Opinión

Qué obtuvo AMLO en la consulta

La semana pasada analizamos cuáles eran las finalidades de la consulta de revocación de mandato, con la que Andrés Manuel López Obrador buscó extender su influencia y minar las instituciones que precedieron a su gobierno. Ahora que tenemos los resultados podemos ver qué tanto se lograron.

Presidencia

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Habíamos señalado que la primera, y más evidente, era convocar a los simpatizantes del Presidente a ratificar su confianza y mostrar músculo electoral. La clave era el índice de participación ciudadana, pero más que ese dato en general, interesaba la posibilidad de movilización de los fieles a AMLO y la 4T. (En ese sentido, se comprende que no haya habido para el INE los recursos necesarios para organizar una elección del tamaño de las federales).

Esto -habíamos dicho- funciona como una suerte de partido de práctica para el gobierno y Morena frente a las elecciones de 2024. Y, aunque no haya habido rival, sirvió para ver el comportamiento de las estructuras de partido y de gobierno ante el proceso.

Vimos que tanto el uno como el otro echaron toda la carne al asador, con una promoción abierta de parte de los funcionarios y una movilización en el día de las votaciones como no se veía desde los tiempos gloriosos del PRI, el siglo pasado.

El resultado es bueno para López Obrador y su proyecto. 15 millones de ciudadanos son muchos. No importa si fueron movidos por sus convicciones, por dádivas, por promesas o por amenazas. Dan cuenta de una base electoral importante, y esa es una realidad que no puede taparse con el dedo del acarreo. Es como pensar que las bases del PRI, en su momento, eran falsas (y sí, eso pensaban algunos).

Otro elemento a prueba fue ver qué tanto se podía estirar la cuerda en otros aspectos, como la utilización de los programas sociales en la propaganda y la promoción del voto, o la intervención abierta de funcionarios públicos de todos los niveles en las campañas. Por más requerimientos y señalamientos del INE (hubo más de 200 apercibimientos), la cuerda se estiró con bastante libertad.

Hay que señalar, sin embargo, que el comportamiento durante esta consulta, al no contar con un interés activo de la oposición, no puede simplemente proyectarse en elecciones futuras. Fue demasiado obvio como para pensar que habrá este tipo de libertades cuando lo que esté en juego sean los puestos de representación popular. Tal vez por eso mismo, el INE, prudentemente, marcó los faules pero no mostró tarjetas. En ese sentido, podemos decir que, para esta consulta en particular, López Obrador y su equipo político se salieron con la suya.

Esto nos lleva a la tercera finalidad que señalamos: la erosión de las autoridades electorales. Habíamos predicho que el 11 de abril, AMLO cantaría victoria y aseguraría que fue pese a los obstáculos puestos por el INE. Así fue. Dijimos también que le atribuiría la también insuficiencia de votantes. Como fueron una cantidad respetable, el argumento se le cayó. Además, resulta por lo menos extraño que, si la disminución de casillas fue en todos lados, haya habido un índice de participación decente en el Sur del país y niveles muy bajos en el Bajío, Norte y Occidente.

Encima de eso, el INE demostró en la jornada del domingo que, aun con recursos limitados, fue capaz de organizar -junto con la ciudadanía- un proceso limpio, bien instituido, con resultados rápidos y creíbles.

Esto hace que la catapulta para la difusión de su contrarreforma electoral no pueda ser tan poderosa como se hubiera imaginado. El comportamiento del INE volvió a generar confianza, y esto quita argumentos a su intención de desnaturalizarlo, al volver abiertamente partidista a su Consejo General. Aunque de todos modos AMLO lo intentará.

La sensación de sí tener músculo electoral y el comportamiento ejemplar del INE se combinan para que no se genere la sensación, en una parte de la población, de que la democracia está secuestrada por quienes no simpatizan con la Cuarta Transformación (y no importa que la 4T sea la que quiere secuestrar la democracia para sí). Esto crea una menor expectativa de fraude electoral en ese grupo, de cara a próximas elecciones.

Habíamos señalado que la consulta de revocación de mandato sienta un precedente para el futuro, y que podía volverse un camino para hacer inestable la institucionalidad representativa que, durante décadas, al menos ha tenido la virtud de la estabilidad. En su mensaje nocturno el presidente López Obrador lo dejó claro: es un instrumento que puede servir para echar abajo a algún gobernante (del futuro, ya no él) que haga mal su trabajo. En otras palabras: el amago constante del asalto al poder. Y para que ese amago sea más evidente, ahí está la propuesta para reducir el requerimiento de participación de 40% del padrón electoral en próximas consultas revocatorias.

En resumen, AMLO obtuvo un apoyo significativo -pero que está lejos de ser definitivo para la 4T: es la última vez que López Obrador aparece en una boleta-. Su equipo mostró capacidad de movilización y de toreo de las leyes. Pero el INE también salió fortalecido, dificultando las posibilidades de golpearlo con más fuerza. Continuará el activismo presidencial para una contrarreforma electoral, pero se le escaparon un par de argumentos. Se alista, asimismo, el asalto a la estabilidad de las instituciones representativas.

¿Y la oposición? Este no era un partido que pudiera jugar, pero el índice de abstencionismo de más de 80% del padrón le da márgenes relativos hacia el futuro. Hará bien en medir sin triunfalismos las fuerzas que se desplegaron el domingo. Y, sobre todo, debe notar la necesidad de defender al INE como bastión de la democracia.