Opinión

¿Una educación diferente?

El neoliberalismo es una teoría política y económica, que a grandes rasgos, tiene como propósito, su supone, impulsar el estado de bienestar. Yo no soy economista. Enseño literatura y escribo novelas y relatos. Pero reconozco los beneficios que tuvo el Telecan, a partir de los años noventa, y que promovió condiciones de comercio más aptas para que circularan bienes y servicios, buscando una competencia más pareja. Más o menos es lo que entiendo. Por otro lado, se permite la participación de empresas privadas en las paraestatales, lo que genera mayor productividad. El papel del Banco Nacional, desde mediados de aquella década, resulta un regulador autónomo, sin injerencia del estado. Los mexicanos, gracias al papel de Banxico obtienen una mayor oferta económica.

Foto: Especial

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¿Esto abate la pobreza? No, tampoco la ha abatido la famosa la Cuarta Transformación, inscrita dentro de la economía neoliberal. Tan neoliberal que seguimos con un tratado comercial con los Estados Unidos y con Canadá. Nada ha cambiado sustancialmente salvo irrupciones ideológicas de carácter populista.

Hay conceptos neoliberales, sin embargo, que no le gustan al presidente López Obrador, como el de la no intervención del Estado. Él, el presidente, desea intervenir en todo. De ahí su propuesta de Reforma energética, que impide auspiciar la participación de las empresas privadas, casi todas inclinadas a las energías limpias y más baratas. Los legisladores de la oposición, como ya todos saben, votaron en contra de la Reforma obradorista y se transformaron, por obra y gracia del morenismo, en traidores a la patria. Me uno a la traición, aunque no sea diputada. La idea de la Cuarta era volver a la versión vieja de la CFE. El concepto de atmósferas más puras no le interesa al presidente, lo tacha de moda como el feminismo.

Pero lo que me interesa tratar aquí es el nuevo sentido de la educación primaria y media superior que desea imponer la indefinible Cuarta Transformación. Yo sé que Gilberto Guevara Niebla y muchos otros estudiosos de la Educación, como Alma Maldonado, tratarán el tema a partir del conocimiento. Yo lo hago en calidad de ciudadana común y corriente.

De acuerdo con la SEP, el nuevo modelo educativo hará caso omiso de los libros de texto anteriores a los designios de Andrés Manuel López Obrador, “porque fomentaban el modelo neoliberal”. El modelo “será libertario (sic), humanista (¿renacentista?), que termine con el racismo (otra vez sic), con las pruebas estandarizadas que segregan a la sociedad”, según expuso hace unos días el doctor en filología Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública.

Dice el doctor Marx Arriaga que los actuales libros y las prácticas docentes vigentes refuerzan el ancien régimen y que, por lo tanto, se ha cambiado todo, más allá de los problemas creados por la epidemia, como la deserción escolar.

El asunto es imponer una idea de educación. Como dice la experta en el tema educativo, la doctora Alma Maldonado, este concepto del doctor Arriaga es más ideológico que pedagógico. Y es que una cosa es ser estudioso de la filología, como Arriaga, que pedagogo, como lo sí es la doctora Maldonado.

De acuerdo con Marx Arriaga, en tres años de Cuatroté, se ha llevado a cabo “una reingeniería de esta institución burocratizada”, es decir, la SEP, y se ha conseguido un proyecto en el que los maestros se puedan transformar en líderes sociales y no es reproductores del neoliberalismo. O sea, de allí a la Revolución. Para el filólogo Arriaga, el nuevo modelo se aleja de la concepción “meritocrática, elitista, patriarcal y racista”, que alimentó el pasado.

Así, pues, en el nuevo ejercicio educativo preparará a los alumnos para compartir y no para competir. Supongo que yo, de niña, bajo el abrigo de Marx Arriaga, compartiría el examen de historia, si me compartieran el de aritmética, así no tendría que saber la regla de tres y tampoco conocer el mundo íntimo de los quebrados. Y es que el neoliberalismo es espantoso, evalúan a los sagrados profesores y diagnosticaban el nivel de aprendizaje de los martirizados alumnos. Nos pone a todos con los pelos de punta.

Entretanto, Delfina Gómez, secretaria de educación, y AMLO, presidente del país, se encuentran complacidos, porque el nuevo modelo educativo es más ideológico que pedagógico, más afín con la Cuatroté. ¿Cómo enseñarán historia de México? ¿Alabando a don Benito Juárez que no se despeinó ni se quitó ninguna prenda de ropa en su paso heroico por el desierto? Él y López son el uno para el otro, alma y materia o al revés.

Puestas así las cosas, les cuento de un tweet que leí, en el que el usuario escribió, “detesto y condeno públicamente el adoctrinamiento y espero que sea cosa e irresponsabilidad del profesor y no algo obligatorio de SEP”, después de dar una clase privada de civismo, en la que el alumno debía contestar “ por qué Andrés López Obrador ha sido el mejor de los últimos presidentes con su 4ta transformación”.

Pienso que la pregunta es cosa del profesor del niño, puesto que aún no se ponen en marcha los cambios impuestos por el doctor Marx Arriaga, Ni siquiera hemos visto los nuevos libros de texto. Mientras tanto, seguimos en el camino neoliberal aunque el presidente y los suyos lleven prisa por modificar la historia del país. Pero el país cambiará a partir de los acontecimientos y no de las sugerencias o imposiciones momentáneas de la Cuatroté, noción hasta ahora indeterminada y sin cimientos, por más que la evoquen y la conciban como un cambio estructural. Si todavía pertenecemos a una economía neoliberal ¿cómo atribuirle su contrario como política educativa? ¿Qué aprenderán en concreto los alumnos cuando se topen que otra realidad que solo muta de palabra? ¿López Obrador y su Cuatroté han sido lo mejor para México en cuanto a qué, a la educación antineoliberal de un país cuya economía es neoliberal?