Opinión

Día Mundial del Riñón

El pasado 10 de marzo se conmemoró el día mundial del riñón. Día importante que tiene como objetivo concientizar a la población de un problema enorme que tenemos en relación con la salud renal.

Día Mundial del Riñón

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Los riñones son los órganos encargados de formar la orina, que es la única forma que tenemos para mantener en balance los componentes inorgánicos de los líquidos corporales. En todo el organismo, la función adecuada de las células depende de que estén embebidas en el líquido extracelular que mantenga la concentración adecuada de todo lo que necesitan. Del oxígeno se encargan los pulmones, de la glucosa, el hígado y los músculos y de todo lo demás, el riñón.

Como todos los órganos, los riñones se pueden dañar y dejar de funcionar. A eso le llamamos insuficiencia renal. La forma aguda puede ocurrir como consecuencia de que baje mucho la presión arterial durante varias horas (sangrado profuso o deshidratación) o por toxicidad o reacción alérgica a algunos medicamentos. Es usualmente reversible y si es grave lo que hacemos es sustituir la función con diálisis, en lo que se recupera el paciente.

La forma crónica es la que es un problema de salud mundial de proporciones monumentales. Existen muchas causas para perder en forma lenta e irreversible la función renal. Diabetes mellitus e hipertensión arterial son las más importantes, pero también están múltiples enfermedades autoinmunes sistémicas como el lupus eritematoso generalizado, en las cuales además se agrega el consumo crónico de antiinflamatorios no esteroideos que son tóxicos para el riñón, o enfermedades autoinmunes propias del riñón, conocidas colectivamente como glomerulonefritis, enfermedades hereditarias como la enfermedad poliquística renal y muchas otras, o enfermedades obstructivas de las vías urinarias como la hipertrofia prostática.

Los riñones son los únicos órganos vitales que podemos perder por completo y no morir, gracias a la tecnología y avances médicos. La pérdida de la función renal se puede sustituir mediante un procedimiento que llamamos diálisis. Existen dos formas. La hemodiálisis y la diálisis peritoneal. La primera se lleva a cabo en hospitales o unidades especializadas y consiste en hacer circular la sangre del enfermo a través de una máquina que pone en contacto la sangre con un líquido de diálisis, separados por una membrana semipermeable, que permite que ciertos elementos que son tóxicos (como la urea) se pasen al líquido de diálisis y se reduzcan así en la sangre. Para hacer este procedimiento, el enfermo debe tener un catéter de suficiente calibre o construirle una comunicación entre una arteria y una vena (fístula) que permita extraer y regresar la sangre en un procedimiento que dura alrededor de 4 horas y hay que realizarlo tres veces por semana. Además, la máquina de diálisis puede extraer el exceso de volumen que tenga el paciente, ya que muchas formas de insuficiencia renal crónica se acompañan de casi no formar orina. La diálisis peritoneal consiste en colocar un catéter por el abdomen que queda en el peritoneo y permite ingresar líquido de diálisis para utilizar la membrana peritoneal como el lugar de recambio de moléculas tóxicas, para luego extraerlas. El paciente debe hacer cuatro recambios al día de 2 litros cada uno, que pueden hacerse durante la noche mientras duerme. La ventaja de este sistema es que se hace en casa y por lo tanto, es ideal para quienes estudian o trabajan. En ambos casos, aunque el paciente puede vivir, la rehabilitación no es óptima y por diversas razones la esperanza de vida a cinco años es menor que en la mayoría de los cánceres.

La otra forma de sustitución de la función renal es el trasplante renal. Consiste en colocarle al enfermo un riñón que puede venir de un donador vivo relacionado (padres, hijos, hermanos, esposos) o de un donador desconocido con muerte cerebral, cuya familia autoriza la donación de los órganos. El enfermo debe tomar medicamentos que suprimen el sistema inmune para evitar rechazar el órgano. Rehabilitamos bien al enfermo desde el punto de vista renal, pero le cambiamos una enfermedad por otra: de insuficiencia renal a inmunosupresión.

El gran problema de la insuficiencia renal es que hay muchos enfermos con este padecimiento. Se cuentan por miles y el tratamiento es muy costoso. La capacidad del sistema de salud de nuestro país para atender este problema está claramente rebasada.

El día mundial del riñón es importante para crear conciencia en la población y en el sector salud para detectar a los pacientes con problemas renales cuando aún son incipientes. Tenemos mucho por hacer cuando alguien tiene apenas daño renal mínimo. En pacientes con hipertensión arterial o con diabetes, controlar bien las cifras de presión o la glucosa en plasma es clave para evitar o retardar el daño renal crónico. En enfermedades hereditarias podemos incidir desde el principio y estudiar a toda la familia para saber quien tiene la propensión para desarrollar daño renal y vigilarlo. Ya detectado un daño renal es importante no abusar de antiinflamatorios no esteroides. Además, contamos con varios medicamentos que sabemos que ayudan a proteger al riñón, como los inhibidores del sistema renina angiotensina o del transportador de sodio-glucosa, porque reducen la velocidad con la que avanza el daño renal. Si un paciente va a llegar a necesitar diálisis algún día, darle 5 o 10 años más de función renal antes de que eso suceda es algo bueno, porque además puede irse preparando al respecto. Inclusive con el trasplante. Existe lo que llamamos trasplante renal anticipado que significa ir preparando al paciente y su donador para realizar el trasplante cuando ya la función renal bajó a un nivel crítico, pero sin haber llegado a la diálisis.

El día mundial del riñón es un día que nos recuerda que es mejor detectar problemas y atacarlos a esperar que nos sorprenda una desgracia. Sugiero festejarlo midiéndose la presión arterial y la glucosa en sangre y con un examen general de orina. Si algo sale anormal, consulte a su médico.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM