Opinión

Mi horno no está para bollos del AMLOfest

Estudie Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras. Gracias a la UNAM el posgrado lo hice en la Universidad de Nueva York, donde seguí la especialización en Literatura Comparada: maestría y doctorado. No me doctoré por imbécil, pero he de hacerlo en mi Facultad de Filosofía y Letras a la vejez, viruelas. He leído de ciencia política sin rigor, de filosofía política de la misma manera, lo mismo que a historiadores de todos lados. Nada de esto importa. Lo que quiero decir es que enseño literatura y escribo narrativa, pero pienso en el estado de cosas en el mundo y, especialmente, en México. Escucho al presidente López Obrador decir que la Universidad Nacional Autónoma de México se derechizó. En concreto se refería a la Facultad de Economía, y que su secretario de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O, doctorado en la Universidad británica de Cambridge, no resultó tecnócrata. Lo dijo, mientras Ramírez de la O lo acompañó a inaugurar un camino con infraestructura federal y mano de obra de los beneficiarios en las localidades aledañas. Cabe pensar que los economistas mexicanos deberían todos asistir a la Universidad de Cambridge. Becas para todos, señor presidente. Veremos, sin embargo, cuánto dura la feliz convivencia del primer mandatario y del nuevo titular de Hacienda, que es el tercero en tres años en tomar la batuta de los asuntos hacendarios del país. El chisme al respecto ha sido tratado por varios comentaristas. El primer Secretario, Carlos Manuel Urzúa, no aguantó los mangoneos de AMLO y a Arturo Herrera lo sacaron y le ofrecieron el Banco de México, pero al final no le dieron nada.

Cuartoscuro

Cuartoscuro

Todo eso habla de una errática forma de gobernar: te pongo, te quito, te ofrezco un nuevo puesto y luego te mando al demonio. Total, nuestro presidente es todopoderoso. Ahora la trae contra la UNAM a la que tacha de neoliberal. Claro, cómo le va a gustar la teoría política y económica neoliberal, si se trata de reducir al mínimo la intervención del Estado. “Privatización y desregulación” son lema neoliberal.

Un familiar querido y respetado por su conocimiento psicoanalítico, me dijo el otro día que en la UNAM trabajábamos de más, por su configuración neoliberal. ¡Dioses, en la UNAM se trabaja con ahínco, se investiga, se publica, se enseña como en cualquier universidad seria del mundo! ¿Es posible mejorar algunas aspectos de su estructura? Desde luego que sí, todo es perfectible. Pero nadie venera allí a Margaret Thatcher ni a Ronald Reagan. En la Facultad de Economía se sigue leyendo a Keynes, entre otros, a Marx y a los sobresalientes economistas de hoy.

Lo mismo ocurre en el CIDE, Centro de Investigación Económica. Se trata de un Centro público, que parte del sistema de Centros Públicos de Investigación del CONACYT y enfocado a las ciencias sociales, donde se imparten clases de licenciatura, maestría y doctorado. Por desgracia, la Cuatroté lo “ha tomado”. Impuso a un director egresado de la misma institución y que obtuvo un doctorado en economía Austin, Texas. Llegó sesgando cabezas. Se llama José Antonio Romero Tellaeche, lo impuso la terrible María Elena Álvarez Buylla, directora del CONACYT. El doctor Romero posee una buen curriculum, pero parece decidido a dejar que al Centro lo permee el ideario, si es que lo hay, de la Cuarta Transformación, porque, de acuerdo con el presidente del país “el CIDE se fue derechizando y empezó a competir con el ITAM”. Los alumnos se oponen, apoyados por personalidades como el gran Jean Meyer.

El Instituto Nacional Electoral se encuentra igualmente en la mira de López Obrador. Ganan muchos los consejeros, son voraces, que las elecciones las vuelva a organizar la Secretaría de Gobernación. Esperemos que las silentes deidades nos protejan.

No me referiré a la situación económica del país, que de ello escriban los economistas. Bien, no va. Atroz, por otro lado, es la situación de los niños y los adultos con cáncer. No hay quimios, no hay medicinas. Después de considerar que las farmacéuticas estaban corrompidas, cosa que hasta ahora no se ha comprobado, la única intermediaria fue una subsecretaría de Hacienda y Crédito Público. Resultó un desastre. Los enfermos mueren sin que la Cuatroté se apiade. ¿Y los muertos por la Covid que pasan de medio millón? Esos muertos están, porque el Gobierno actuó demasiado tarde y el zar de la epidemia, López Gatell, brinca al son del mandamás. ¿Qué se hace hoy ante la amenaza de una nueva cepa del SARS-Cov- 2, el ómicron del que todavía no se sabe mucho? El presidente se organiza su AMLOfest en el zócalo de la ciudad. Pide que vayamos todos a oír su tercer informe de gobierno desde que triunfó en la votaciones presidenciales, que si queremos portar cubrebocas, lo hagamos y, si no, no.

Del crimen organizado , los asesinatos a mansalva y los feminicidos hablaremos otros día.

Festejen, pues. Yo me encerraré con mis perros a leer un libro que levanta el ánimo, por lo menos mientras transcurre el tiempo maravilloso de la lectura. Me refiero a Leer en los aviones de Ana García Bergua, espléndida escritora, cuyo humor todo lo perfora. Lo editó ERA.