Opinión
La vagina de Susan Sarandon o cuándo empezó a joderse Estados Unidos
Fran Ruiz

La vagina de Susan Sarandon o cuándo empezó a joderse Estados Unidos

Para entender por qué cuando me desperté el viernes pasado con la terrible noticia de la derogación del aborto en Estados Unidos se me vino de golpe a la mente la actriz Susan Sarandon, tendría que retroceder en el tiempo y situarnos en la noche del miércoles del 3 de noviembre de 2016, seis días antes de las elecciones de presidenciales de Estados Unidos entre Hillary Clinton y Donald Trump.

En una entrevista televisada (que ella buscó), Sarandon anunció que su voto y su apoyo público no era para la candidata demócrata, sino para la ecologista Jill Stein, pese a su nula posibilidad de ganar y pese a que, a una semana de la jornada electoral, las encuestas alertaban de que la diferencia entre Clinton, la favorita a la Casa Blanca, y el republicano se estrechaba peligrosamente, especialmente desde que empezaron a circular por las redes fakes news para ensuciar la imagen de la demócrata.

Susan Sarandon durante su polémica entrevista en vispera de las elecciones de 2016

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BBC

“Yo no voto con mi vagina”, dijo Sarandon. “El miedo a Donald Trump no es suficiente para que apoye a Clinton con su historial de corrupción”, añadió.

La aguerrida actriz acababa de morder el anzuelo que le pusieron el entonces candidato Trump y su aliado, el presidente Putin, cuando su comando de hackers rusos lanzó a las redes multitud de mentiras y ataques sobre la “maligna Hillary”, a la que acusaban desde liderar una red de pederastas a las clásicas de que representaba a las élite liberales, que defiende antes el derecho de los inmigrantes que al de los trabajadores "patriotas" estadounidenses.

El daño estaba hecho. Si una estrella de Hollywood y reconocida activista progre sale en televisión diciendo que lo inteligente era “castigar en las urnas a la corrupta” Clinton ¿cuántos miles de indecisos estadounidenses no se convencieron de que tenía razón?

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¿Cuántos estadounidenses cambiaron su voto y lo hicieron por el candidato radical republicano en las elecciones de 2016, luego de escuchar a Susan Sarandon decir, en la misma entrevista, que “el miedo a Trump no es suficiente”, pese a que todos habían escuchado previamente a Trump decir que los inmigrantes que cruzan de México eran “criminales”y “violadores”, que está absolutamente en contra del aborto, en contra de dar un seguro médico a los millones de estadounidenses que no pueden pagar un seguro privado? ¿Cuántos votaron por él, pese a que sabían que lo que más le excita al magnate es (a parte de toquetear a mujeres) una estantería llena de fusiles semiautomáticos?

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EFE

Y así fue. El 8 de noviembre de 2016, Trump ganó las elecciones a la favorita Clinton, gracias a que muchos dudosos votaron finalmente por el republicano y fueron decisivos en estados como Florida y Pensilvania, donde llegaron a la contienda virtualmente empatados y cuyas victorias a favor de Trump fueron decisivas para que ganara la elección nacional. Votaron por el mismo que durante la campaña prometió derribar con décadas de progresismo feminista en EU... y el que avisa no es traidor.

Como observador externo de la política estadounidense, esa nefasta noche electoral ocurrió lo que empecé a temer desde lo de Sarandon: que no sólo los indecisos, sino muchos votantes de izquierda, frustrados porque Bernie Sanders no logró la candidatura demócrata presidencial, siguieron el ejemplo de la actriz y ayudaron a instalar a un populista radical de derechas en la Casa Blanca.

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El resto de la historia ya se la saben. Durante los cuatro años que estuvo en el poder, Trump sacó a EU del Acuerdo de París contra el Cambio Climático, separó a niños de sus padres en la frontera, embruteció a la policía o negó la pandemia, entre otras cosas, pero nada comparable con lo que hizo con el poder Judicial. Con la complicidad de la mayoría republicana en el Congreso, sustituyó cada plaza de juez federal que quedaba vacante por un magistrado afín a su ideología extremista.

Fue así, con la elección de tres jueces ultraconservadores, como el presidente Trump logró que la Corte Suprema tuviera una mayoría conservadora de seis jueces frente a una minoría progresista de sólo tres. Además, como el cargo es vitalicio, eligió a magistrados relativamente jóvenes para evitar que dicha balanza se incline al otro lado durante muchas décadas.

Lo único en lo que Trump no se salió con la suya fue cuando trató de revertir la victoria electoral de Joe Biden en las elecciones de 2020, pero la venganza es un plato que sirve frío… y este fue servido en bandeja de plata el pasado 24 de junio, que pasará a la historia como el día que la Corte Suprema abolió el derecho al aborto en Estados Unidos y dejó de esta manera indefensas a millones de mujeres en los estados que prohibieron de inmediato el aborto o lo harán en los próximos días.

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EFE

Esta misma Corte Suprema fue la que, un día antes, derribó una ley casi centenaria del estado de Nueva York, que obligaba a un ciudadano a demostrar necesidades legítimas de defensa personal para recibir un permiso de porte de armas. Además, el fallo derriba leyes similares de control de armas en una decena de estados, lo que no hará sino aumentar las ventas de armas y los tiroteos masivos.

Consciente de que muchos han recordado esa terriblemente inoportuna declaración de apoyo a Trump, Sarandon volvió a escribir del tema este fin de semana, pero no para admitir que se equivocó cuando puso su granito de arena en la creación de un monstruo que acabó engullendo al Partido Republicano y lo transformó en una peligrosa secta trumpista, capaz de un violento asalto al Capitolio y de quién sabe qué más anden planeando. La veterana actriz escribió para desafiar de nuevo a los votantes para que no se deje llevar por el “voto del miedo demócrata”, y lo hizo en respuesta al congresista californiano Eric Swallwell, quien escribió en Twitter que “la única manera de evitar que se restituyan y avancen los derechos de las mujeres es votar demócrata”.

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Lo curioso es que Sarandon aplicó a otro país lo que no aplica al suyo. El 7 de agosto de 2018 escribió el siguiente tuit: La penalización del aborto no evita que las mujeres aborten; sí los empuja a ir a lugares inseguros y clandestinos. Senadoras @SenadoArgentina el mundo las mira: ¡Den a las mujeres el derecho a elegir!

Bien dicho, Susan, pero para que el Senado argentino aprobara el derecho al aborto, como ocurrió en diciembre de 2020, y fuera ratificada por el presidente Alberto Fernández en enero de 2021, los argentinos tuvieron previamente que elegir a un partido y a un candidato presidencial que apoyara esta causa. Afortunadamente, no surgió un actor o actriz activista de turno para decir que era mejor votar por la reelección de Maurticio Macri que por el “corrupto” Fernández.

Muchos de los votaron por el actual mandatario peronista habrían preferido un candidato con igual o más carisma que Cristina Fernández, pero sus reservas se las tragaron en nombre de una causa mayor: evitar que siguiera en el poder el antiabortista Macri.

En fin, no sé si dormirá Sarandon con la conciencia tranquila estos días —el próximo golpe puede ser la ilegalización del matrimonio homosexual—, pero antes de volver a meter la pata, debería colgar en la cabecera de su cama el siguiente lema: “No votes con la vagina, pero tampoco con el hígado”.