Opinión

Lecturas de la prensa

Tres artículos de día de ayer me cimbraron, el de José Carreño Carlón en El Universal, el de Héctor Aguilar Camín en Milenio y el de Leonor Gómez Otegui en la Crónica de hoy. (1) En el primero, José Carreño nos revela que la táctica de ofender a quien siembra dudas o garantiza las acciones no tan impolutas de un dirigente, estriba en “acribillarlo” con denostaciones, exhibir sus debilidades o inventárselas. “La fórmula de dirigir los mensajes al público sin intermediaciones, para someter o anular los frenos constitucionales (…) fue diseñada tardíamente en la oficina del presidente Carter, generalizada por Reagan, vulgarizada por Trump” y adoptada por Andrés Manuel López Obrador. La idea es distraer a la gente de otros asuntos, por un lado, o de ir abriendo un camino para dar un zarpazo monumental, como de fiera de la era de los dinosaurios. Esto último es lo que pretende lograr el presidente en sus invectivas constantes contra el INE o contra la UNAM. Cada vez que puede ataca a ambas instituciones. Ahora, como todos sabemos, se lanzó contra los médicos y estudiantes de las licenciaturas y de los posgrados en medicina de la UNAM, porque, de acuerdo con él, no participaron en la lucha contra la pandemia del Covid-19, durante los momentos más álgidos de los contagios, durante los largos meses en que no había vacunas. La UNAM contestó en un contundente comunicado que la propia Secretaría de Salud suspendió todas las actividades de los ciclos clínicos de licenciatura y pregrado, por lo que los estudiantes no debían acudir a ayudar en las instituciones de Salud. “Los pasantes del servicio social que se encontraban en unidades hospitalarias fueron, por instrucciones de la autoridad sanitarias, trasladados a centro de salud, para apoyar al Programa Nacional de Salud, donde continuaron prestando sus servicios de manera ininterrumpida”. “Los pasantes en áreas rurales permanecieron en ellas, afrontando las carencias de estas poblaciones y los efectos de la pandemia” en estas zonas marginadas. La UNAM agrega que “cerca de 15 mil médicos residentes, estudiantes de los posgrados de especialidad, estuvieron durante estos terribles meses” al pie del cañón. Valdría la pena que el posible lector (a) de estas líneas revisara el comunicado en cuestión.

Cuartoscuro

Cuartoscuro

La invectiva del presidente contra los médicos de la UNAM surgió de las críticas recibidas por haber contratado a 500 médicos cubanos, cuando los médicos mexicanos no encuentran plazas en los sistemas de salud en México y los que lo logran reciben un sueldo bajísimo.

El Secretario de Salud, Jorge Alcocer, declaró que existen plazas para médicos en alejadas zonas rurales. El problema es que muchas de esas zonas se encuentran dominadas por el crimen organizado y ¿quién querría vivir allí, aunque sólo fuera un tiempo)? Probablemente acepten esos puestos los médicos cubanos, cuyo nutrido sueldo mexicano va para las autoridades cubanas, mientras una mínima parte le quedará a ellos, pero ese “algo” resulta necesario en un país pauperizado como la isla de Cuba.

¡Qué calamitosa situación! Pobres médicos cubanos. No saben a lo que vienen. El pasado domingo 15 de mayo, el escritor Xavier Velasco publicó en su columna semanal de Milenio un artículo sobre el deleite que era viajar en las carreteras de México “…cruzar la sierra a media madrugada, envueltos en un manto de negrura imponente, del cual emergía uno entre reconfortado y perplejo, como quien vuelve de un sueño tortuoso”. Hoy, dice Velasco, transitar la carretera es una “temeridad”. Ahora imagínense, internarse en una zona rural de cualquier serranía mexicana vendría a ser una sentencia de muerte o algo cercano.

2) Héctor Aguilar Camín se pregunta, tanto en su artículo de Milenio del lunes pasado, así como en el del martes, “si el dilema de la lealtad de las fuerzas armadas a su comandante en jefe va primero que a la Constitución, o viceversa”. La única respuesta debería ser que la lealtad es única y exclusivamente con la Constitución, pero nos adentramos en un “terreno opaco”, como lo califica el doctor Aguilar Camín. ¿Qué ocurrirá, se pregunta el historiador, si en 2024 el 2024 el presidente López Obrador no acepta el resultado de las elecciones presidenciales?. ¿Lo secundaría el Ejército Mexicano o sería fiel a la Constitución? Yo esperaría que las fuerzas armadas, llegado el caso, y todo es posible en una realidad donde un supermasivo hoyo negro recién detectado en la Vía Láctea nos contiene, apuesten por nuestra carta magna, los hados mediante.

3) El tercer articulo que mencioné, publicado ayer en la Crónica de hoy se titula “¿Qué haremos cuando nos alcance el Día Cero”, escrito por Leonor Gómez Otegui, diputada del PT (¡dioses, qué barbaridad!), califica, de acuerdo con el World Resources Institute, que México se sitúa entre los países con alto estrés hídrico. Según la ONU, el año 2028 los mexicanos podríamos enfrentarnos al Día Cero: Cero Agua. La perspectiva suena aterradora: un país, que, de acuerdo con el Statista Research Department , un portal competente de estadísticas, para el 2027 habrá 135,4 millones de habitantes en la República Mexicana sedientos, sucios y desesperados.

En resumen, 1) no hay nada novedoso en la estrategia del presidente de la Cuarta Transformación en su estrategia de agredir al que lo “desnuda” o al que se cruce en sus decisiones. Reagan y Trump le antecedieron. AMLO, por sobre todas las cosas, defiende la contratación de 500 médicos cubanos; la UNAM prepara estupendos cuadros médicos y muchos jóvenes galenos se resisten a trabajar en alejadas zonas rurales, casi todas cooptadas por el crimen organizado. 2) ¿Las fuerzas armadas de nuestros país apoyan, primero que nada, a la Constitución o al presidente en turno? 3) Si no se toman las medidas necesarias en nuestro país se acabará el agua para el 2028.

Como se supondrá, hoy yo no tenía ideas, pero sí lecturas de la prensa.