Cultura

"La literatura de Benedetti que debe perdurar es su narrativa"

Cien años de Mario Benedetti

"La literatura de Benedetti que debe perdurar es su narrativa"

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

“El mejor Benedetti, el que ha de sobrevivir, en mi opinión como lector, es el de la narrativa. Si bien sus poesías son las más populares, sus narrativas son mucho más atractivas desde el punto de vista literario”, platica en entrevista el crítico literario Juan Domingo Argüelles. Opina que a un siglo de natalicio, el legado del escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti (1920-2009) se ha ido decantando de manera tal que sus lectores ahora deben seleccionar, entre todos esos libros que dejó, aquellos que sean menos perecederos.

“La seriedad en la literatura la da la profundidad de la emoción, pero también la forma en que se está expresando: esos poemitas donde quiere hacer gracias sobre las cuestiones ideológicas, llega un momento en que dan flojera. Casi como autor de superación personal y autoayuda, pero la literatura no es eso. Las cortesías que hace la literatura a la política se vuelven propaganda y Benedetti todavía tiene mucho que pagar a esa cortesía”, considera Argüelles, vía telefónica.

Mario Benedetti Farrugia nació un día como hoy -14 de septiembre- de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay donde su familia permaneció los siguientes 3 años. Vivió en Montevideo hasta 1973 cuando, tras el Golpe de Estado en Uruguay, renunció a su cargo en la universidad –pese a ser nombrado director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República– y se exilió. Primero estuvo en Buenos Aires, Argentina, posteriormente en Perú, Cuba y finalmente en Europa. Durante 10 años permaneció fuera del país mientras su esposa –quien se quedó en Uruguay- cuidaba a las madres de ambos. Fue integrante de la generación del 45 conformada por autores uruguayos como Ida Vitale, Idea Vilariño, y Ángel Rama, entre otros; y fue un autor muy prolífico.

Argüelles opina que el fenómeno Benedetti, quien vendía tanto que cada libro que salía se re-editaba y re- imprimía, demuestra también que los escritores se deben a los lectores, y si bien hoy en día aún hay fieles de este escritor, van siendo menos.

“Creo que adquirió mala fama desde la perspectiva del lector culto porque fue un autor cursi y altamente declarativo, pero no desdeñaría en absoluto sus cuentos ni sus narrativas. Los textos de su primera época pueden perfectamente leerse y releerse sin que esto quiera decir que en su mayoría los últimos libros no estén cargados de esa declaración ideológica que choca”, apunta.

Agrega que en sus últimos trabajos hay muy poco que explorar, pues es demasiado previsible y expresa una forma fanática de ver el mundo cuando, en realidad, el escritor tenía una visión suficientemente rica para quedar como finalista del Premio Biblioteca Breve de Seix Parral con su novela “Gracias por el fuego”, que Argüelles estima notable, así como el libro de cuentos “la muerte y otras sorpresas”, que fue publicado en México por Siglo XXI.

“En 1994, cuando Benedetti tenía 75 años, reunió sus cuentos completos en una edición voluminosa y bonita prologada por José Emilio Pacheco, y Pacheco dice eso: que más allá de la poesía de Benedetti, lo que lo distingue es su narrativa porque está atenta a muchas cosas que llenan esas páginas de observaciones acerca del deseo, el poder, amor, miedo, envidia, enfermedad, frustración, alegría, plenitud, juventud, amistad, dinero o falta de, vejez, exaltación, aburrimiento. ‘La muerte y otras sorpresas’; ‘Con y sin nostalgia’; y otras series de cuentos demuestran que hay un escritor ahí”, expresa Argüelles.

En su opinión, el trabajo de Benedetti puede dividirse en dos: aquella obra que aporta a la observación de lo cotidiano, con perspectiva de pequeños detalles y circunstancias domésticas como pueden ser el mundo de los oficinistas, y lo junta con temas universales, como la soledad, frustración, o dolor; y la que está marcada por los dogmas de un discurso izquierdista de declaración ideológica y de cortesías –ya vacías- a la política.

“El escritor primero es más potente, menos discursivo. El escritor posterior, cuando ya está en el exilio, es un escritor a quien le duele el andar por el mundo sin patria y comienza a escribir cosas, que no son de desdeño, pero que comienzan a repetirse mucho y tiene que ver con la ideologización de la literatura”, señala.

Concede que cuando Benedetti escribe que en la calle codo a codo somos mucho más que dos, es una declaración cursi con la que muchos podemos identificarnos, pero considera que pasado un tiempo, el lector puede darse cuenta de que sólo es declarativo desde un punto de vista superficial, así como una canción pegajosa que se queda en la cabeza. “Son cosas que no podemos tomar en serio a menos que sigamos siendo fanáticos que no queramos entender que la literatura es otra cosa. Los que sobrevivieron a sus lecturas ideológicas y avanzaron, pueden seguir explorando lo que dejó en la literatura después de tantos libros”, concluye Argüelles.