras eso llega, los precios, incluso de la vivienda y la gasolina, se han ido a las nubes, con sus opositores culpando al presidente y este tratando de asegurar que pronto todo se arreglará.

Y es que las líneas de abastecimiento tradicionales no están funcionando. Los cuellos de botella causados por la pandemia son cada día más graves, justo en momentos en que se reactivaría la economía con la población pensando en gastar lo que ahorraron en meses de aislamiento.

Los puertos de California y Georgia están repletos de buques de carga que no pueden vaciarse debido a la falta de trabajadores que afecta también al sistema ferroviario y de tráileres.

Si antes de la pandemia había diariamente cerca de 17 buques de carga anclados en los puertos del sur de California, a donde llega el 40 por ciento de todos los bienes que se consumen en el país, este martes se contaron más de cien buques que esperaban sin éxito entregar su carga. Para este jueves habrán llegado 45 más.

El 90 por ciento de lo que los estadunidenses compran, usan y comen, atraviesa algún océano para llegar aquí, en su mayoría proveniente de Asia. Antes de la pandemia costaba dos mil 500 dólares enviar un contenedor desde China, actualmente el precio es 25 mil, de ahí la carestía.

Para hacer más grave la situación, muchos de los países que proveen a Estados Unidos todavía no superan la crisis de la COVID-19, por lo que su fuerza laboral está aún fuera de las fábricas.

Aquí mismo se esperaba que con la vacuna la producción local volvería a la normalidad, pero miles de trabajadores que quedaron sin empleo a principios de la pandemia han optado por no regresar a trabajar, ya sea porque reciben beneficios de desempleo del gobierno, porque cuidan un enfermo o porque no quieren lidiar con gente que se niega a usar tapabocas o vacunarse. Se vive un capitalismo venido a menos.

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Concepción Badillo
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