Opinión

Mejorar lo que bien ha funcionado: escuelas de tiempo completo

La cancelación del Programa Escuelas de Tiempo Completo (PETC), considerada en el Presupuesto de Egresos de la Federación, ha generado un amplio debate entre la comunidad educativa y en otros ámbitos de la vida social y política de nuestro país, de donde deberán surgir y serán bienvenidos todos aquellos esfuerzos y propuestas que contribuyan a garantizar el derecho a la educación y al desarrollo de más de 3.6 millones de niñas, niños y adolescentes, fundamentalmente de aquellos que viven en zonas de alta y muy alta marginación.

En este sentido, resulta del todo plausible tanto el anuncio del acuerdo para instalar, el próximo 22 de marzo en la Cámara de Diputados, una mesa de trabajo que contará con la presencia de la titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), como la iniciativa de algunos estados de la república que han decidido, con sus propios recursos, conservar dicho programa, el cual, a decir de autoridades estatales, organizaciones civiles, padres y tutores, ha generado impactos positivos en el aprendizaje, en la salud y en la economía de millones familias de nuestro país.

Desde el inicio de este gobierno federal, como parte de sus estrategias para revertir y poner fin al hambre, mejorar la nutrición y lograr la seguridad alimentaria, la SEP ha reconocido las diversas bondades de este programa educativo y de su importancia como mecanismo para evitar el abandono escolar, sin embargo, como igualmente apremiante ha sido la construcción, mantenimiento, equipamiento y gastos fijos de los planteles de educación básica, se decidió reasignar los recursos financieros del Programa Escuelas de Tiempo Completo al de La Escuela es Nuestra, cuyos recursos se deberán entregar a las comunidades escolares a través del Comité Escolar de Administración Participativa (CEAP).

Pero, ¿cómo pasar por alto que el PETC, gracias a la ampliación del horario, incrementa un mejor aprovechamiento del tiempo y un mayor desempeño académico? ¿Cómo dejar de lado que los educandos al desarrollar actividades relacionadas con el arte, las humanidades, el civismo y la protección al medio ambiente se les aleja de entornos nocivos, de las adicciones y de la ociosidad pasiva? ¿Cómo no entender que al proporcionar desayunos o comidas escolares también se fomentan hábitos alimenticios que mejoran la salud física y emocional? Y, ¿cómo negar que los padres, madres y tutores al cumplir adecuadamente con sus jornadas laborales evitan el que se sigan deteriorando su economía y convivencia familiares que fueron golpeadas severamente por la pandemia del Covid-19?

De acuerdo a un estudio exploratorio publicado por el CONEVAL, las madres de familia cuyas hijas e hijos asisten a una Escuelas de Tiempo Completo, tienden a incrementar su probabilidad de participar en el mercado laboral, más aún si se encuentran en un mayor grado de marginación.

Por todo ello resulta sumamente relevante que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, haya asegurado con firmeza y decisión que mantener el PETC en la capital del país es todo un compromiso, que, si bien para su continuación dependen en términos académicos de la SEP, en términos de los alimentos la ciudad seguirá como hasta ahora: entregando los recursos “directamente a padres y madres de familia” y no a empresas intermediarias.

Tras dos años de confinamiento por la contingencia sanitaria y con el consecuente aumento del rezago educativo en nuestro país, poniendo en riesgo a toda una generación de estudiantes, el aprovechamiento del tiempo y las demás ventajas que hemos señalado del PETC, permitirá que los docentes cuenten con el tiempo adecuado para identificar debilidades y fortalezas; diseñar estrategias diferenciadas, e implementar acciones de acompañamiento con sus alumnos para proporcionarles un mayor apoyo socioemocional, aumentando su confianza, seguridad y motivación para su sano desarrollo.

De tal forma que las autoridades educativas deberán aprovechar al máximo la oportunidad de multiplicar modelos de éxito que contribuyan al fortalecimiento de la educación básica en un país como el nuestro que, en su progreso, ha sabido forjarse con el aprendizaje obtenido de la adversidad y la ventura.

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Bernandino Hernández