Opinión

El testamento político ¿acierto o pifia?

Antes de reflexionar sobre lo que es un testamento político en un Estado moderno, no patrimonialista propio del medievo o la antigüedad, quiero desearle buena salud al presidente y expresar mi esperanza de que concluya su mandato el 31 de octubre de 2024. El disenso y las opiniones encontradas son propias de una democracia y enriquecen la vida colectiva y no deben ser motivo de enemistad o justificación para excluir o desearle un mal al adversario.

Cuartoscuro

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Bajo esta perspectiva, el anuncio del presidente López Obrador sobre la existencia de su testamento político es ¿un acierto o una pifia en una sociedad democrática? Cito: “yo tengo un testamento político. No puedo gobernar un país, en un proceso de transformación, no puedo actuar con irresponsabilidad, además con estos antecedentes del infarto, la hipertensión, mi trabajo que es intenso, sin tener en cuenta la posibilidad de una pérdida de mi vida”.

¿Qué es un testamento? Es la expresión de voluntad libre de un individuo para disponer de su patrimonio después de su fallecimiento y, en su caso, designar herederos o legatarios. En un orden político patrimonialista en el que los bienes del monarca se confunden con los colectivos, el testamento era un medio para transmitir las propiedades y poderes del reino a una persona con muchas limitantes provenientes de las tradiciones y leyes del lugar. En este contexto, era plausible y en muchas ocasiones necesario designar al heredero al trono entre los elegibles para prevenir guerras civiles de sucesión.

En el Estado democrático surgido de las revoluciones francesa y norteamericana, el cargo público se obtiene por voluntad popular y en forma no vitalicia, sujeto a una revisión política periódica mediante las elecciones y separado del patrimonio del gobernante. El erario público no pertenece a ninguna persona, ni familia o dinastía y esta atribuido al Estado.

En ese sentido, la idea de que un gobernante tiene derecho a testar políticamente es debatible. El régimen constitucional establece reglas precisas para la designación del sustituto de cualquier servidor público en caso de ausencia temporal o permanente. La designación de sucesor no tiene sentido, ni las instrucciones para que alguien sea elegible o inelegible son como las llamadas a misa, que las atiende quien desea.

En un contexto de pluralidad política, el testamento político se convierte en un conjunto de recomendaciones u orientaciones que un gobernante o político dirige a sus fieles con la pretensión de que sus ideas y afanes trasciendan a su fallecimiento. Los herederos políticos son aquellos personajes que públicamente apoyaron al líder/caudillo, que aprovechan el carisma del difunto para mantenerse en el poder o abanderar sus ideas o utilizar su imagen (casos Cárdenas o Colosio) para acceder a cargos públicos.

En el siglo XX y XXI, los testamentos políticos han estado vinculados con líderes de los estados con regímenes autoritarios o totalitarios como Lenin, Hitler, Mussolini, Franco y Chávez. Estos personajes, en forma paralela a su voluntad en que disponían de su patrimonio personal, en una carta dirigida a sus seguidores manifestaban órdenes para que se ejecutaran después de su muerte. Hitler designó un gabinete póstumo y declaró traidores a quienes entablaron pláticas de paz con los aliados. Lenin sugirió la expulsión de Stalin de la Secretaría General del Partido Comunista. Ninguno de los deseos de los autócratas fue cumplido.

Figurativamente, hay testamentos políticos que se integran con los libros y la obra del gobernante. Este tipo de legado en Hitler fue “Mi Lucha” y la destrucción de Alemania y en Lenin una serie de libros escritos en los dos últimos años de su vida y el régimen de terror staliniano.

Otros legados políticos tienen mejor suerte. En México hay que destacar “Los sentimientos de la Nación” de Morelos y la “Sucesión Presidencial de 1910” de Francisco I. Madero y ambos forman parte de procesos bélicos revolucionarios.

También hay mensajes políticos que por su importancia en un proceso histórico, sus seguidores los convierten en testamento como el discurso de Martin Luther King, las frases célebres de Mahatma Gandhi o el alegato en el juicio de Rivonia de Nelson Mandela que lo condenó a cadena perpetua. Todos son parte de una estrategia, de una vanguardia para mejorar las condiciones de vida de grandes mayorías oprimidas por sistemas racistas o colonialistas.

La idea de un testamento político del presidente en este momento en México atizó la confrontación: fieles contra opositores de AMLO. Además de ser parte de una estrategia permanente de promoción personal -no veo a Monreal o Ebrard atendiendo a una voluntad póstuma que los excluya de la sucesión- y lo que hay que preguntarse es, si el discurso del presidente tiene suficiente coherencia para convertirse en el legado de un movimiento libertario. ¿Acierto o pifia? Sólo el transcurso del tiempo lo dirá.