Opinión
Oposición caníbal y sin corcholatas
David Gutiérrez Fuentes

Oposición caníbal y sin corcholatas

La oposición aliancista acumula contradicciones que se reflejan en sus recurrentes fracasos políticos, los personajes de caricatura que la componen, sus poco convincentes plumas intelectuales que hasta cuando se pretenden críticas lo hacen sincronizadamente como en días pasados y su natural canibalismo político que les impedirá llegar unidos al 2024 como “única fórmula para derrotar a Morena.”

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El PRI sin corcholatas y en plena extinción

Es un hecho el franco rechazo de la ciudadanía anti-AMLO a todo lo que provenga del PRI presidido por el señor Alejandro Moreno. Efectivamente, lo dejaron sólo sus compañeros aliancistas, empezando por su cacique y los expresidentes del PRI que lo verán consumirse lentamente. Si al PRI no le permite el PAN elegir un candidato de sus filas para competir en el Estado de México, que por lo demás ninguno de los dos partidos tiene uno competitivo, el señor “Alito” tendrá que pegar otra estampita más en su álbum de desilusiones.

Las jóvenes y oxidadas corcholatas del PAN: Ricardo Anaya y Marko Cortés

En el PAN no es posible tomar en serio o siquiera imaginar a Lilly Téllez, Xóchitl Gálvez, Kenia López Rabadán, Margarita Zavala o el inhabilitado homofóbico Gabriel Quadri en las boletas. El único que más o menos se defiende es Damián Zepeda que ha dicho claramente que el PRI en esa alianza es un lastre. Por el momento las únicas corcholatas visibles son: Ricardo Anaya, un prófugo de la justicia que recibe dinero para producir spots hilarantes contra AMLO y el presidente de ese organismo Marko Cortés, quien advirtió sobre la derrota que se avecinaba para el pasado cinco de junio.

El PAN carga el peso de dos plomos: los peores presidentes de la historia contemporánea, Vicente Fox y Felipe Calderón. El primero un impresentable y compulsivo tuitero que dispara al menos dos sandeces por día y le ayuda a los intelectuales de Va por México a llegar a públicos que buscan con desesperación una lámpara, no precisamente la de Diógenes, que contribuya a reforzar sus prejuicios políticos. Del segundo y a raíz de las recientes revelaciones en el caso de García Luna no hay nada que decir. Por cierto, Marko Cortés, le disparó al pie a la alianza manifestando su apoyo a Alejandro Moreno y acusando de Judas a Movimiento Ciudadano porque se dan a desear.

Una corcholata moderada sin partido: Ricardo Monreal

En el caso de que Movimiento Ciudadano decida ir por su cuenta en 2024 y de que Colosio junior no se deje seducir por los cantos de sirena de los intelectuales anti-AMLO, Dante Delgado tiene un amigo en Ricardo Monreal: un hábil operador político en el senado que está enojado con el mundo. Pocos le compran sus patrañas, como el joven politólogo Gibrán Ramírez. El sólo verlo produce antipatía, imagino que una sensación tan poco civilizada debe producirle AMLO a la oposición totalmente derrotada y sus ardientes, enfurecidos y primitivos seguidores pero la antipatía forma parte del Ágora desde los idealizados tiempos en los que Aristófanes nos enseñó que también era posible reírnos de la política.

Las entrevistas que concede Monreal, el tonito hipócrita de salvaguarda de la democracia y la gran patraña de que él hubiera ganado las preferencias del electorado chilango si se hubiese elegido al candidato sin que mediaran las encuestas sólo él se los cree. Pedro Mellado ya de plano lo hace fuera de Morena y da razonables argumentos. El punto es que si Monreal aparece en una boleta electoral como candidato presidencial, será el resultado de un oscurísimo acuerdo cupular. Entonces, ¿para qué tanto cuento? De una vez que se salga y demuestre el músculo de los miles de simpatizantes que dice tener.

El otro obstáculo de Monreal es su posición de político “conciliador” que en el senado sirve pero en campaña estorba. Curiosamente ayer leí en la revista digital Contexto y Acción: CTXT, un artículo de la política y periodista española María Teresa Pérez con un largo y elocuente título: “El espejismo del político ‘moderado’ que lleva a la izquierda a la trampa centrista.” Mientras lo leía no dejaba de pensar en el zacatecano placeado en varios medios por que recayó en el síndrome de Maléfica por ser excluido de un desayuno en Toluca: “La política es ideología y las ideas pueden ser liberales, comunistas, socialistas, reaccionarias… pero no moderadas. La moderación no es una ideología. Por tanto, no es efectivo lanzar mensajes contradictorios ni tibios como suele ocurrir cuando te mueves de tu posición ideológica.” Líneas después añade: “Cuando me preguntan qué hace falta para frenar a la extrema derecha siempre respondo que, paradójicamente, hace falta lo mismo que ellos han utilizado para crecer: más ideología, más política.”

Lo cierto es que veo muy poco probable a Ricardo Monreal como candidato de cualquier partido, si acaso de las ruinas perredistas, en la elección presidencial de 2024.

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Letras al pie

Hoy Colombia elige si vota por un empresario misógino, racista, acusado de corrupción y aliado del uribismo, o se sacude el polvo de la mafia internacional del poder cruzando su papeleta de manera masiva por Gustavo Petro y Francia Márquez. En la entrevista más reciente que le hizo El País a Francia, el editor o la reportera eligió la siguiente cabeza: “Nos tocará aceptar el resultado que salga, así no nos guste” La verdad es que si uno lee la entrevista ese es el título menos apropiado y más amarillista para las palabras de la candidata a vicepresidenta de Colombia. Desde muchos ángulos es posible observar que el conglomerado de intereses que opera contra los dos candidatos funciona de manera análoga a como opera la plutocracia mexicana.