Opinión

Contra la tiranía

Contra la tiranía

Contra la tiranía

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Una de las fórmulas más efectivas para frenar a la tiranía es defender a las instituciones y leyes de la república; ellas no se mantienen en pie por sí solas, como lo creen algunos juristas acartonados; ellas no se protegen a sí mismas. Por el contrario, las normas que rigen a la nación y los órganos del poder público, se sostienen gracias a nuestro apoyo como ciudadanos; a la “fidelidad civil” como la llama Jürgen Habermas.

El error está en creer que el gobernante que asume el poder legítimamente no puede destruirlas o modificarlas. Incluso, a pesar de que juró respetar y hacer respetar la constitución general de la república. Sobre el particular Timothy Snyder escribe: “En algunas ocasiones las instituciones son privadas de vitalidad y funcionalidad, convirtiéndose en un simulacro de lo que alguna vez fueron. De esta manera ellas se pliegan al nuevo orden en vez de resistirlo. Esto es a lo que los nazis llamaron Gleichschaltung.” (On Tyranny, New York, Tim Duggan Books, 2017, p. 24).

Como lo señalé aquí (29/01/2021) en mi artículo: “Confusión entre tiranía, dictadura y despotismo”: hay dos clases de tirano. 1) El que llega al poder sin tener derecho a él; es el tirano por defecto de título. 2) El que llega al poder legítimamente, pero lo ejerce fuera de la ley, o, poniendo a las leyes y a las instituciones a sus pies; es el tirano por defecto de ejercicio. En el primer caso hay ausencia de legitimidad; en el segundo caso desaparece o queda seriamente mermada la legalidad. Así, el tirano puede cambiar al sistema “desde adentro.”

Una vez adueñado del poder, sin mayores obstáculos porque el equilibrio de poderes ha cedido, el tirano comienza a: atacar a los órganos constitucionales autónomos; debilitar el sistema de partidos; condicionar la ayuda del gobierno para que tú te adhieras al partido oficial; controlar a los gobiernos de los estados a través del presupuesto; y este control presupuestal incluye la propaganda oficial que se inserta y se paga en los medios de comunicación: si esos medios son dóciles se llenan los bolsillos, si no se doblegan se les restringen drásticamente los recursos hasta doblegarlos o desaparecerlos.

Timothy Snyder en su libro On Tyranny (Sobre la tiranía) destaca que nos confiamos mucho: Cierto, en el siglo XX la democracia derrotó a enemigos tan poderosos como el fascismo, en nazismo (durante la Segunda Guerra Mundial, 1939-1945) mientras que el comunismo se vino abajo (1989-1991) empujado por las mismas sociedades sobre las cuales ejerció su dominio.

Pensamos que ya todo eso era cosa del pasado: “Al hacer esto, bajamos la guardia, constreñimos nuestra imaginación, y dejamos la puerta abierta para que, precisamente, el tipo de regímenes de los que estamos hablando aparentemente nunca pudiesen regresar.” (p. 118) Pero nos equivocamos.

Los nuevos regímenes tiránicos, echaron mano de una vieja estrategia de manipulación: al igual que en los totalitarismos de izquierda y de derecha de la primera mitad del siglo XX, hoy esas autocracias quieren uniformar la manera de pensar de la gente; pero ahora cuentan con un elemento que antes no existía “internet”, por medio del cual se adoctrina en 140 caracteres. El propósito es acortar el lenguaje lo más posible al grado que la capacidad de discernimiento se achique (como los jíbaros que reducen cabezas). El propósito, hoy como ayer, es que la razón sea sustituida por la fe ciega en el líder.

Las acciones gubernamentales deben ser festinadas como un gran logro de la “Transformación”, sin ahondar en qué consiste esa transformación. Pero, la verdad es que se trata de concentrar el poder en una sola persona. El Duce decide qué se hace y qué no se hace; el autócrata establece qué es la verdad y qué es la mentira. La manipulación y la polarización ocupan lugares centrales en esta estrategia de opresión. A la dócil multitud se le llama “pueblo”, o sea, a quienes creen a pie juntillas en el Führer; a quienes no se doblegan se les descalifica como derechistas y conservadores, Los disidentes son hostilizados de una y mil maneras. Las tiranías contemporáneas practican “la ideología de la exclusión.” Se aplica la consigna de Carl Schmitt: “o estás conmigo o estás contra mí.”

La décima lección de este volumen se titula: “Creer en la verdad”. Allí se lee: “Abandonar los hechos es abandonar la libertad. Si nada es verdad, entonces nadie puede criticar al poder, porque no hay bases de sustentación. Si nada es verdad, todo se convierte en espectáculo.”

Con todo, el libro de Snyder no es desilusionante; por el contrario, es reconfortante. Para resistir este embate tiránico aconseja alejarnos (no abandonar) internet y llenar nuestro cuarto de libros; hacer, por un momento, a un lado el mundo bidimensional de la computadora y acercarnos más a la gente.

La militancia de sofá no tiene sentido; hay que salir a las calles (bien protegidos contra el Covid-19) y expresar nuestro desacuerdo, como lo hicieron las feministas (pacíficas) el lunes de esta semana. Gran ejemplo. Ellas tienen el liderazgo de la oposición.

Dejarle claro al tirano que no somos sus títeres.

Twitter: @jfsantillan

Mail: jfsantillan@tec.mx