Opinión
Soberanía energética y reacción conservadora
David Gutiérrez Fuentes

Soberanía energética y reacción conservadora

Zoom al sector energético de la nación

Empiezo con tres preguntas: ¿Quién en su sano juicio promoverá frenar la iniciativa en materia energética del presidente después de cuatro décadas de gasolinazos y aumentos en las tarifas de luz? ¿Qué electores, por miopes o mal informados que estén, les aplaudirán a sus congresistas para que obstruyan propuestas para que un abarrotero siga pagando en términos reales tres veces más que un Oxxo por su consumo eléctrico? ¿Cuántos mexicanos le alzarán la mano al diputado de su distrito que esté a favor de que empresas transnacionales exploten nuestro litio, a cambio de pingües ganancias como lo hicieron, y lo hacen, con nuestro oro y plata?

Más allá del discurso político que sustenta y defiende el presidente desde una línea definida, sobre la que es preciso hablar más adelante, la iniciativa en materia energética que discutirá el congreso posee un elemento central que no tiene nada de komunista, chavista, estatista, populista ni las zarandajas parecidas con las que se suele criticar la política social y la disciplina financiera de crecer sin endeudar al país.

Especial

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Para que este crecimiento sea ordenado y seguro, necesitamos recuperar nuestra soberanía energética, mientras la política social se sigue atendiendo. Es la condición mínima que puede tener una nación soberana para pensar en crecimientos reales sostenidos a medianos y largos plazos después de la cuarentena perdida que inició con el banderazo de salida de Carlos Salinas de Gortari.

Que el poder ejecutivo sea austero no implica que tenga que ser débil y las entidades a quien yo como mexicano les daría mi confianza para que junto con la secretaría de energía garanticen nuestra soberanía energética serían Pemex y la CFE. Empresas nacionales que con normatividades secundarias y anticonstitucionales primero, y una reforma energética absolutamente impopular después, empujada a punta de sobornos, fueron desmantelando los gobiernos neoliberales para transferirle a corporaciones como Iberdrola potencialidades bajo el gastado argumento de que el mercado es el gran regulador.

Pemex y la CFE son empresas de los mexicanos. Así de simple. Aunque hay paisanos tan fervientes de la privatización de nuestros bienes y recursos naturales que cuando fueron servidores públicos con altos cargos como Calderón y Georgina Kessel hicieron negocios malísimos para el país con empresas como Iberdrola, y después se fueron a trabajar a éstas, es decir, a representar sus intereses económicos. Recomiendo, por cierto, ver las gráficas comparativas entre los precios de la luz entre México y España. Estas perversidades son las que permiten que haya banqueros gobernando países en Latinoamérica. Aunque no banqueros, nosotros tuvimos cuarenta años de personajes que desmantelaron, corrompieron, concesionaron y especularon con los bienes y servicios públicos. Rectoría del estado en sectores estratégicos que incluye desde luego al de la salud, no es sinónimo de retroceso.

El éxito de la política de vacunación del gobierno de la República fue colocando en su sitio a los críticos vociferantes y a los proveedores de fake news. Pero para seguir dando manotazos, ahora con la reforma energética y la revocación de mandato, estos personajes siniestros requieren de apéndices.

Los apéndices de un puñado de alienígenas

Los iberdrolos, entre otros inversionistas, le meten plata al bloque opositor que defiende que se hagan malos negocios con nuestro dinero. En este contexto no dejo de pensar en el lamentable papel de Jesús Zambrano y Jesús Ortega: Ser apéndices políticos del PRIAN, que a su vez es apéndice de alienígenas que se ostentan como representantes de todo el sector empresarial, sin serlo, y chantajean multimodalmente con grilla barata, grotesca y titubeante. Pero el que los chuchos estén en una situación tan triste en lo que a capital político se refiere (supongo que inversamente proporcional al de sus cuentas), les permite ser cínicos de gesto adusto, o, más concretamente, “charlatanes serios”, RAF dixit, la condición más deplorable para cualquier político o intelectual.

Hace unos días a Jesús Ortega le dijeron los alienígenas, a ver, tú Chucho, has estado muy calladito últimamente, te toca salir a la pista, toma, tienes que defender la causa. En este sobre hay una nariz de payaso y unas líneas que escribió el sobrino del señor X para ti. Y tómenla barbonxs, se aventó el misal en modo zombie. De pena ajena. Si son morbosos búsquenlo. Yo me reí porque estaba leyendo una vez más las líneas del instructivo de nado sincronizado que son transparentes e igualitas.

Una oferta razonable sujeta a distorsiones maniqueas

La oferta energética del presidente es razonable: producir sólo los barriles de petróleo necesarios para refinar autónomamente nuestros consumos y que la CFE produzca el 54 por ciento de la energía (como de hecho sucede) con una política que tiene que alcanzar una meta de producción limpia para la que ya hay una primera oferta también bastante razonable: echar a andar nuestras presas con buenas turbinas. No se requiere mucha ciencia sino voluntad política. Sensatez, sentido común, sintonizar las mañaneras o sus resúmenes y dos o tres programas periodísticos en internet, son los mejores antídotos contra los cantos de las urracas: previsibles, repetitivos y refinados en su perversidad algorítmica y multimodal. Como siempre, uno que otro debatible, pero lo demás nado sincronizado.

Un meme lo decía más o menos así: “Si los periodistas e intelectuales en nado sincronizado compitieran en los Juegos Olímpicos nos llevaríamos el oro.” Ya no me acuerdo cuál era la imagen, pero yo hubiera puesto una de Homero Simpson echado en su llanta en una alberca de Springfield.

Será interesante ver a los congresistas y magistrados argumentar como hienas las propuestas retardatarias y antidemocráticas de los alienígenas. Compren palomitas. Se pondrá bueno.