Opinión

La indiferencia ante el genocidio

Qué vergüenza que el gobierno de México aún no se atreva a condenar la invasión rusa a Ucrania imponiendo sanciones, pese a que diariamente estamos viendo el genocidio que, por órdenes de Vladímir Putin, se está llevando a cabo ahí. Tortura y muerte de civiles, violaciones masivas a mujeres, niños muriendo de hambre, sed y frío, no han sido suficientes para que nuestro país se ponga del lado correcto de esta historia.

Desgraciadamente, México no es el único. Tampoco lo han hecho Argentina ni Brasil, las otras dos más grandes naciones de Latinoamérica, una región que ha tenido tan tibia reacción que, de acuerdo al analista Andrés Oppenheimer, Putin considera que están a favor de Rusia. Al grado que TASS, la agencia oficial de noticias rusa, ha publicado una lista de países “no amistosos” hacia Rusia y su gente, y ninguno de América Latina viene ahí.

En cambio, lista como enemigos de los ciudadanos rusos a Estados Unidos y Canadá, los 27 países miembros de la Unión Europea, así como a Japón, Corea del Sur, Australia, Micronesia, Nueva Zelanda, Singapur y Taiwán.

Otros países tampoco han sancionado a Rusia, entre ellos India, donde el lema o hashtag, “EstoyconPutin” es el más popular hoy día. Esto por los fuertes lazos que los unen a Moscú desde la llamada Guerra Fría, pero sobre todo porque India depende enteramente de Rusia para abastecerse de armas desde que se independizó de Gran Bretaña en 1947.

Igual la mayoría de los países de África, que siempre han sentido simpatía por Rusia ya que Moscú, desde que era Unión Soviética, respaldó sus movimientos de liberación y se opuso a la política de segregación racial de Sudáfrica.

Pero en el caso de México, ¿qué es exactamente eso que nos une a Rusia? Nunca ha sido un gran aliado en ningún aspecto. El comercio entre los dos países es mínimo. En 2021 México le vendió productos, en su mayoría piezas de automóviles, por solo un total de 499 millones de dólares, mientras que la inversión rusa en nuestro país apenas alcanzó 132 millones de dólares.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha justificado su decisión de no imponer sanciones a Rusia ni aportar armas a Ucrania a motivos históricos, argumentando que México no se mete en conflictos ajenos.

Pero entonces, ¿qué ocurre con tantos casos en los que México ha tomado posiciones más que claras, como fue la Guerra Civil Española, cuando apoyó y envió armas a los republicanos y se negó a sostener relaciones con el gobierno de Franco? ¿Y qué ocurre con el abierto apoyo que se brindó a los sandinistas en Nicaragua y, más recientemente, la hospitalidad con Evo Morales, que iba en camino de ser dictador en Bolivia?

¿No sería más decente y, sobre todo, más humano reconocer y condenar el genocidio que se lleva a cabo en Ucrania solo porque Putin la considera y se le antoja que sea parte de Rusia?

@Magda_NunezM

@Magda_NunezM