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Bases académicas y científicas contra la penalización del aborto

Desde la perspectiva científica y de la salud pública, los argumentos científicos han permeado el debate público

Bases académicas y científicas contra la penalización del aborto

Bases académicas y científicas contra la penalización del aborto

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Cuando un espermatozoide penetra en un ovocito se fusionan el pronúcleo femenino con el masculino para conformar una célula con 46 cromosomas denominada cigoto. Este proceso de fertilización ocurre la tercera semana después de la concepción, cuyo desarrollo posterior se convertirá en un conjunto llamado blastocito, que posteriormente dará lugar a un embrión. A lo largo de su desarrollo de ocho semanas, el cigoto puede ser inviable por diferentes razones y nunca formar un embrión.

“Considerar que un cigoto es una persona, pertenece al terreno de la metafísica, pero desde la ciencia es claro que el cigoto tiene diversos destinos, más allá que la formación de un ser humano”, refiere Patricia Grether González, médico y miembro del Colegio de Bioética A. C., en su artículo “Un cigoto no es una persona” (Nexos, junio 2019).

Uno de los debates entre las posiciones ideológicas-religiosas, el activismo social y las legislaciones son interpretaciones, no obstante, desde la biología y ciencia la argumentación es clara, como ha explicado Antonio Lazcano en más de una ocasión.

“Un cigoto está vivo y es el resultado del proceso de fecundación de un espermatozoide y un óvulo, que también están vivos”. Pero la vida no comienza con el cigoto, añade, sino mucho antes, puesto que estos dos gametos están vivos; sin embargo, la persona aún no existe, sino hasta que aparece el sistema nervioso, entre la semana 12 y 16.

“Es a partir de estas semanas que el aborto no está recomendado, porque representa un peligro y socialmente es a partir de entonces en que ya hablamos de una persona. A pesar de lo que digan los detractores, en las primeras semanas de embarazo un cigoto es una masa de células vivas, pero no una persona”.

Al largo camino de la despenalización del aborto en el país, que tuvo retrocesos en la última década en varios estados –principalmente los gobernados por el PAN y el PRI– y que ha tenido como referencia y punto de partida en la capital, no le han faltado argumentos científicos y desde el punto de vista de la salud pública.

“Condenar, estigmatizar y criminalizar el aborto son estrategias crueles y fallidas. Ya es tiempo de un enfoque de salud pública que ponga énfasis en reducir el daño, y eso significa establecer leyes más liberales sobre el aborto”, escribe Richard Horton, editor de The Lancet, una de las revistas médicas más prestigiosas en el mundo.

Arnoldo Kraus, médico y uno de los especialistas en bioética más destacados en México, escribe en su artículo “Aborto: Una visión desde la academia” (Nexos, octubre 2016) que estudios médicos han demostrado que:

1. Los abortos inseguros son cada vez más frecuentes en países con leyes restrictivas. 2. La tasa de abortos inseguros se ha incrementado en el mundo. Se calcula que ha aumentado, en los últimos años, de 44% a 49%. 3. Un aborto inseguro es una de las causas principales de muertes maternas en el mundo. 4. 98% de los abortos en África y 95% en Latinoamérica son considerados inseguros. 5. En Norteamérica y Europa, excluyendo a Europa del Este, 99% de los abortos se realizan bajo procedimientos seguros.  6. En el mundo desarrollado la proporción de embarazos terminados motu proprio ha disminuido de 36% a 26%.

"Las cifras previas son un abrebocas. No son maniqueas, son científicas. Los estudios médicos casi siempre son neutrales".

HUMANISMO. 

Juliana González, filósofa, emérita y honoris causa por la UNAM, renombrada mujer, ha expuesto continuamente los argumentos para despenalizar el aborto desde un enfoque bioético y humanístico. “El aborto, aunque no es deseable por sí, no es homicidio para esta posición (determinar cuándo se es un ser humano) y su penalización debe ser abolida ante todo por razones de salud pública”, escribió en su ensayo “Razones éticas y ontológicas contra la penalización del aborto”, que forma parte del libro “Despenalización del aborto en la Ciudad de México”, coordinado por Lourdes Enríquez y Claudia de Anda y editado por la UNAM en 2008.

La académica enfatiza que las consecuencias de concebir en la pobreza y vulnerabilidad social trae consigo males mayores, además de restarle a la mujer la capacidad de asumirse como un pleno ser humano capaz de trascender lo meramente cultural, “puede expresar la aceptación fatalista del embarazo consolidando un estado de existencia en que la biología se torna ineludible”, apunta en su ensayo.

“Despenalizar el aborto, dentro de las restricciones temporales adecuadas, no implica pues estar a favor de la destrucción de la vida humana, sino a favor de la libertad y de los derechos humanos de toda mujer, así como a favor de la calidad de vida que realistamente se puede ofrece a quien se llega a ella”.

Derribando mitos post-aborto

“Cuando hablamos de los mitos sobre el aborto, tenemos que pensar que muchos de estos están relacionados con cuestionar la seguridad del aborto y se plantea como si fuera un procedimiento riesgoso que va a tener secuelas físicas, emocionales y psicológicas”, señala Olivia Ortiz, psicóloga clínica por la UNAM, quien dictó la conferencia “Mitos Post-aborto” en la UdeG. Refirió que la evidencia científica no ha encontrado vínculo alguno entre tener un aborto y experimentar problemas de salud mental posterior.

“Desde los años 90 se realiza investigación internacional en las que se muestran contradicciones y sesgos metodológicos imposibles de sostener, por lo que no existe evidencia científica que sustente el Síndrome Post-aborto como un diagnóstico legítimo de salud mental”.