Opinión

Peor, imposible

Los focos de alarma se prendieron ayer en las oficinas de la dirigencia nacional de Morena en la tarde cuando trascendió la noticia de la captura de Mónica Rangel, que fue candidata de Morena para la pasada elección en San Luis Potosí.

Mónica Rangel./

Mónica Rangel./

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Pesan sobre ella acusaciones graves como asociación delictuosa y enriquecimiento ilícito, que no es poca cosa.

Rangel no era una militante morenista cuando fue elegida, nada de eso. De hecho, trabajaba en el gabinete priista del ex gobernador Juan Manuel Carreras.

Se dijo que la idea era que morenistas y priistas conformaron un bloque para atajar la llegada al gobierno del candidato del Partido Verde, Ricardo Gallardo. No les salió.

Mónica defraudó a sus patrocinadores morenistas con un resultado pobrísimo en la jornada electoral y ya desde entonces se hablaba de manejos raros en los recursos de campaña. ¿Quién de Morena pagará los platos rotos?

En el fondo barranco

Los programas sociales se perfilan para ser el principal método de extorsión política para asegurar votos para el partido en el gobierno.

La amenaza de perderlos puede llevar a la gente a correr riesgos incluso mortales, como ocurrió en la comunidad de Nueva Victoria, Chiapas, donde un camión en el que viajaba gente a votar en la Revocación de Mandato terminó en el fondo de un barranco.

El presidente deslizó que la responsabilidad era del INE por ubicar lejos la casilla, pero la respuesta de los familiares de las víctimas no tardó en llegar y fue demoledora.

La gente, dicen allá, tomó el riesgo de llegar como fuera porque fue amenazada con perder los programas sociales que entrega el gobierno federal.

La denuncia tiene que convertirse en una investigación seria, imparcial, que llegue al fondo del asunto y responda la pregunta: ¿Morena usa los programas sociales como arma de extorsión política a los beneficiarios?

Otra vuelta a la tuerca

Rubén Rocha le da otra vuelta a la tuerca. El gobernador de Sinaloa anunció que enviará al Congreso local una iniciativa para que la Revocación de Mandato sea obligatoria en la entidad; o sea que cada candidato, para gobernar seis años, tendría que ganar dos veces.

Rocha se someterá a la Revocación en el 2024. La primera reacción allá fue que Rocha quiere aparecer otra vez en la boleta para empujar a los candidatos de Morena que ya no contarán, eso se supone, con el nombre de López Obrador.

Cada gobernador de Morena se hará, siguiendo el ejemplo de su jefe político, una Revocación a la medida de sus necesidades. Si sale cara o crea confusiones es lo de menos, total no es dinero del gobierno estatal, ni del partido, son fondos públicos.

Bajo esta lógica los mandatarios ya no se elegirán para seis años, sino para tres. Eso sí con la posibilidad de reelección.

Ríspido cortejo.

Corre la versión de que el gobierno trasladó para el domingo la votación de la Reforma Eléctrica para abrir la posibilidad de negociar con la oposición y alcanzar algún tipo de acuerdo.

Una versión extraña porque el propio presidente reparte epítetos a diestra y siniestra contra los legisladores a quienes en teoría se quiere acercar.

Ayer en la tarde, en otro de sus informes para la gente de casa, o sea su gabinete, AMLO llamó a los legisladores de oposición entreguistas, conservadores, reaccionarios, dados a la traición. Es un pretendiente sádico.

Lo cierto es que el gobierno ya da por perdido ese lance, y el mismo lunes podrán en marcha su Plan B: cambios a la ley minera, que no requieren mayoría constitucional, para en los hechos nacionalizar el litio.