Cultura

Mariana Enríquez: “Hay países enfermos de memoria histórica y otros padecen amnesia histórica”

Lo importante es que exista un término medio que nos permita convivir con los fantasmas, añade la escritora española

FIESTA DEL LIBRO Y LA ROSA

Mariana Enríquez ganó  el Premio Herralde de Novela.

Mariana Enríquez ganó el Premio Herralde de Novela.

Diario Capital mar de Plata

Hay países que están enfermos de memoria histórica, como Argentina, y hay otros que tienen una amnesia histórica, entonces tiene que existir un término medio que nos permita convivir con los fantasmas”, expresó Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973), escritora galardonada con el Premio Herralde de Novela y el Premio de la Crítica 2019 y quien participó ayer en el último día de actividades de la Fiesta del Libro y la Rosa de la UNAM.

La autora del reciente libro de cuentos “Un lugar soleado para gente sombría” (Anagrama), comentó que en algunos relatos sus muertos son tristes y obligan a que los vivos interactúen con ellos, con los fantasmas.

“No hay negación, es importante hablar de la muerte, no todo el día morbosamente, pero sí decir que existe y no desde lugares como la narrativa del duelo, sino decir que la vida se termina violenta o naturalmente y que le seguimos teniendo miedo porque es desconocido. Hay que hablarlo y en mi caso lo hago desde lo fantástico”, dijo.

A Enríquez le interesa abordar el horror con una base realista del miedo. “Me interesa el conflicto que estamos teniendo no sólo en América Latina sino en todas partes donde hay una indiferencia, crueldad cotidiana o falta de solidaridad porque nos gana el miedo injustificado y la paranoia”.

En palabras de la autora, el terror es un género que habla del otro y que nace de la pregunta ¿a quién constituimos como monstruos? “A veces, nuestras sociedades constituimos como monstruos a las personas que están en una situación de vulnerabilidad”, indicó.

¿Te interesa la memoria de los cuerpos ausentes?

Sí, pensar el cuerpo presente y el cuerpo que ya no está. Un fantasma es el recuerdo del cuerpo que estuvo y que no siempre se manifiesta, eso no quiere decir que no sea real, es como el dinero, no existe pero sí los billetes y los depósitos.

“En todas nuestras sociedades y en las grandes ciudades o redes, desde la pandemia, existe una idea muy refractaria hacia la muerte porque en nuestra mentalidad empezamos a contar muertos a causa de Covid, a incorporar un léxico muy rápido, eso nos dejó un poco locos, pero vino acompañado con un enorme bombardeo, un nuevo intento cosmético”, respondió.

Enríquez explicó que apareció la palabra anti age. “Antes no teníamos todos los productos que tenemos ahora para nuestra cara, hay un combate con la muerte, una especie de respuesta capitalista porque cada vez que la muerte parece más cerca, más aceptada y más una realidad con la que tenemos que vivir, algo hace que se distancie”.

Sin embargo, una consecuencia que la autora considera nefasta es que eso repercute en la memoria.

“Es una negación para recordar a nuestros muertos en otras circunstancias, lo veo constantemente en negaciones cuando al estar charlando con periodistas en España que me dicen: las fosas comunes de muertos en América Latina, entonces les pregunto: ¿y las fosas comunes en España? Al menos en mi país, a los muertos de la dictadura se les desenterró e identificó, en España estamos caminando sobre ellos”, señaló.

La autora de “Los peligros de fumar en la cama” y “Las cosas que perdimos en el fuego” indicó que el terror está más codificado en el mundo anglosajón que en el español y que este género hoy se nutre de la colectividad, de aquellos sucesos que varios temen.

“El terror como el humor es de los pocos géneros que no necesita tanto. Un humorista se para, se pone un micrófono y empieza a contar y no hace falta más para un show. Con el horror pasa lo mismo, basta que sea tarde, que uno esté más o menos tranquilo en su casa y se ponga a escuchar un podcast o la radio, es decir, que haya una persona que en vivo esté contando una historia”, dijo.

Ese proceso es muy arcaico, añadió. “Es muy anacrónico, es de los pocos relatos que, ante la fragmentación, todavía sostiene tu atención porque estás de 15 a 20 minutos escuchando a una persona, termina siendo comunitario. En ese sentido, el terror es algo muy compartido e inicia cuando alguien va a tu casa y te dice con cierta tonalidad ¿sabes lo que me pasó?”.