De maniquea, torpe, o en el mejor de los casos errática, me atrevería a calificar la estrategia emprendida por algunos medios o periodistas contra las acciones promovidas por el gobierno de AMLO para acabar con el jugoso negocio del robo de combustible, mejor conocido como huachicoleo y que en términos reales representaba para los ladrones ganancias anuales de 60 mil millones de pesos.

En este contexto calificaría de cínicas las declaraciones de los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón en torno a este tema del que deberían guardar silencio pues fueron cómplices, cuando menos por omisión, de esta siniestra actividad que todos financiamos sin saberlo. Este robo a gran escala del que se benefició un puñado de sinvergüenzas que durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, y en algunos estados como Puebla y Guanajuato alcanzó, con todo y reforma energética, grados escandalosos, tiene muchas ramificaciones y su combate frontal debe incluir también acciones penales contra los responsables. El huachicoleo es sólo una cara de las múltiples modalidades de saqueo a la nación que se dieron durante gobiernos tolerantes y promotores de la corrupción.

En estos días la Ciudad de México sufrió parcialmente las consecuencias de las acciones emprendidas por el gobierno federal contra los huachicoleros, los que trabajan a pie de ducto o en los centros de monitoreo y distribución de combustible. Lo que sucedió ya fue explicado por Claudia Sheinbaum y por el presidente. Hubo una fuga, que presumiblemente pudo ser un sabotaje o un intento de robo, a un ducto que va de Tuxpam a Azcapotzalco generado en el estado de Hidalgo. “No sabemos qué sucedió, si fue intencional, fue una fuga en el ducto [pero eso] significa reparación y cuidado” (Animal Político, 9 de enero).

Lo sorprendente es que estos hechos se aprovechen para generar un ambiente de desinformación y para bosquejar en el entorno social, como se ha hecho en otros estados de la República, dilemas de tolerancia a la corrupción que por fortuna el grueso de la sociedad ha rechazado de manera tajante.

Por ejemplo Marko Cortés, un conspicuo integrante de la oposición chantajista que perdió a dos de sus “próceres” en un lamentable accidente que ha servido para todo tipo de especulaciones, lanzó el siguiente mensaje: “Basta de ocurrencias, es necesario implementar medidas correctas para combatir el robo de combustibles; se deben dejar de tomar decisiones que afectan a las y los ciudadanos.” ¿Y cuáles son esas medidas correctas? Desde luego que no las ofrece, como tampoco lo hace ningún comentócrata al servicio del Ancien régime. Uno esperaría que no fuera abrir las válvulas para que el porcentaje de robo que se perdía por “ordeña de ductos” se reanude, dado que los operadores de cuello blanco al servicio del huachicol quedaron anulados. Pero no, hace unas horas el político de marras disparó el siguiente mensaje: “La estrategia de @lopezobrador_ y #Morena de cerrar ductos de Pemex no está funcionando, pero sí afecta a millones de mexicanos. Así hoy #DesabastoCDMX” ¿Qué opción ofrece? Ninguna.

Yo no sé, como afirman algunos, si el PAN y el PRI participaban directamente del robo de combustible, tampoco sé si les servía para financiar campañas políticas, repatir dinero entre sus incondicionales y desde luego enriquecer a algunos de sus integrantes, entre los que se señala a Romero Deschamps, quien emite deplegados suplicantes desde algún lugar del mundo; lo que sí tengo claro es que no debemos tolerar la corrupción y el hecho de sugerir de que se robe poquito para evitarnos molestias al surtir el tanque de nuestro vehículo, no sólo es estúpido, sino contraproducente, como siempre sucede con las estrategias de comunicación de los desesperados. ¿Exagero? Les comparto las líneas de un tuit de una asociación que se hace llamar Mexico Libertario: “A estos costos, quizá era más barato para el país que se robaran la gasolina”. ¿Qué tal?

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