Opinión

Germán List Arzubide y María Novaro: ensayos sobre el Danzón

A dos efemérides muy significativas de este año de 2021 que ya termina dedico esta entrega. Se cumplen 100 años del nacimiento del movimiento estridentista, cuyo arranque se remonta a la aparición en diciembre de 1921 del manifiesto “Actual Número 1” suscrito por Manuel Maples Arce en la ciudad de Xalapa; y se cumplen 30 años del estreno de la película “Danzón”, dirigida por María Novaro (actual directora del IMCINE) y protagonizada por María Rojo. Se trata de dos momentos relevantes para nuestra historia cultural del siglo XX que subrayan la presencia de Veracruz en el paisaje artístico del México contemporáneo. Son también estas notas un homenaje a la gran Carmen Salinas, fallecida hace unos días, y cuya aparición en Danzón le mereció premios y la consagró como la gran actriz que fue.

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Si el estridentismo afirmó el temperamento vanguardista, antisolemne, experimental y radical de una nueva generación de artistas e intelectuales enfrentados a los demonios y las utopías de la Revolución Mexicana, la película de María Novaro es un ensayo visual y sonoro sobre la multiculturalidad veracruzana, una película hoy ya emblemática que marcó, además, el resurgimiento del cine nacional.

Horizonte “revista mensual de actividad contemporánea”, dirigida por Germán List Arzubide y publicada en Xalapa entre 1926 y 1927, sintetiza el proyecto intelectual, político, moral y estético que congregó a los estridentistas. En su número de junio de 1926, con la portada e ilustraciones en páginas interiores a cargo de Leopoldo Méndez, List Arzubide publicó el “Ensayo sobre el Danzón”, un breve alegato que al reflexionar y reivindicar un aspecto de la cultura popular veracruzana, reafirmaba la vocación insumisa de los estridentistas en su afán por romper el cerco oficial y eurocentrista dominado por la “alta cultura”, un antecedente notable de lo que décadas después emprenderían otros escritores y cronistas como Carlos Monsiváis y José Joaquín Blanco.

Al inicio del ensayo List Arzubide recuerda la actitud provocadora del poeta francés Jean Richepin, que en su discurso de ingreso a la Academia Francesa disertó sobre el Tango, ante un auditorio “solemne y estirado” a quienes les pacería un tema por demás frívolo, incapaces de entender que el baile “había sido y seguirá siendo un exponente del estado espiritual de los pueblos y una de las manifestaciones más honradas de la estética”. Reproduzco a continuación algunos fragmentos de aquel ensayo pionero en el reconocimiento de la diversidad cultural de México:

“Ya tomado en su real valor el baile, que como se ve no tiene nada de frívolo, puesto que (plantea) problemas sociológicos y temperamentales, vale la pena hacer un ensayo sobre el danzón, baile en verdad cubano, pero que ha tomado en el estado de Veracruz carta de naturalización. (…) Veracruzano es el danzón, tiene toda la psicología de la tierra; en su música es voluptuoso, apasionado, lleno de recónditas excelsitudes, sus cadencias parecen llenas del adormecido vaivén del mar en calma, y hay un rumor de selva vasto y solemne en los momentos en que sólo vibra la batería. (…) Nos envuelve en sus apasionadas instancias con el ímpetu que a ratos se nos convierte en una sensación física que nos recorre la piel. (…) Una música sin alambicamiento ni rebuscas (que) obliga al sonido del instrumento a tomar cuerpo”.

“(…) el paso de la danza es algo definitivo en artístico equilibrio. Todos sabemos, cuando por casualidad nos quedamos sentados en un salón de baile , del sentimiento de ridículo que nos asalta mirando las simiescas contorsiones desproporcionadas y llenas de amaneramiento de los bailarines, y muchas veces este descubrimiento nos ha hecho abandonar tales sitios con un sabor de repulsión. El danzón no dará nunca esa burda sensación, no hay en él nada violento, parece por el contrario seguir la curva suave y fácil de una pista melódica: ni un estremecimiento ni un golpe premeditado, todo en él es deslizamiento armónico, como si la música fuera una hamaca y en ella se mecieran los danzantes envueltos en las mallas de la cadencia ingrávida, siempre oportuna, exacta, como si danzantes y música fueran una sola cosa imponderable”.

“Mientras que en los otros bailes no hay espacio suficiente nunca, y las parejas se atropellan, se persiguen, se enredan y dan la visión de violencia y brusquedad, en el danzón todo se reduce al campo indispensable, y realizando con suavidad y melodiosamente los diversos pasos de la música, el campo de los danzantes tiene un delicado vaivén de manso oleaje”.

“No se crea por esto que el danzón es algo sin relieves, impersonal: todo lo contrario, sin asperezas es profundo, llega a lo hondo con la persistencia de su sabor tropical, es decir, voluptuoso, ardiente, sensual pero sin lujuria, es en fin, la vibración de la vida en un escenario de fervor”.

En estos días la revista Generación que dirige Carlos Martínez Rentería, en muchos aspectos heredera y continuadora del temperamento contracultural e irreverente del estridentismo, cumplió 33 años con un número dedicado precisamente a este movimiento señero. También para Generación, para Carlos y Emiliano, hay un reconocimiento agradecido y admirado en estas líneas.